La historia de los genéricos en Brasil se inicia con la definición de la Ley de Patentes de 1996, que reglamentó el Instituto de Patentes del país, dando carácter internacional a la noción de que existen derechos de explotación sobre un determinado producto, servicio o idea innovadora. Con esta iniciativa, el Gobierno brasileño decidió reglamentar el sector de los medicamentos, uno de los más criticados hasta ese momento por no respetar los derechos internacionales de patentes. Brasil se había convertido en el paraíso del fraude farmacéutico, incluyendo la práctica de copiar medicamentos sin pagar los derechos correspondientes.
En 1999, el Gobierno aprobó la Ley de Genéricos, permitiendo a las empresas fabricar legalmente medicamentos genéricos que eran copias perfectas de las drogas patentadas. El resultado de esto fue la introducción de los genéricos en Brasil, una situación que claramente incomodó a los grandes laboratorios. La relación entre ellos y los productores de genéricos acabó por estabilizarse, a pesar del significativo crecimiento de la participación de los genéricos en el mercado. Actualmente, del total de unidades producidas en el mercado nacional de medicamentos, el 11,6% son genéricos de acuerdo con las cifras del tercer trimestre de 2005. En el ítem facturación, el porcentaje de participación de este segmento se sitúa en un 9,05%.
Según Vera Valente, directora ejecutiva de Progenéricos, la Asociación Brasileña de la Industria de Medicamentos Genéricos, “el mercado de genéricos en Brasil ha crecido progresivamente, mes a mes, desde su lanzamiento. El crecimiento se ha producido en el número de unidades, que es lo más importante, y en valor. Y mientras en los últimos cuatro años, el mercado farmacéutico ha estado prácticamente paralizado; el mercado de genéricos ha crecido mucho y continúa haciéndolo”.
Si se tienen en cuenta solamente los productos patentados que dejaron de serlo, los genéricos robaron una parte considerable del mercado a los blockbusters, medicamentos de marca de los laboratorios internacionales, comenta Valente. “Hemos realizado un análisis tomando los 50 principales productos del mercado farmacéutico sin patentar y lo comparamos con la introducción de los genéricos: se ha pasado de una participación mínima en el 2001 a más del 40% del mercado actual”.
Jorge Raimundo, presidente del Consejo Consultivo de Interfarma, Asociación Brasileña de Investigación Científica que representa a grandes laboratorios internacionales. Él y otros ejecutivos de los grandes laboratorios internacionales afirman que la convivencia con los genéricos no supone ningún conflicto. “Si el producto pasa por la bioequivalencia, por la bioestabilidad, por la biodisponibilidad, cuenta con un método de fabricación perfecto y se ha cumplido el plazo de la patente, lo más justo es dar entrada a los genéricos”, dice. Y es que en su opinión, la industria farmacéutica de investigación científica cuenta con una importante ventaja competitiva. “Todos los laboratorios cuando descubren, inventan y lanzar un producto, tienen en todo el mundo – y Brasil ya no es un excepción- un período de exclusividad garantizado por ley para que explotar el objeto de su patente. Por tanto, no veo ningún inconveniente en que cuando la patente expire entre el genérico”, dice.
Raimundo explica que, cuando se introdujeron los genéricos, parecía que la industria farmacéutica estaba en contra de ellos, pero no era así. “Estábamos en contra de lo que se vendía como genéricos, los medicamentos similares que pasaban por genéricos”, aclara, sugiriendo que los productores de similares intentaban que sus productos se confundieran con los genéricos.
Los fabricantes de genéricos también consideran a los productores de medicamentos similares el gran problema del mercado, ya que no invierten en investigación y tampoco buscan bioequivalencia y biodisponibilidad para ajustarse a la ley. Estos medicamentos actualmente representan más del 40% del total del mercado farmacéutico. “Tenemos un enemigo común: los similares… La competencia entre genéricos y productos de marca cada vez es más equilibrada y nos damos cuenta que cada uno tiene su cuota de mercado”, señala Valente.
La función social del medicamento genérico
Aparte de las posibles diferencias entre los actores del sector de la industria farmacéutica, en el campo académico, los genéricos son vistos como un factor extremadamente positivo en la democratización del acceso a los medicamentos.
De hecho, el desarrollo de la industria de genéricos en Brasil ha permitido reducir el coste de los medicamentos. Según el profesor Geraldo Alécio de Oliveira, coordinador del curso de farmacia de la Universidad Anhembi Morumbi, “con la liberación de las patentes de los medicamentos que ya habían sobrepasado el tiempo límite, los precios cayeron entre un 30% y un 40%. De esta manera, el medicamento genérico cumple una función social muy grande porque en realidad uno de los grandes problemas del país es que la población que gana hasta tres veces el salario mínimo (el equivalente a 900 reales o un poco más de 400 dólares) no puede costearse la salud ni los medicamentos. Con la introducción de los medicamentos genéricos, la población pobre empezó a tener un mayor acceso a los remedios, cosa que antes no pasaba”.
Naira Villa Lobos Vidal de Oliveira, una farmacéutica activa en el Ministerio de Salud y el departamento de farmacia de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) también elogia el programa por la calidad del producto. La ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) invirtió mucho en la inspección de los laboratorios que empezaron a producir genéricos. Esto es algo que se necesitaba, teníamos un serio problema de calidad de productos fabricados en Brasil”.
Para ella, lo importante es que las personas están en mejores condiciones para comprar medicamentos, sin embargo, advierte que aproximadamente un 40% de la población continúa sin poder hacerlo. “La situación mejoró para las personas que ya podían comprar y lo hicieron a precios menores”, señala.
