Por Miguel Angel Corro Manrique, director del Departamento de Economía y Finanzas del Tecnológico de Monterrey Campus Santa Fe, para CNNExpansión
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Cuando se habla de competitividad, irremediablemente se hace referencia a la pérdida de lugares en los distintos rankings de competencia global y México simplemente no camina. Varios empresarios han puesto "el dedo en la llaga": para competir, hay que empezar por respetar las reglas internas para neutralizar prácticas oligopólicas; hay que voltear a exigir a los bancos la fluidez de crédito como el oxígeno que requiere cualquier economía para crecer y hay que seguir desarrollando talento. Una responsabilidad que no puede esperar a la agenda política y tiene que ser asumida por la sociedad, sin bajar los brazos y trabajando con enfoque.
En México existen alrededor de 3 millones de empresas, de las cuales el 99.8% son micro, pequeñas y medianas (MiPYMES) -de acuerdo con el número de empleados- y su presencia es de vital importancia para la economía nacional ya que aportan más de la mitad de la riqueza del país y generan más de 7 de cada 10 empleos formales.
El entorno competitivo actual, caracterizado por un alto grado de competencia global en los mercados locales, ha obligado a estas empresas a buscar y adoptar mecanismos que les permitan mantener posiciones competitivas estratégicas y al mismo tiempo construir ventajas competitivas para mantener y aumentar su participación en los mercados en el mediano y largo plazos.
La competitividad de las empresas mexicanas no depende exclusivamente de su forma de gestión interna y externa o de su capacidad para entregar productos de alto valor agregado a sus clientes, sino que es resultado de la interacción de los diversos factores, que generan las condiciones de competitividad.
Como ocurre en varios países del mundo, especialmente en los latinoamericanos, las PYMES mexicanas enfrentan obstáculos de diversa naturaleza que nos les permite alcanzar los niveles de competitividad global que se requieren, no sólo para acudir a los mercados internacionales, sino para hacer frente a la hipercompetencia en sus mercados locales.
Estos obstáculos, tanto externos como internos, se manifiestan en aspectos como:
a) Altos costos de operación. Que se originan por los altos precios de las materias primas, energéticos o uso de tecnologías obsoletas y que en muchas ocasiones son importadas.
b) Bajo poder de negociación. Las PYMES tienen un bajo o limitado poder de negociación tanto con sus proveedores como en el sector de mercado en que se desempeña. Respecto de sus proveedores, los volúmenes de compra son reducidos en general por lo que se limita la negociación de descuentos por volumen, así como condiciones de entrega y servicios de materias primas. En el mercado, la baja escala de producción limita el acceso a mercados más grandes y rentables, en donde se requieren de grandes volúmenes de producción.
c) Rezago tecnológico. Casi siempre las PYMES operan con tecnología obsoleta e inadecuada para competir. En los mercados, tanto nacional como internacional, cada vez se exigen mejores niveles de valor agregado, lo cual sólo es posible al contar con tecnologías modernas y eficientes.
c) Bajos niveles de capacitación. En función de su reducido volumen de producción y rentabilidad, la pequeñas y medianas empresas no tiene muchas oportunidades, sobre todo financieras, de mantener actualizado a su personal, tanto en temas básicos de la operación de la empresa, como en aspectos de planeación estratégica, así como el desarrollo de capacidades de innovación y creatividad.
Si bien, estos son algunas razones que limitan el desarrollo de las ventajas competitivas en las PYMES mexicanas, su falta de competitividad no se debe a su tamaño sino al grado de desarticulación con otras empresas para formar verdaderas redes de valor o cadenas productivas que les permitan satisfacer sus mercados en forma eficiente.
De igual manera, el desarrollo de infraestructura en las ciudades apoyará sin duda a incrementar nuestra competitividad a niveles internacionales, por ello los temas urgentes que habrá que atender son: el agua, la seguridad y el transporte. "El desafío de un país en materia de competitividad es hacer ciudades para la gente...",aseguró en alguna ocasión Enrique Peñaloza, ex alcalde de Bogotá, Colombia, y especialista reconocido en política urbana.
