La propuesta es simple: en lugar de comprar servidores, almacenamiento o cualquier otro recurso informático, se alquila la capacidad o infraestructura de acuerdo con sus necesidades. Esto es, en pocas palabras, el concepto de cloud computing. La propuesta viene en diferentes sabores, como SaaS (sigla de “Software as a Service”) cuando se trata de aplicaciones, IaaS (“Infraestructure as a Service”) cuando es almacenamiento, procesamiento o ancho de banda, o PaaS (“Platform as a Service”), cuando lo que se alquila es un entorno para desarrollar y correr aplicaciones.
¿Ventajas teóricas? Inversión mínima para iniciar un proyecto sustentado en IT, control de la seguridad en manos de expertos, reflejo casi inmediato en los sistemas de las ideas de negocios y costo por uso (es decir, se paga sólo por la capacidad que se utiliza), entre los principales.
Ezequiel Glinsky, gerente del grupo de Nuevas Tecnologías para Microsoft Argentina y Uruguay, lo define así: “La nube es la disponibilidad de datacenters, con millones de servidores conectados entre sí y a Internet, que tienen la capacidad de proveer servicios de procesamiento, almacenamiento de información, base de datos, correo electrónico o servicios más especializados, como una aplicación de administración de clientes para una empresa”. Microsoft cuenta con la plataforma Windows Azure, desde la cual brinda servicios en la nube para grandes empresas, PyMEs e individuos.
Por su parte, Christian Rovira, responsable del área técnica de Servicios de Citrix, considera que, en la Argentina, existe un largo camino por recorrer con este tema, ya que falta que las compañías de Internet aumenten su oferta de servicio. “El sector, en general, se muestra expectante sobre cuál será el impacto en el ámbito empresario y entre los usuarios finales”, considera el ejecutivo.
Con los pies en la tierra
Más allá de la euforia que muestran los proveedores de tecnología relacionada con el universo cloud, la realidad indica que existen barreras que hacen que la adopción no se haya dado de un día para el otro. Victor Derbapyan, gerente de Ventas de VMware para el Cono Sur de Latinoamérica, sostiene: “Como todo modelo que implica un cambio en la forma de comercialización y adquisición de infraestructura, requiere de un plazo de conocimiento por parte del mercado del tipo y calidad de la oferta, qué implicancias y beneficios les traería a las organizaciones que adopten ese modelo y cómo los proveedores construyen su portafolio”. Afirma que existe una barrera concreta con las aplicaciones.
“Muchas necesitan un aggiornamiento para poder aprovechar mejor la nube”, sostiene. Pero la cuestión cultural tiene su peso. “Delegar el almacenamiento de la información privada de la empresa no tiene que ser un problema, en la medida en que se elija un proveedor confiable y con buena reputación y que se capacite a los empleados sobre las nociones básicas de seguridad que habrá que tener en cuenta”, asegura Joel Chornik, director de Elserver, una compañía que brinda servicios de cloud hosting.
Las variables que demoran la adopción de este concepto no se agotan en ese punto. Andrés Annoni, director Regional de Producto de IFX Networks, especializada en soluciones de comunicación, coloca la conectividad como una de las barreras. “Es muy importante garantizar el up-time de los accesos y elegir adecuadamente sus capacidades, pensando en los volúmenes de información a transferir, la performance deseada y los picos que pueden ocasionarse al acceder una determinada cantidad de usuarios en simultáneo”, apunta el ejecutivo.
Mariano Morano, gerente de Pre-Ventas de Novell, afirma que la principal barrera y el motivo por el cual el cloud no se adopta masivamente es la incertidumbre que genera respecto de temas clave, como la seguridad física, el governance, las finanzas, la administración y la parte contractual. “Hoy en día, el grueso de los proveedores de cloud tiene muy asentada el área de seguridad física, que incluye la parte contractual, pero la situación se vuelve más compleja cuando se indaga cómo se manejarán los procesos o cómo será el acondicionamiento de los servicios”, explica.
Para resolver entuertos, nació la Cloud Security Alliance, que propone fomentar el uso de buenas prácticas, reforzar las garantías de seguridad y brindar formación para todos los que quieren llegar a las nubes. En ese marco, Novell impulsa un programa de certificación para proveedores, el Trusted Cloud Initiative. Iván Arce, CTO de Core Security Technologies, se suma: “Al poner servicios en la nube, es necesario asegurarse de no perder el control de la seguridad ni de qué ocurre con la infraestructura, al tiempo que hay que considerar que se apliquen regulaciones y cuestiones normativas”.
