jueves, 7 de octubre de 2010

Mala suerte, Zuckerberg: 'The Social Network' gusta

Por: Delia Rodríguez para El País.

¿Una película sobre Facebook protagonizada por su fundador, que es el tipo más soso del universo, centrada en los pleitos que rodearon su nacimiento en una universidad y de la que además ya sabemos el final? Suena justo al tipo de película que la mayoría ni nos molestaríamos en descargar. Qué digo: ni siquiera en pinchar en el trailer. Me imagino que Mark Zuckerberg, el fundador de la empresa, era el primero en esperar que la peli fuera tan horrible como parecía sobre el papel y que su 'biopic' pasara desapercibida.


Pero -mala suerte, Mark- resulta que la película está muy bien. La he visto esta mañana en un pase de prensa y es emocionante, con un poco de las pelis de abogados, otro de las cintas de hermandades universitarias, otro del subgénero épico empresarial y un poquito de las de genios incomprendidos. The Social Network le puede gustar a cualquiera, incluso en el improbable caso de que no sepa qué es Facebook, la web de los 500 millones de usuarios. No soy la única a la que le ha gustado: ya tiene un 7,9 en imdb y un 97% en Rotten Tomatoes. Zuckerberg debería estar hoy (día de su estreno en EEUU) rasgándose su sempiterno polar y arrojando chanclas a las paredes de su casa de alquiler ante la evidencia de que mucha gente va a ver una película que trata básicamente, sobre lo gilipollas que es.

La cosa empezó a torcerse para Zuckerberg cuando se supo que el film iba a estar dirigido ni más ni menos que por David Fincher (Seven, el Club de la lucha) y que el guión era de Aaron Sorkin (El ala oeste). Está basado en The Accidental Billionaires el libro publicado en 2009 por el periodista Ben Mezrich y que cuenta, al igual que la película, la versión unilateral de Eduardo Saverin, ex socio de Zuckerberg. Tanto la película como el libro llevan meses generando expectación a su alrededor, así que no arriesgo nada si apuesto a que The Social Network va a ser a partir de hoy un gran Trending Topic. Aunque por su zona horaria aún faltan unas horas para que los estadounidenses la vean, el murmullo ya ha empezado. Para que llegue a España aún quedan 15 días.

La peli sigue un ritmo frenético de dialógo desde la primera escena, que fue repetida por Fincher 99 veces hasta que quedó perfectamente claro que Zuckerberg era un empollón insoportable que merecía ser abandonado. Cuenta el nacimiento de la empresa a través de dos demandas que pierde. Una, interpuesta por su ex mejor amigo, el brasileño Eduardo Saverin, primer director financiero de la empresa y expulsado en cuanto empezó a despegar. La otra, interpuesta por los gemelos Winklevoss, que le acusaban de haber retrasado la puesta en marcha y haber robado la idea de una web similar para la que había sido contratado como programador.

Zuckerberg es el actor Jesse Eisenberg, una especie de Michael Cera supernerdificado, que consigue salir clavado al CEO de Facebook, especialmente en ese aire de estar siempre en la parra -una vez ví a Zuckerberg en persona y es tal cual-. Los gemelos Winklevoss están representados ambos por Armie Hammer, que a mi me han recordado todo el rato al príncipe Guillermo de Inglaterra. Saverin es un adorable Andrew Gardfield al que dan ganas de gritar desde la butaca que tenga cuidado con su amigo. Sean Parker, el emprendedor fundador de Napster que ayuda al proyecto en su momento crítico es Justin Timberlake, lo que teniendo en cuenta que él es una estrella del pop (y ex de Britney Spears) no deja de tener su gracia, como bien decía Jonan Basterra a la salida de la proyección.

La gran pregunta sobre The Social Network es cuánto tiene de verdad y cuánto de invención. A falta de la versión "autorizada" que ya está en camino, tanto el libro como la peli cuentan sólo con la visión del ex socio de Zuckerberg Saverin, así que se presupone bastante parcialidad. Los hechos son reales y las demandas también, pero es imposible saber la intrahistoria de la compañía, y menos aún cómo sucedieron las conversaciones entre los jóvenes que sustentan la trama. La posición de Zuckerberg y de su compañía en las escasas ocasiones en las que han hablado de la película (como esta, hace unos pocos días en Oprah) ha sido siempre insistir en que se trata de una ficción y de que todo fue mucho más aburrido de lo que parece. Que hubo mucho trabajo y pocas fiestas universitarias salvajes. A mi, más que las fiestas, me parece irreal el casting-quinito de becarios programadores, aunque los techies sabrán perdonarlo a cambio de los momentos en los que aparecen escritorios KDE.

Una forma rápida de aclararse un poco entre la realidad y la ficción tras ver la peli es leerse esta página de la Wikipedia. Otra, más lenta, es este exhaustivo reportaje de The New York Magazine. Para saber algo más de Zuckerberg, el complejo supervillano empollón al que no le importa el dinero a pesar de ser el milmillonario más joven de la historia, está bien leerse este perfil.

Pero por mucho que nos documentemos, nunca llegaremos a saber si Zuckerberg es o no el genio obsesivo compulsivo que retrata la película, ese nuevo tipo de nerd soberbio e infantil que también representa Parker. El mismo tipo de empresario de internet que hace unos años era despreciado y que ahora se permite ir a las reuniones en chanclas y bata, igual que hace unos años los yuppies se ponían zapatillas con los trajes: como una forma de demostrar que estaban por encima de todos y de sus códigos de conducta y vestuario.

La realidad es que ese tipo, Zuckerberg, ha cambiado el mundo y no se sabe aún si para bien o para mal, haciendo que nos replanteemos todas las convenciones sobre nuestra intimidad. Ha conseguido que 500 millones de personas subamos a internet nuestras fotos haciendo el gilipollas por la noche cuando salimos de marcha con nuestros amigos. Fincher y Sorkin se han vengado dejándolo a él como un gilipollas por el viejo método de hacer una peli. Aunque ahora que lo pienso quizá a Zuckerberg le haya gustado este "yo contra el mundo". Es tan raro. A saber. Igual en persona no es tan difícil. Da igual: en mi mente, y la de aquellos que vean la película, el Zuckerberg de ficción y el real ya se mezclan.

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