miércoles, 23 de febrero de 2011

La guerra de medicamentos se traslada a Brasil: Empresas farmacéuticas luchan por sus genéricos

Cuando Pfizer, el mayor fabricante de medicamentos del mundo, adquirió un 40% de la empresa farmacéutica de genéricos Laboratorio Teuto Brasileño, en octubre del año pasado, los observadores de la industria no se sorprendieron. Pfizer no es el único gigante del sector que le ha echado el ojo a la industria farmacéutica brasileña y a su pequeño nicho de genéricos en franca expansión. Un año antes, la francesa Sanofi-Aventis compró Medley, principal marca de genéricos del país con una facturación anual de US$ 286 millones en una transacción de US$ 679 millones.

Según los expertos, es posible que se produzcan otros negocios parecidos. "Las grandes compañías farmacéuticas de todo el mundo pasan por un momento difícil ya que no se ha hecho ningún descubrimiento espectacular de medicamentos que pueda convertirse en un éxito de ventas. Los ingresos de las empresas están disminuyendo y la investigación está sufriendo recortes", dice Odinir Finotti, presidente de Pró Genéricos, asociación comercial brasileña que representa a 95 empresas farmacéuticas de medicamentos genéricos. "Por lo tanto, su estrategia ha sido, en parte, comprar las empresas de genéricos, porque en ese sector ha habido crecimiento".

Y, de hecho, la industria ha crecido. En Brasil, las ventas de genéricos—reproducciones casi idénticas de medicamentos cuya patente ha expirado y que son comercializados y distribuidos sin protección de patente— el año pasado aumentaron un 53% respecto al año anterior y hoy se sitúan en torno a US$ 3.500 millones, según Pró Genéricos. En general, Brasil ha vendido más de 330 millones de unidades en 2010, frente a cerca de 233 millones de unidades de medicamentos genéricos en 2007.

Pero existe aún un gran potencial por explorar: menos del 25% de los medicamentos vendidos en Brasil son genéricos, mientras que en EEUU ese porcentaje es del 50% y del 45% en la Unión Europea, según Pró Genéricos. Pero Brasil es, con diferencia, el mayor mercado de genéricos de América Latina. La empresa de investigaciones y negocios RNCOS prevé que el mercado brasileño de medicamentos genéricos, evaluado en R$ 4.500 millones (US$ 2,700 millones), registrará un índice de crecimiento anual compuesto del 19% en el transcurso de los próximos dos años.

Ese potencial no ha pasado desapercibido para Pfizer, con sede en Nueva York. Con el apoyo de la reciente adquisición en Brasil, la empresa pretende recuperar el terreno perdido después del fin de la patente de Lipitor, un medicamento de US$ 11.400 millones para la reducción de los niveles de colesterol, añadiendo su versión genérica al porfolio de 250 productos de Teuto. Tal vez lo más importante de todo esto sea el hecho de que el acuerdo ofrece a Pfizer la posibilidad de adquirir el control total de Teuto en tres años, lo que convertirá a la empresa americana en una compañía farmacéutica de genéricos de facto, y a Teuto, en algo del pasado.

Genérico: el superhéroe

En general, las perspectivas para la industria farmacéutica brasileña parecen más prometedoras que hace algún tiempo. "Creo que habrá crecimiento en ambos lados de la industria, aunque los genéricos continúen por delante del resto del sector", dice Felipe Monteiro, profesor de Gestión de Wharton. "Brasil es un mercado serio para esas empresas. Ahora forma parte de una partida internacional de ajedrez: se producen medicamentos en general y genéricos de bajo coste que se exportan a Chile o a Europa.

"Brasil no siempre ha formado parte de ese juego. La historia de los medicamentos genéricos en el país nace hace algunos años, en una época en que el servicio público de salud tenía dificultades para suministrar medicamentos gratis a centenares de miles de pacientes con VIH. En 2004, el ministro de Salud pidió a los laboratorios Abbott, multinacional fabricante de Kaletra, medicamento para portadores de VIH-sida, que redujera el precio del medicamento en un 42%, o a US$ 0,63 el comprimido, pero no obtuvo los resultados esperados. En aquella época, el Gobierno gastaba US$ 1,4 millones en la droga. Esa cantidad subió a US$ 95 millones al año siguiente. Fue entonces cuando el ministro hizo una amenaza final: quebrantar la patente del medicamento recurriendo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que permite hacerlo en casos de emergencias serias para la salud.

Antes, sin embargo, de llevar el caso a la OMC, Abbott acordó reducir el precio de Kaletra y mantenerlo estable durante seis años. Ese acuerdo, que termina este año, permitió al Gobierno ahorrar un total de US$ 339,5 millones, según el ministerio de Salud.

Así, Kaletra fue salvado de la licencia obligatoria —que permite al Gobierno forzar a una empresa fabricante de un medicamento patentado a compartir con el Estado sus datos—, pero Efavirenz, de Merck no corrió la misma suerte. La violación de la patente del medicamento, un tipo de droga que hace más lento el avance del VIH, hundió el precio de la unidad de US$ 1,56 a US$ 0,44 y ahorró R$ 60 millones a las arcas brasileñas, según informa el ministerio de Salud. En 2009, el Gobierno cedió los derechos de fabricación del medicamento al laboratorio brasileño Fiocruz. De los 630.000 pacientes con VIH en Brasil, cerca de 85.000 reciben el fármaco como parte del tratamiento de salud financiado por el Estado.

