Para cualquiera que piense que los mensajes de texto son una moda pasajera, tenga en cuenta el siguiente dato: en Estados Unidos, el adolescente promedio de entre 13 y 17 años envía y recibe 3.339 mensajes de texto por mes, más de 100 mensajes al día, según Nielsen Co., la firma de investigación de medios. Los adultos los están alcanzando. Los estadounidenses de 45 a 54 años enviaron y recibieron 323 mensajes de texto por mes en el segundo trimestre de 2010, un salto de 75% frente a un año antes, según Nielsen.
América Latina está a la vanguardia de esta tendencia. Una encuesta llevada a cabo por Nielsen en el primer trimestre de este año entre personas con acceso a Internet en varios países de la región revela que 87% de usuarios de celular envía mensajes de texto, en comparación con 80% en el resto del mundo.
Detrás de la explosión de mensajes de texto hay un cambio fundamental en la forma en que vemos nuestros celulares. Que sean teléfonos es cada vez más irrelevante.
Nielsen, por pedido de The Wall Street Journal, analizó la facturación de 60.000 suscriptores de teléfonos celulares en EE.UU. y descubrió que los adultos realizaron y recibieron un promedio de 188 llamadas de teléfono móvil por mes en el período 2010, un descenso de 25% frente al mismo lapso tres años antes. Los "minutos para hablar" promedio por mes cayeron 5% durante el período comparado con 2009; entre el segmento de 18 a 24 años, la caída fue de 17%.
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Los mensajes de texto —que también se conocen como SMS (Short Message Service, algo así como "Servicio de Mensaje Corto")— requieren de menos ancho de banda que las llamadas telefónicas y cuestan menos. El contenido de un mensaje de texto está tan condensado que habitualmente no logra, aún menos que un e-mail, comunicar el tono de quien lo escribe. Cuanto mayor el número de mensajes que enviamos, mayor es la posibilidad de un malentendido.
Una encuesta reciente entre 2.000 estudiantes universitarios en EE.UU. indagó sobre sus posturas frente a llamadas telefónicas y mensajes de texto, y reveló que la meta predominante de los estudiantes era transmitir información en el menor tiempo posible, con la menor cantidad de conversación irrelevante posible. "Lo que más les gusta de sus celulares es que pueden contactar a otra gente", explica Naomi Baron, profesora de lingüística de la American University, en Washington, quien llevó a cabo la encuesta. "Lo que menos les gusta es que otra gente los pueda contactar a ellos".
El papel de las redes sociales
Este auge en los mensajes de texto entre adultos se explica en parte por la popularidad de las redes sociales. Sitios como Twitter, donde los usuarios publican mensajes de hasta 140 caracteres, crean y perpetúan el hábito de comunicarse en micro-impulsos. Y estos sitios también engrosan el volumen total. Muchos devotos de Twitter y Facebook crean configuraciones que los alertan, a través de mensajes de texto, cada vez que les llega un tweet o mensaje. Por ejemplo, en octubre de 2009, 400 millones de mensajes de texto alertaron a usuarios de redes sociales sobre este tipo de mensajes nuevos en toda la red inalámbrica de la telefónica estadounidense AT&T, afirma Mark Collins, vicepresidente de productos de datos y voz de la compañía. Para septiembre de 2010, la cantidad se había más que duplicado a 1.000 millones. (Twitter informa que más de 2.000 millones de tweets son enviados todos los meses).
La economía tiene mucho que ver con la popularidad de los mensajes de texto. A las telefónicas les cuestan menos que las transmisiones de voz tradicionales, y por lo tanto, también les cuestan menos a los usuarios. Algunas compañías incluso ofrecen paquetes especiales de descuento para usuarios que envían muchos mensajes.
Según Nielsen, en EE.UU. los afroamericanos y los hispanos envían y reciben un promedio de entre 780 y 767 mensajes de texto al mes cada uno, respectivamente, comparado con 566 en el caso de los blancos. La diferencia refleja la disparidad económica, afirma Ken Eisner, director gerente de la organización sin fines de lucro One Economy, que conecta comunidades de bajos ingresos con la tecnología. En América Latina, el envío de mensajes de texto encabeza el ranking de actividades que los usuarios desempeñan con sus celulares, según Nielsen.
El aumento del envío de mensajes de texto está cambiando la forma en que interactuamos, afirman los científicos e investigadores sociales. Recurrimos al SMS para transmitir información difícil. Jugamos con nuestros teléfonos cuando queremos evitar el contacto visual con otras personas. En lugar de hacer planes con tiempo, terminamos coordinando a último minuto vía mensaje de texto. Es lo que Rich Ling, un investigador de la compañía europea de telecomunicaciones Telenor y profesor de la Universidad IT en Copenhague, denomina la "micro-coordinación": "T mndo un mensaje en 10 min. para ver dnd kdamos"
Los padres de adolescentes se han puesto al día y han descifrado cómo enviar SMS para poder estar en contacto con sus hijos. Así es cómo fueron introducidos al mundo de la comunicación constante, gran parte de la cual ejecutan furtivamente escribiendo debajo del escritorio en el trabajo o de la mesa durante la cena.
Por supuesto, la conversación telefónica nunca quedará completamente obsoleta. Los empresarios y otros profesionales aún pasan gran parte del día al teléfono. Los investigadores afirman que es más probable que la gente use comunicaciones a base de mensajes de texto en las etapas preeliminares de un proyecto. Los teléfonos entran en juego cuando hay múltiples opciones que considerar y se deben tomar decisiones.
Para los textófilos, dejar mensajes de correo de voz es una pérdida de tiempo. Sin embargo, a algunos les gusta hablar. Los nuevos apartados con las últimas versiones del sistema operativo Android de Google vienen con una función de "ingreso de voz". Los usuarios pueden seleccionar las funciones de correo electrónico o mensaje de texto y hablarle al micrófono del teléfono. "Para la gente, sigue siendo un problema escribir de forma eficiente y rápida mensajes de texto (en los pequeños teclados)", dice Bill Byrne, un ingeniero de la interfaz de voz de Google.
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