lunes, 7 de febrero de 2011

Isaac Mao: "La censura genera mucho temor en la población"

Isaac Mao, primer bloguero chino: La mitad de los internautas en China "se comunican mediante blogs o sistemas de microblog parecidos a Twitter"

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Por María Trullàs para El País
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Isaac Mao fue el primer bloguero en China. Escribió su primer post en 2002 y se ha convertido en un referente en la lucha contra la censura que el gobierno de su país aplica sobre la información. En 2007 escribió una carta abierta a Google, criticando la estrategia que la empresa aplicaba a sus resultados de búsqueda y filtrado de palabras clave en China. Mao es autor del libro Sharismo: Una revolución de la mente, donde habla sobre los beneficios de compartir información y trata conceptos relacionados con la inteligencia colectiva. Entre otros cargos, es director de la Social Brain Foundation, que tiene como objetivo promover los medios de comunicación social y la cultura libre en su país mediante el libre acceso a la información. Recientemente ha sido nominado al premio periodístico Index of Censorship, concedido en Gran Bretaña, que galardona a quienes trabajan activamente a favor de la libertad de expresión. Mañana charlará enCaixaForum (Barcelona) sobre el papel de las nuevas tecnologías en el turismo asiático, invitado por Casa Àsia.

Pregunta: ¿Cómo lo hace el gobierno chino para censurar el contenido en Internet?

Respuesta: El gobierno chino destina millones de dólares en su infraestructura de censura, que intenta rastrear y monitorizar toda la información de la Red. Existen dos niveles: por un lado se bloquean contenidos creados fuera de China y por otro se restringe la información creada dentro del país. Ése es el principal problema porque toda la información creada y publicada por los ciudadanos es susceptible de ser bloqueada, pero no sólo eso: los informáticos del gobierno pueden acceder al origen de la información y si el gobierno lo considera oportuno, cualquier persona puede ser arrestada debido a que ha creado contenido considerado inoportuno. Eso realmente genera mucho temor entre la población.

P: ¿Qué tipo de información es la más susceptible de ser censurada?

R: Principalmente toda aquella información que hable de política, democracia, libertad, etcétera. Nosotros llamamos a la censura El Gran Cortafuegos, una referencia a la Gran Muralla, pero en Internet . Hay muchas palabras clave censuradas, que a día de hoy están afectando incluso a las nuevas tecnologías y al avance informático. Por ejemplo, el número 64, o 6.4, está censurado en las búsquedas porque el gobierno considera que la gente lo puede relacionar con los hechos de la plaza de Tianenmen, ocurridos el 4 de junio de 1989 (el número 6 corresponde en el calendario al mes de junio). Recientemente, un programa informático lanzó su versión 6.4. Inmediatamente, su página fue bloqueada por este motivo.

P: ¿La población es consciente de estas restricciones en la información?

R: El nivel de conocimiento es muy superior desde las Olimpiadas de Pekín en 2008. El gobierno levantó la censura durante el tiempo que duraron los Juegos Olímpicos. De repente, la gente tenía acceso a páginas en Internet que jamás antes había visto. Cuando los Juegos acabaron, la censura volvió. A día de hoy, cerca de un 80% de la población sabe que el gobierno aplica la censura sobre los contenidos, y un 10% de la ciudadanía lucha activamente en contra de ella. El término Fan Qiang, que podría traducirse como "escapar de la censura", es cada vez más común entre los creadores de contenidos de Internet. La gente intenta aplicar el Fan Qiang.

P: ¿Cómo se puede escapar de la censura en ese contexto?

R: Realmente no existe una lista de palabras o conceptos que estén abiertamente censurados, con lo cual es complicado poder escapar de la censura. De todos modos, hay temas, como la política, que todos saben que mejor no abordarlos abiertamente. Pero claro, algo como lo del 64, ¿quién se podía imaginar que el gobierno había aplicado la censura sobre este número? Hay una gran confusión en realidad. Ese es el gran problema de la censura: nadie sabe a ciencia cierta qué y por qué se censura según qué contenido y no otro.

P: Usted fue el primer bloguero en China. ¿Cómo se encuentra la blogosfera en el país actualmente?

R: En 2002 todos los blogueros nos conocíamos. Éramos muy poquitos. Dos años después, los blogs empezaron a ser algo popular y había como medio millón de personas con uno propio. A día de hoy, es muy difícil decir el número exacto de blogueros, pero debe de haber como unos 60 millones activos. Si contamos también los microbloggers, entonces el número crece exponencialmente. Seguramente la mitad de los internautas en China se comunican mediante blogs o sistemas de microblog parecidos a Twitter.

P: ¿Qué pasa con los blogs y los blogueros que el gobierno bloquea por censura?

R: Depende de quién haya detrás del blog. Recientemente, la esposa de un importante activista político en China tuvo que alojar su blog fuera del país y pudo seguir publicando. En otros casos los informáticos del gobierno consiguen bloquearlos antes de que estos lleguen a alojarse fuera de nuestras fronteras. Estos blogs que se encuentran fuera de China suelen ser accesibles dentro del propio país, porque el sistema de censura tampoco es infalible.

P: ¿Cuál es la situación para las redes sociales como Facebook?