Problemas de frontera

El crecimiento de la industria brasileña de genéricos también ha generado enfrentamientos en otras partes del mundo. Según un informe de la agencia Bloomberg, compañías farmacéuticas del tamaño de Sanofi-Aventis, Novartis y Eli Lilly no se sienten para nada satisfechas con el crecimiento de las exportaciones de genéricos de Brasil y de India y han alertado a las aduanas de la UE sobre la posibilidad de que esos países estuvieran exportando medicamentos sospechosos de violar la propiedad intelectual. Después de cerca de decomisar 17 envíos de medicamentos genéricos de origen indio en las fronteras de la UE en un periodo de un año, los dos países emergentes protestaron.

En una declaración conjunta de enero de 2009, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil y el ministro del Comercio de India dijeron que la política adoptada por la UE era incompatible con las normas de la OMC y tenía "un impacto muy negativo sobre el comercio legítimo de medicamentos genéricos, sobre el comercio sur-sur y sobre las políticas nacionales de salud pública". En diciembre de 2010, India y la UE hicieron las paces y evitaron recurrir a la OMC, una actitud que fue bien recibida por el ministerio de Salud de Brasil.

El Gobierno brasileño no tiene ningún problema en impulsar su industria de medicamentos genéricos, observa Eduardo J. Gomez, profesor de Políticas públicas de la Universidad de Rutgers. Gomez está actualmente investigando para escribir un libro en que compara las respuestas de Brasil y de EEUU al problema del sida y otras enfermedades. Las compañías farmacéuticas globales "creen que el Congreso brasileño puede violar las patentes de medicamentos complejos y caros, tal y como amenazaron hacer con Abbott. Eso nunca lo han hecho, al menos hasta ahora", dice. "Mientras tanto, esas amenazas han sido lo bastante graves para que grandes compañías farmacéuticas multinacionales, como Pfizer, tomen en serio a los grandes laboratorios brasileños".

Sin embargo, las multinacionales farmacéuticas no pretenden liberar sus patentes sin antes ofrecer una buena pelea. Pfizer, por ejemplo, ha presentado al menos 60 demandas judiciales para extender el plazo de vigencia de las patentes que estaban a punto de expirar, informó la Folha de São Paulo hace un año. Ante la imposibilidad de hacerlo, la estrategia parece ser comprar las empresas que producirán y venderán en el futuro las versiones genéricas de los medicamentos. Respecto a los laboratorios de genéricos brasileños, están atentos al comportamiento de las grandes compañías farmacéuticas, lo que explica, por ejemplo, el diálogo entre Eurofarma y Ache en torno a una posible fusión y salida a bolsa de las acciones de la nueva empresa de R$ 3.300 millones en BM&F Bovespa, bolsa de valores brasileña.

En los últimos dos años, Eurofarma ha reaccionado a los cambios intentando fortalecerse a través de varios acuerdos regionales. El año pasado, por ejemplo, la empresa compró las chilenas Volta y Farmindustria, además del laboratorio uruguayo Gautier, desde hace 93 años en el mercado, y antes había adquirido el laboratorio argentino Quesada, en 2009.

Producción local

En medio de todo eso, se espera que las ventas de los genéricos crezcan más deprisa que las del sector farmacéutico en general, representando más del 20% del mercado brasileño a finales de este año, según el informe de 2010 de Epsicom Business Intelligence de Reino Unido.

Como la mayor parte de las inversiones en medicamentos genéricos está dirigido al sector de producción, los investigadores de RNCOS creen que Brasil se convertirá en un polo de fabricación del sector compitiendo directamente con China e India, además de proporcionar una plataforma para que las multinacionales desarrollen y vendan versiones de marca y genéricos de medicamentos de patentes vencidas a otros mercados latinoamericanos, o incluso a mercados más lejanos.

El Gobierno brasileño ha invertido bastante en el sector. Desde 2008 inyectó R$ 4.000 millones en laboratorios privados de investigación médica, de equipamientos, agentes químicos y materiales de diagnóstico. Uno de sus principales objetivos es hacer que los laboratorios domésticos innoven y amplíen sus relaciones con los laboratorios globales de I&D, como Fiocruz. Hace dos años, Fiocruz se asoció con el laboratorio ucraniano Indar para la transferencia de know-how con el objetivo de fabricar en Brasil medicamentos a base de insulina. El acuerdo, de US$ 200 millones, permitió que medicamentos de ese tipo fueran fabricados por primera vez en Brasil. Relaciones así, incentivadas por el Gobierno, pueden ayudar a Brasil a satisfacer por lo menos un 25% de sus necesidades de insulina, o en torno a 50 millones de dosis anuales en el futuro próximo, según informaciones del ministerio de Salud.

El año pasado, los laboratorios brasileños produjeron en torno a 22 medicamentos diferentes de patente expirada para Alzheimer, hemofilia, osteoporosis, sida, asma y mucha otras enfermedades, lo que permitió al Gobierno ahorrar cerca de R$ 170 millones al año en las compras de medicamentos para los hospitales federales, lo que corresponde a cerca de un 14% del presupuesto del ministerio de Salud en medicamentos.

El Gobierno afirma que su compromiso está con la fabricación de medicamentos baratos y de calidad para su distribución por todo el país. Lo que sobra será exportado. De momento, esta cantidad es pequeña. El déficit comercial brasileño en los mercados de medicamentos fue cerca de R$ 4.000 millones en 2010, según estimaciones de RNCOS. De los 2.792 genéricos registrados en Brasil, un 90% son producidos internamente. Especialistas locales, sin embargo, dicen que la industria brasileña de productos farmacéuticos aún está dando sus primeros pasos. Ahora es el turno de los fabricantes locales de medicamentos, Eurofarma, Ache y otros, para reforzar las inversiones en I&D y sacar al mercado patentes propias. Según dijo Finotti, de Pró Genéricos, "no podemos tener un mercado dominado exclusivamente por el crecimiento de los genéricos".

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