martes, 11 de enero de 2011

¿La información debe ser compartida o censurada?

La reciente publicación por Wikileaks, el sitio del australiano Julián Assange, de documentos clasificados del gobierno de Estados Unidos tiene implicancias directas para los negocios y las empresas con información delicada, según afirman expertos de la escuela de negocios Wharton.

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Kevin Werbach cree que WikiLeaks es un microcosmos de una tendencia más grande: que Internet permite una circulación más libre de la información, tanto de la que queremos que circule como la que no. La tecnología digital hace que sea mucho más fácil que una persona disgustada por algún motive distribuya a los cuatro vientos una masa de información delicada en forma casi instantánea.

Para muchos el caso Wikileaks abrió un debate fundamental sobre privacidad de la información versus acceso público en la web abierta. El 6 de diciembre, una columna de opinión escrita en el diario inglés The Guardian por John Naughton decía que la lección más evidente que se extrae del caso Wikileaks es que representa la primera confrontación entre el orden establecido y la cultura de Internet. Para las empresas, el caso WikiLeaks puede server como parábola sobre cómo manejarse con la información delicada. “Si yo fuera CEO”, dice Joseph Turow, profesor de comunicación en la universidad de Pennsylvania, “no me sentiría nada cómodo. Me preocuparía mucho que esto pudiera ocurrir en mi compañía”.

Andrea Matwyshyn, profesora de estudios legales y ética empresarial en Wharton, dice que la sociedad está luchando por encontrar un equilibrio entre control y difusión de información. Los gobiernos y las empresas deberían preocuparse menos por Wikileaks y más en la fuente inicial de las revelaciones, dice, porque una vez que la información sale a la luz de Internet, sacarla del ciberespacio es imposible.

Además de impedir mala publicidad, Matwyshyn señala la importancia de una estrategia proactiva para proteger los secretos comerciales en los tribunales. Dice que una compañía no sabe realmente si su información es un secreto comercial hasta que es obligada a hacer frente en los tribunales a un supuesto violador. Los dictámenes sobre si se ha violado o no un secreto comercial legítimo depende fuertemente de que la compañía pueda demostrar que valoraba un elemento de propiedad intelectual lo suficiente como para tomar las medidas necesarias para protegerlo de que alguien lo filtre fuera de la organización. Las empresas no establecen un sistema amplio de protección de la información y confían en soluciones de seguridad tecnológica. Este es un problema crónico, dice Matwyshyn. "Creen que si tienen un buen departamento de TI están cubiertas. Es un método equivocado porque los flujos de información deben ser vigilados no sólo a través de la tecnología informática, sino holísticamente a través de toda la organización”.

Lawrence Hrbeiniak dice que las revelaciones de WikiLeaks le han hecho pensar en las implicancias estratégicas de la tercerización, las buenas y las malas. “La tercerización para gobiernos y para empresas tiene ventajas, pero también aumenta la dependencia o vulnerabilidad ante los que controlan lo que los gobiernos o empresas necesitan”, dice.

Según Turow, hay una tensión entre la necesidad de que los ejecutivos de empresas se comuniquen honesta y abiertamente y la posibilidad de que eso se vaya de las manos si las conversaciones privadas luego son reveladas. El sugiere que los temas altamente delicados sean objeto de mayor control. Si bien las empresas pueden adoptar las mejores prácticas para el manejo de la información, como límites a la cantidad de material que un individuo puede bajar, no hay tecnología que las proteja contra la decisión de un empecinado. “Al final, todo se reduce a tener confianza en los propios empleados. Lo que cuenta es su lealtad”.

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