R: Están totalmente prohibidas. Hay muchas personas que consiguen acceder a estos sitios mediante el uso de la técnica, pero siguen siendo una minoría. En China existen redes sociales del país, al igual que sitios de microblogging tipo Twitter. En este caso existe Sina, que es una réplica de Twitter. La única diferencia es que Sina tiene 700 contratados que filtran todo el contenido. De esa manera, colaboran con el gobierno. ¿Se imagina a Twitter haciendo eso? ¡No! Por eso Twitter no puede ni estar ni competir en China.

P: En cuanto a los buscadores en China, ¿cómo interactúan empresas como Google en ese mercado?

R: En el caso de Google, la empresa opera en el país, pero el año pasado retiró sus servidores en China para llevarlos a Hong Kong. Eso conlleva problemas como la lentitud de la conexión con el servidor o problemas relacionados con la censura. Se supone que en Hong Kong la censura no existe pero aún así, hay gran cantidad de contenido bloqueado para las búsquedas en Google que se realizan desde China. Por ejemplo, si usted escribe el apellido de cualquier mandatario del gobierno chino en Google, conectándose desde China, no importa que el servidor esté en Hong Kong: el contenido sigue bloqueado. El gobierno se ocupa de ello.

P: ¿Las empresas que operan en Internet reciben instrucciones del gobierno?

R: Sí, Google ha recibido llamadas constantemente del gobierno chino, obligándoles a bloquear contenidos específicos y palabras clave. Google debería seguir sus principios, que se basan en la libre circulación de información, y no sucumbir a los deseos ocultos de mi gobierno. La población está confundida con los pasos que ha dado Google en nuestro mercado, porque no ha sido clara con su estrategia. La gente prefiere seguir usando el buscador más popular, Baidu, a pesar de que se sepa que bloquea también muchas informaciones.

P: ¿Por qué la gente prefiere usar Baidu, un buscador con el sesgo de la censura, apoyado por el gobierno, y con su domicilio fiscal en las Islas Caiman? ¿Los internautas son conscientes de eso?

R: Sí, yo diría que muchos internautas saben esta situación de Baidu. Lo siguen prefiriendo por varios motivos. Uno de ellos es la campaña que el gobierno hizo en contra de Google: decían que Google era un buscador lleno de contenido pornográfico y pervertido. El gobierno es muy influyente en la mente de muchos chinos. Podría decir que existe un lavado de cerebro colectivo, y la ciudadanía sigue las instrucciones que recibe sin apenas pensar. Pero la diferencia clave entre Baidu y Google es que Baidu provee contenidos que Google no puede ofrecer a sus clientes, porque Google se rige por las leyes y normas norteamericanas y Baidu por las chinas. Así, Baidu ofrece la posibilidad de descargarse material y ficheros, como música que tiene copyright en otros países, de manera gratuita, sin recibir ningún castigo gubernamental. Eso es impensable para Google, va en contra de su política global y en contra de las leyes de su país, Estados Unidos.

P: ¿Cambiaría algo del contenido de la carta que usted escribió a Google en 2007?

R: Sí, les pediría que cuiden a sus usuarios. Son todavía varios millones de personas que usan Google, que no usan Baidu ni lo usarán nunca, justamente porque están en contra de toda esa violación de los derechos de propiedad intelectual. Aconsejaría a Google que siguiera diseñado nuevos productos tecnológicos para el mercado chino que ayudaran a esquivar la censura de alguna manera. Tecnológicamente es posible, y eso aseguraría a Google poder seguir los principios en los que se basan sus resultados de búsqueda en otros países.

P: Usted aboga por la filosofía de compartir. ¿Cómo convive su filosofía, que se basa en que quien más comparte, más recibe, en un país donde no existen leyes que regulen la propiedad intelectual?

R: Intento explicarle a la gente la idea de compartir, a la vez que estoy a favor de que existan leyes que protejan la propiedad intelectual. Pero el gobierno permite la copia desmesurada porque quieren que el país tenga la mejor tecnología, aunque no sea creada ni inventada por ellos. El sharismo lo que propone es que si la información y los contenidos se comparten libremente, cualquier persona podrá señalar con el dedo a quien copie la idea de otro, porque siempre podrán atribuir nombre y apellidos a quien lo creó por primera vez. Quien comparte, pone a la luz su conocimiento, y obviamente es técnicamente posible saber quién lo creo primero. A día de hoy los internautas que han entendido el concepto ya protegen entre ellos el copyright de sus contenidos.

P: ¿Ve un final para la censura en Internetl?

R: A pesar de que hay información que sigue sin llegar, por ejemplo los conflictos en Oriente Medio, China está cambiando mucho internamente. Digamos que existe un cambio pasivo, porque las audiencias se transforman. La gente joven cada vez está más conectada con el mundo. Aparecen nuevas tecnologías, nuevos medios internacionales. La gente viaja y conoce. Además, los jóvenes no le temen tanto al gobierno. Quiero ser optimista y pensar que las cosas cambiarán mucho los próximos tres años. Seguirán creciendo las maneras de saltar la censura, y aunque ésta sigue existiendo e incluso endureciéndose, ya no tendrá sentido.

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