Por Peter Loftus para WSJ
El presidente ejecutivo de Eli Lilly & Co., John Lechleiter, tiene ante sí una de las peores pesadillas que puede enfrentar cualquier farmacéutica.
A partir de este año, perderá la protección de patente en Estados Unidos de ocho medicamentos en el mismo número de años, lo que les allana el camino a los competidores genéricos para comerse las ventas de Lilly. Estos fármacos generan en la actualidad en torno a 75% de su facturación.
Lechleiter, un veterano de la farmacéutica que ascendió a la presidencia en 2008, ha prometido amortiguar la caída de Lilly tras la pérdida de las patentes, centrándose más en el desarrollo de nuevas drogas experimentales.
Al mismo tiempo, Lilly está reduciendo costos, preparándose para la temida caída de las ventas una vez que expire la patente de su exitoso antipsicótico Zyprexa en octubre de 2011. El año pasado, la firma anunció planes para eliminar 5.500 empleos para fines de 2011.
Lechleiter, químico de profesión, compartió detalles de su estrategia en una entrevista en su oficina en Indianápolis:
WSJ: ¿Cómo se están preparando ante la ola de expiraciones de patentes?
Lechleiter: Estamos trabajando en la línea de fármacos más estimulante de nuestra historia, 65 [drogas experimentales] que se encuentran en alguna etapa de desarrollo clínico. Entre ellas destacan dos enfoques distintos que esperamos puedan tratar la enfermedad de Alzheimer.
WSJ: ¿Cómo motiva en estos momentos a los empleados de Lilly?
Lechleiter: Nuestra gente sabe que nos enfrentamos a un gran desafío. Saben que sacar [fármacos experimentales] de los proyectos en preparación en una industria como la nuestra es arriesgado. Intento recordarles que crean en nuestra capacidad de superar los retos. Esta es la naturaleza de los comentarios que les hago a los empleados en mi blog [interno], o cuando doy discursos. Todavía no uso Twitter.
WSJ: ¿Por qué evita una fusión como la compra que hizo Pfizer de Wyeth o la de Schering-Plough por Merck & Co. (conocida en América Latina como MSD)?
Lechleiter: No hemos visto evidencias de que las grandes compañías combinadas vayan a ser más innovadoras que Eli Lilly pese a gastar entre US$4.000 millones y US$5.000 millones anuales en investigación y desarrollo.
WSJ: Si no es con una fusión, ¿qué estrategias perseguirá Lilly en los próximos años?
Lechleiter: Preveo que trataremos de expandirnos en el área de la medicina diagnóstica, si bien no tenemos planes de adquirir una compañía de diagnósticos. Creo que podemos hacer ese trabajo con socios externos.
WSJ: ¿Qué están haciendo para aprovechar la recuperación económica?
Lechleiter: Nuestro negocio no suele depender mucho de alzas en el ciclo económico, ni se ve tan impactado en momentos de vacas flacas. Lo que nos es más significativo es el actual desafío que enfrentamos a la hora de posicionar nuestros productos dentro de sistemas de seguros de salud que están intentando responder a las demandas de los consumidores a la vez que controlan los costos.
WSJ: Las farmacéuticas han sido criticadas por cobrar mucho por sus productos. ¿Cuál es su reacción?
Lechleiter: En EE.UU., las medicinas representan tan sólo 10% del gasto total en sanidad. Creemos que las drogas usadas correctamente son la mejor oferta en el sector porque hacen que la gente se reincorpore a sus puestos de trabajo, evitando costosas cirugías y hospitalizaciones. Sin embargo, como solemos ser una parte muy visible de este presupuesto, siempre existe la tentación de decir: "Resolveremos nuestro problema recortando costos o limitando el acceso o aumentando los copagos de un medicamento específico".
Intentamos rebatir estas críticas cuando estamos convencidos de que esa medicina representa un aporte mayor al plan, o al país, en los casos en los que parecen prevalecer las consideraciones del precio. Es un desafío continuo y creo que el mayor que enfrenta la industria.
WSJ: Una gran parte de su facturación en todo el mundo procede de las compras de gobiernos, algunos de los cuales se encuentran cortos de dinero. ¿Qué está ocurriendo?
Lechleiter: El impacto de la recesión lo están sintiendo los gobiernos que sufren presiones presupuestarias, algo que vemos con claridad en Europa. España e Italia han anunciado planes de medidas de austeridad que probablemente afectarían la forma en la que nos reembolsan por nuestros productos.
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