lunes, 9 de agosto de 2010

Gigantes digitales contra la seguridad del estado



En realidad, el tema es la seguridad de regímenes como China, Birmania, Zimbabwe, Norcorea, Cuba, Irán, etc. Pero el trasfondo es un choque entre ellos y la globalización vía Internet o redes sociales, que desvela también a las democracias.

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Durante años, el discurso globalizador –cristalizado en el consenso de Washington, 1989- vinculaba libertad económica con libertad política. No era así: los países autoritarios o totalitarios continúan usufructuando el legado de Milton Friedman sin cortapisas “democráticas”.

Richard M.Nixon y, especialmente, Henry Kissinger sabían que su revolucionaria apertura a China (1971) no presuponía cambios copernicanos en un país que jamás fue democrático. Al contrario, el capitalismo de estado impuesto desde 1978 nunca presupuso libertades civiles. “Google, Yahoo, etc. lo saben ahora y, por eso, privilegian los negocios sobre la ética”, señala el analista italiano Massimo Gaggi.

Los avances tecnológicos, por cierto, benefician a los regímenes dictatoriales tanto como a sus propios opositores internos. En occidente, las herramientas de Internet son aprovechadas por la pornografía infantil, el terrorismo internacional y todo tipo de abusos nada democráticos

Mientras Google o Yahoo se rinden al totalitarismo chino –lo harían ante el iraní si éste fuese lo bastante fuerte-, redes como Twitter o Facebook vulneran cada día la privacidad de la gente. De paso, desnudan los abusos secretos de la CIA tras los ataques de septiembre de 2001contra Manhattan y el Pentágono o los excesos en Afganistán.

Ahora le toca el turno a la canadiense RIM, fabricante del celular Blackberry. La empresa aceptó un diktat de Saudiarabia, estado islámico autoritario amigo de Washington, y cedió a los jeques control sobre el correo electrónico que circula por el reino wahhabí. Sin duda, aquella globalización tan lírica se ha derrumbado como su contraparte financiera, terminada de extinguirse con la crisis sistémica occidental de 2006/09 y la del endeudamiento en la Unión Europea, todavía en curso.

El caso Blackberry implica una peligrosa mutación, pues los mensajes se encriptan y son accesibles sólo vía servidores de RIM (Research in motion). Todos ubicados no en el desierto, sino en Canadá, EE.UU. y Gran Bretaña. En otras palabras, la censura saudí puede hoy entrometerse en países occidentales, además de estados tan poco democráticos como Indonesia, Omán o los emiratos del golfo Pérsico. Por si las moscas, Francia ha pedido a sus funcionarios no comunicarse por Brackberry y las redes sociales. No por buenos motivos, sino para frenar los escándalos alrededor de Nicolás Sarkozy o el grupo L’Oréal.

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