El experto agrega que, en el modelo de cloud, identificar unívocamente dónde se ubica la información en algún momento dado o bajo qué jurisdicción es complicado. “Los datos pueden estar replicados en un data center de un proveedor en los Estados Unidos, Europa o Asia, o almacenados en un servidor que comparte información con todos los demás clientes”, explica.
¿Qué puede hacer quien no quiere sorpresas desagradables con su proveedor cloud? “Debe requerirle que tenga herramientas centralizadas de autenticación, control de acceso, provisioning. Insistir en la existencia de una auditoría en tiempo real e intentar que, siempre, los servicios recibidos estén basados en estándares”, recomienda Morano.
¿Barreras? ¿Qué barreras?
Gastón Fourcade, líder de Cloud Computing en la región hispana de América latina de IBM, agrega, como restricción, la falta de interoperabilidad entre diferentes clouds para minimizar las barreras de salida ante un cliente que quiera deshacer un contrato. “El trabajo en estándares hará que este inhibidor desaparezca rápidamente”, afirma.
Con esto en mente, Martín D’Elía, gerente de Marketing senior para América latina de Red Hat, explica que nube no hay una sola. “Las empresas deben concentrarse en diferentes nubes para definir el modelo técnico: la interna, que servirá para los sistemas internos, como ERP; y, luego, otras soluciones que ofrezca el mercado”. La compañía creó un proyecto, Deltacloud, que consiste en una interfaz común y de código abierto para acceder a cualquier cloud.
Sin embargo, Gabriel Marcos, gerente de Producto de Centros de Datos, Seguridad y Outsourcing para América latina de Global Crossing, aporta una visión diferente: “El modelo no tiene ninguna barrera particular en la Argentina, sino que sigue la dinámica de evolución propias de un esquema novedoso y disruptivo como es éste, en un país que no es cabecera de playa en adopción de tecnologías de información”.
El fervor cloud que muestran los proveedores del mercado pueden provocar que algunas empresas inviertan en el tema de manera apresurada. Lo mejor, no obstante, es seguir una serie de pasos para hacer las cosas bien. Morano recomienda, primero, hacer un discovery project sobre lo que cloud computing significa. Luego, definir los problemas principales que precisan resolverse internamente (costos, seguridad) para pasar, después, a identificar cuáles son los activos involucrados, sean sistemas, funciones, aplicaciones y procesos.
De gaseoso a sólido
El siguiente paso es analizar qué pasa si la información se torna pública, si el proceso está offline largo tiempo, qué ocurre si la información es accedida por un tercero que administra la nube. Una vez resueltos estos temas, hay que decidir qué activo puede subirse a una red pública, cuál a una red privada, si puede aplicarse el modelo SaaS... Lo que restará es elegir a los proveedores adecuados.
Para Marcos, no es recomendable volcar una infraestructura completa hacia el nuevo modelo. “Si no, desarrollar un plan de acción donde se prioricen los servicios con menos nivel de criticidad y que, a la vez, presenten las mayores ventajas financieras a corto y mediano plazo”, indica.
Según Derbapyan, el elemento clave para que una empresa pueda de-sarrollar su modelo de cloud es, en sus palabras, “contar con una infraestructura virtualizada y tener herramientas de management y de provisioning totalmente orientadas al manejo de ambientes compartidos y virtualizados, que abstraigan la plataforma de hardware subyacente”. Fourcade coincide: “Un cliente que está en proceso de convertir su infraestructura de IT y hacerla más eficiente a través de proyectos de virtualización se encuentra recorriendo el camino correcto para soportar una iniciativa de cloud”.
Rovira también se suma a este grupo: “En principio, una empresa debe poder contar con una infraestructura flexible que le permita dar el 100 por ciento de control a sus clientes.Tener el control y la administración de esos recursos es fundamental a la hora de acercarse a este modelo”.
Una verdadera ironía en estos tiempos: las compañías no pueden subirse a la nube, impedidas porque, en materia de este nuevo concepto, están, precisamente, en las nubes.
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