La paralización del mercado
Al contrario de lo esperado, se produjo una sustitución de los fármacos de marca más caros por genéricos más baratos entre aquellos que ya eran consumidores. Mucha gente había anticipado un aumento del número de compradores con la entrada al mercado de personas de baja renta que pasarían a comprar medicamentos genéricos. Esto no ocurrió. “En 1997, por ejemplo, antes de la introducción de los genéricos, se vendían en Brasil, 1.350 millones de unidades; hoy, la industria va a terminar el año vendiendo 1.350 millones de unidades”, dice Raimundo. Es decir, “estamos vendiendo exactamente lo que vendíamos antes de los genéricos. Lo que se ocurrió fue que el consumidor de clase media compró medicamentos genéricos en lugar de productos de marca”.
Geraldo de Oliveira considera que la Ley de Genéricos, en realidad afectó a las grandes industrias farmacéuticas. Para el profesor, la ley “benefició a muchos laboratorios menores, muchas de ellos nacionales, que tuvieron que producir esos medicamentos a un coste mucho menor… en realidad, tenemos un grupo de medicamentos más baratos, que son los genéricos, con la misma calidad y eficacia que los medicamentos de referencia más caros. Esto ha reducido las ventas de los grandes laboratorios internacionales y por eso se resisten a aceptar los genéricos”.
Por otra parte, en su opinión, la adopción de los genéricos contribuye al avance de la producción nacional. “En la industria farmacéutica, hubo un gran movimiento de contratación (de personal) en los laboratorios nacionales. Estos laboratorios han crecido con la industria de genéricos. Hoy por hoy, yo diría que han adquirido una cierta parte del mercado”. Los propios laboratorios internacionales, comenta, están entrando en el segmento de genéricos como es el caso de Novartis. “O sea, no son solamente los laboratorios nacionales los que producen genéricos. Como los grandes laboratorios internacionales perdieron parte del mercado, también empezaron a invertir en el mercado de genéricos”.
La expectativa para el segmento de los genéricos es que el crecimiento observado hasta ahora tienda a extenderse a medio plazo. “Su meta es conquistar más del 20% del mercado de medicamentos en los próximos años”, señala Valente.
¿Una confrontación costosa?
El Gobierno brasileño hace hincapié en demostrar que en la cuestión de los genéricos está dentro de las “leyes y derechos” que rigen la economía de mercado mundial. Sin embargo, algunas actitudes del Gobierno provocan malestar en la industria farmacéutica. Tal y como pasó durante el Gobierno del Presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), cuando el entonces Ministro de la Salud amenazó varias veces con violar las patentes de los medicamentos que componen el cóctel para combatir el SIDA con el objetivo de bajar los precios de compra de estos productos, el actual Gobierno ha adoptado una estrategia parecida.
Recientemente, durante la negociación del precio con el laboratorio estadounidense Abbott, el Ministro de Salud amenazó con violar la patente del medicamento antiretroviral Kaletra (uno de los componentes del cóctel contra el SIDA). A pesar de que la amenaza no se ha consumado porque el laboratorio estuvo de acuerdo en reducir en un 46% el precio del remedio -distribuido gratuitamente a alrededor de 163 mil pacientes portadores del virus HIV de los 600 mil existentes en el país- y el Gobierno decidió mantener la patente intacta, los efectos de la iniciativa pueden perjudicar al país.
“La amenaza de violación de patentes ha hecho que la industria de investigación científica en Brasil se haya reducido hasta los 20.000 del total de los 24.000 empleados con los que contaba en 1999”, dice Raimundo. “Brasil atraía inversiones del orden de 350 millones de dólares anuales hasta 1999 y este año esta cifra se ha reducido hasta los 90 millones de dólares. Las inversiones se están trasladando a México, Corea y otros países. La investigación utiliza mucho dinero, mucha gente, mucho tiempo”.
“Cuando se invierte en alguna cosa se presume que se adquiere el derecho a la propiedad intelectual”, dice Raimundo. “Pero cuando se amenaza al inversor extranjero y se le dice: “Mira que voy a violar la patente de SIDA; el inversor en el exterior dice: 'Hoy violan la de SIDA, mañana harán lo mismo con la de cardiología, pasado mañana con la de analgésicos…' Si se amenaza de violar una, se está mucho más atento ante la posibilidad de que se violen otras”.
Ante esto, la industria farmacéutica está siendo muy precavida ante nuevas inversiones en el país, comenta Raimundo. “Es triste ver que un país como Brasil, tan grande, haga una amenaza que va en contra de los acuerdos internacionales… Lo que no nos parece justo es que el Gobierno amenace con violar la patente, porque, según alega, no tiene dinero cuando se vende más barato en Brasil que en cualquier lugar del mundo. Es una medida sumamente desagradable, inoportuna y que solamente creará problemas a la entrada de capital en Brasil”.
Geraldo de Oliveira no está de acuerdo con esto y defiende una visión social del problema del SIDA. “Hoy en día, la industria de medicamentos es una de las que más gana en el mundo. Si se viola la patente de una de esas poderosas industrias siempre se va a generar una guerra. Me parece que el fundamento social es muy grande… pienso que la violación de las patentes de los antiretrovirales no es un asunto político, sino que pasa a ser un asunto de necesidad para los países que realmente quieran tratar a los portadores del virus HIV… Como profesional del área defiendo la violación de las patentes”, dice, y añade: “claro que con algún retorno para los laboratorios, porque ellos no pueden investigar nuevos medicamentos sin tener ningún retorno”.
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