Por Genaro Lozano, para El Universal
Genaro Lozano es politólogo e internacionalista
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Para Ariosto Martínez
Las redes sociales por internet, en particular Twitter y Facebook, están despertando un interés inusitado. Su potencial es tan versátil que lo mismo han sido usadas para fortalecer la cohesión social y la confianza interpersonal, dos de los principales objetivos para fomentar valores cívicos, que por gobiernos que buscan promover el interés nacional, su política exterior o para tratar de enmendar la plana a la información que usualmente no les es favorable. Precisamente en la revista Nexos de este mes, me refiero en un artículo a esos aspectos positivos de las redes sociales.
Sin embargo, las redes sociales por internet no sólo tienen el potencial de abrir la rendición de cuentas, de crear comunidades seguras, de promover el poder suave de un país, de ser un recurso de movilización de movimientos sociales o de difundir información académica y/o periodística. Las redes sociales también tienen límites y hasta un lado oscuro.
En paralelo al concepto de “capital social”, entendido en sentido positivo como el agregado de recursos en una red duradera que mantiene contactos más o menos institucionalizados y que dan apoyo y reconocimiento mutuo en una comunidad (Bordieu) y que puede coadyuvar a fomentar valores cívicos en una democracia (Gibson), otros académicos han desarrollado la idea de “capital social negativo”, entendido como “instrumentos de vigilancia, sospecha y exclusión, en lugar de vehículos para la integración social y la construcción de confianza interpersonal” (Wacquant).
En ese sentido, en países como Venezuela, una democracia iliberal como la llama el politólogo y periodista Fareed Zakaria, la entrada del presidente Hugo Chávez a Twitter puede en efecto tener un sentido contrario a la creación de valores democráticos. Chávez, o su asistente, usa su cuenta en Twitter, con más de 522 mil seguidores, para promover su revolución bolivariana y no como un instrumento de rendición de cuentas. Twitter al servicio de la propaganda casi gratuita de un régimen cuestionado.
De igual forma, hay ya varios casos de jóvenes estudiantes de escuelas secundarias y preparatorias en EU que no han podido mantener la presión de su vida real y su vida virtual. Alexis Pilkington, una joven de 17 años, se suicidó luego de abrir una cuenta en otra red social llamada formspring.me en la que los usuarios se conectan y reciben preguntas de otros usuarios. Alexis al parecer, y de acuerdo con los reportes de la policía neoyorquina, fue acosada con mensajes de odio y no pudo más.
Adicionalmente, así como estas redes sociales por internet pueden ser utilizadas por movimientos sociales que buscan abrir los espacios de inclusión y participación ciudadana, tratando de avanzar agendas no discutidas o relegadas por los actores formales en el poder, su versatilidad es tal que pueden ser usadas por grupos que promueven agendas distintas. Como ejemplo, los integrantes del llamado Tea Party Movement, que han sido llamados populistas y que están en contra de cualquier agenda de Obama, están esparcidos en estas redes, como también lo están los llamados Minutemen que persiguen a inmigrantes indocumentados en la frontera.
Asimismo, un debate aún necesario es el de los comunicadores, quienes tienen ya un canal formal para llegar a millones de audiencias en televisión y radio y que en Twitter son las verdaderas celebridades con miles de seguidores. Rush Limbaugh, Bill O’ Reilly, Glenn Beck y Lou Dobbs son comunicadores con agenda parecida al ala más conservadora del Partido Republicano, quienes en sus espacios informativos mezclan la información dura con el sesgo de la opinión. ¿Cómo están usando Twitter ellos y sus contrapartes mexicanas?
Finalmente, lo que parece un chiste, pero también es serio. Hay miles de usuarios de estas redes sociales que están pegados (estamos) a la computadora. Algunos siguiendo los debates como espectadores, otros difundiendo información falsa, unos más pidiendo rendición de cuentas a los políticos que están en ellas, otros detallando cada aspecto de nuestras vidas, viendo cómo la vida se nos escapa en 10 mil, 40 mil ó 65 mil twitts. ¿Ha bajado el uso de estas redes sociales la interacción personal cara a cara? ¿Sigue siendo importante conocer a tu interlocutor en persona? ¿Ya no existe la confianza interpersonal fuera del espacio virtual?
Por todo ello, las redes sociales tienen dos lados. Uno positivo sobre el que se pueden seguir escribiendo libros, académicos y periodísticos, pero otro negativo, que aún es tierra de investigación para ver el impacto que estas redes sociales tienen en la forma en la que nos relacionamos e interactuamos. Igualmente, la barrera natural: en un país con 110 millones de personas, con más del 45% de pobreza, con menos de 30 millones de usuarios con acceso a internet, cuántos mexican@s se están quedando fuera de lo que pasa en el universo de estas redes. Ahí uno de los retos de política pública: más educación y conectividad universal.
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