Hace cinco años, Ed Couvrette era el dueño del mundo.
La empresa que fundó, E.F. Couvrette Co., reportaba ventas de US$10 millones al año y negociaba contratos por el triple de esa cantidad. Para los cumpleaños de sus empleados entregaba bonificaciones: una semana de salario por cada año trabajado en la compañía.
"Ahora apenas me alcanza para comprar tarjetas de felicitaciones", se lamenta.
Sus ingresos han caído a menos de la mitad, sus clientes le abandonaron en manadas y tuvo que recortar muchos empleos. No logra obtener crédito y algunas semanas no tiene suficiente dinero para pagar los sueldos de los empleados de su empresa Couvrette Building Systems, con sede en Salem, Virginia.
Couvrette no fue víctima de la crisis económica o de una industria en declive sino de lo que él llama un fraude masivo por parte de su director general de operaciones, quien, entre otras cosas, se embolsó más de US$300.000 adeudados al Servicio de Impuestos Internos, IRS por sus siglas en inglés, en impuestos de planilla. El ex ejecutivo ahora está en prisión; su abogado, Tony Anderson, prefirió no hacer declaraciones.
El caso de Couvrette ofrece una dura lección para pequeñas empresas: En tiempos de abundancia hay que tener cuidado. Es entonces cuando existe más vulnerabilidad ante un fraude. Las ventas suben, y el principal problema parece ser dónde colocar el nuevo equipo y a los nuevos empleados. Pero los días de bonanza pueden ser peligrosos, ya que el éxito puede distraer al fundador de obligaciones financieras mundanas como recolectar impuestos de planilla y verificar la precisión de las cuentas.
"Es común que la traición ocurra precisamente cuando las cosas van bien en una pequeña empresa", afirma Walter Jones, un examinador de fraudes y agente del IRS retirado, quien ahora trabaja como consultor para Couvrette. "En un clima de ventas y ganancias al alza, el éxito esconde la desviación de fondos".
"Poco en lo Administrativo"
En el caso de algunos empresarios, otro factor los hace objetivos de fraude: les cuesta supervisar finanzas. Ese fue el caso de Couvrette, con formación de ingeniero. Se sentía muy cómodo en el taller de la fábrica en su empresa, que se dedica a fabricar quioscos para cajeros automáticos bancarios a los que se accede desde el auto.
"Yo tenía mucho de productor pero poco de administrador", explica Couvrette, de 58 años.
Por mucho tiempo Couvrette había dado por sentado el buen orden de sus finanzas, en gran parte gracias a la ayuda una serie de controladores financieros de confianza entre los que se encontraba su padre, un contador de oficio. Más aún, Couvrette nunca imaginó que su empresa podría ser víctima de un atraco, ya que su misión es precisamente prevenir crimen.
Couvrette admite que se descuidó en 2001 cuando contrató a Roy Dickinson, un contador con una sólida reputación, como su nuevo director general de operaciones.
Luego de contratar a Dickinson, Couvrette cometió un error de juicio típico en casos de malversación en empresas pequeñas: puso al mismo empleado –Dickinson– a cargo de los recibos y los desembolsos. Confiarle a una persona todo el movimiento de dinero puede parecer práctico, pero es demasiado arriesgado, acota Jones, el experto en fraudes. "Yo creo en lo que dijo Ronald Reagan sobre tratados de misiles nucleares: confíe pero verifique".
En febrero de 2005, Couvrette notó que una importante área del negocio manejada por Dickinson –el ajuste de hardware y software en decenas de cajeros en todo EE.UU.– no producía ganancias. "Esperaba que el flujo de caja y los márgenes alcanzaran el nivel deseado con los costos, y no ocurría", sostiene Couvrette.
En marzo de 2005, Couvrette programó una reunión con su gerente de operaciones. "Nunca llegó, así que lo despedí", señala.
Esa confrontación llevó a que contratara a Jones como auditor externo. El examen reveló una gama de problemas financieros, incluyendo impuestos de planilla recaudados pero nunca entregados al IRS, indicó Jones. Couvrette era el responsable de pagar los impuestos; el IRS acordó recibir alrededor de US$320.000, según Jones, quien sirvió como el representante de Couvrette en las negociaciones con el gobierno. "Robarse impuestos es un tipo de malversación que los dueños de pequeños negocios pueden no detectar porque el dinero no va dirigido a los gastos", explica Jones.
En febrero del año pasado, en tanto, Dickinson se declaró culpable de conspiración para cometer fraude e intentar interferir con las leyes del IRS. Fue sentenciado a tres años de prisión y a devolver más de US$300.000.
Una Muerte en la Familia
Algunas veces no sólo el éxito distrae a los empresarios independientes. Problemas personales también pueden hacer que dueños dejen sus negocios expuestos a un fraude. Interactive Solutions Inc. de Memphis, Tennessee, es un ejemplo. En 2002, la compañía de videoconferencias logró sus más altas ventas hasta ese momento, de alrededor de US$6 millones, y registraba márgenes de ganancia de dos dígitos.
"Las cosas iban tan bien que me compré un BMW 525 como mi auto laboral y lo pagué en efectivo", señala Jay Myers, de 53 años, el fundador y presidente ejecutivo de la empresa.
En medio del éxito, Myers sufrió una pérdida personal: su hermano, John, murió a los 50 años. Ambos eran muy cercanos y Myers comenzó a tomarse días personales durante el período de luto. Dejó de dedicarle tanta atención a las finanzas y dependió mucho de Linda Merritt, una contadora que había contratado justo un mes antes de la muerte de su hermano.
El robo –a través de bonificaciones falsas y decenas de comisiones ficticias, según evidencia presentada en la corte– no fue difícil de detectar. Cuando el auditor externo le mostró a Myers los pagos, entendió lo que sucedía. "Algunos estaban a nombre de la recepcionista, que no recibe comisiones. Me sentí tan estúpido por no saber lo que pasaba", afirmó.
En noviembre de 2005, Merritt se declaró culpable de malversación de fondos y ahora purga una condena de ocho años de cárcel.
Nueva Vigilancia
Desde el fraude, Interactive Solutions se ha recuperado. Las ventas crecieron más del doble, a alrededor de US$14 millones al año.
En Couvrette Building Systems los trabajadores continúan trabajando. Matt Musselman, un ingeniero del equipo de investigación, diagrama cajeros automáticos con paneles solares para Wells Fargo & Co. "Ahora nos lanzamos a la tecnología verde", dice Musselman.
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