Por ello, además de lo anterior, se deberá de considerar que de continuar el clima de violencia e inseguridad, principalmente en la zona fronteriza del país, México podría retroceder en el ranking internacional de competitividad. Diversas agencias han advertido esto, como el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) o incluso algunos especialistas del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Además, actualmente, los mexicanos que se interesan en lo que sucede más allá de las fronteras tienen plena conciencia de que la sociedad mexicana necesita de cambios profundos. Por ejemplo, se mira con interés y cierta envidia al proceso brasileño. En la revista The Economist, (17/10/09), se señala que "...en México, la envidia en relación a Brasil es más intensa que nunca". Y es verdad que este país "hermano" tiene muchos problemas como los tenemos nosotros, pero en él domina el optimismo y un proyecto de futuro. En nuestro país es generalizada la idea de descontrol, pesimismo y una sensación de estar caminando a la deriva. La principal diferencia de actitudes entre la sociedad de Brasil y México se relaciona con los datos sobre la economía de estas naciones. Mientras que la brasileña parece ir hacia delante y en progreso, la nuestra presenta indicios claros de no avanzar. Habrá que ir más allá. Brasil cuenta con un liderazgo político de gran calidad y reconocimiento internacional, mientras que México no parece encontrar la "brújula" que los mexicanos queremos. Desde 1994, los presidentes Fernando Henrique Cardozo, académico de fama mundial e indiscutible hombre de acción, y Luis Ignacio Lula da Silva, líder obrero con una personalidad y sensibilidad formidables pero sin educación formal, han resultado excepcionales y a la altura de sus desafíos históricos. En contraste, digámoslo objetivamente, en nuestro país, tanto Vicente Fox como Felipe Calderón sorprenden por la medianía de su personalidad, su idea "propia" sobre la política, el "perfil" diverso y en ocasiones absurdo de sus colaboradores, así como su falta de sensibilidad social. Además, se tiene la sensación del engaño al que fue sometido el electorado mexicano con la pretendida "presidencia del empleo" y con la promesa de disminuir los impuestos para mejorar el ingreso de los mexicanos.
Es tal vez ahí donde se encuentran las áreas de oportunidad para un trabajo conjunto de la sociedad mexicana. Mediante la colaboración consciente y con rumbo, es posible apoyar a las PYMES para reducir los costos de materias primas, modernizar los procesos productivos, consolidar la oferta de productos para acceder a mercados más grandes (incluso de exportación) y desarrollar capital intelectual al interior de las empresas.
Por ello, será oportuno dirigir nuestros esfuerzos para impulsar el crecimiento de nuestra economía a partir de políticas económicas de crecimiento sostenido del producto nacional y del empleo. Por un lado, el principal esfuerzo deberá centrarse en el apoyo tanto fiscal como financiero para que el conjunto de las pequeñas y medianas industrias puedan reiniciar sus procesos de producción. Pero esto no será posible si no existe un plan integral de estímulo al desarrollo industrial regional, hasta ahora ausente, que fomente cadenas productivas en las actividades económicas con ventajas competitivas y por el otro, el apoyo de la actualización tecnológica necesaria para estas actividades con ayuda de las universidades, centros de investigación e innovación tecnológica e incubadoras o aceleradoras de empresas de alta tecnología. Recientemente el Tecnológico de Monterrey realizó un estudio a nivel nacional denominado Identificación de Oportunidades de Desarrollo Regional, estudio que tiene como objetivo orientar a los empresarios y gobiernos para que conozcan las oportunidades regionales que puede tener el país. Apoyado en este estudio y en el Plan Estatal de Desarrollo, el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, creó el Parque Científico y Tecnológico que albergará empresas de reciente creación, pero también algunas que están en crecimiento y otras de alto nivel tecnológico. El esfuerzo realizado por diversas instituciones como el Tecnológico de Monterrey no puede ser ignorado, pero sin duda aún es insuficiente y necesitamos hacer más.
Pero se puede asegurar que si todo ello se lleva a cabo en un clima de confianza, transparencia y trabajo en equipo y con visión de largo plazo, la aparición de ventajas competitivas en las empresas será una realidad que redundará en su permanencia en el mercado, con la consecuente conservación y generación de empleos que tanto necesita nuestro país.
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