Los médicos podrían algún día ser capaces de tratar las enfermedades genéticas sanguíneas antes del nacimiento del bebé. En un estudio con ratones, que fue publicado esta semana en la revista Journal of Clinical Investigation, un grupo de investigadores de la Universidad de California, en San Francisco, ha descubierto que el trasplante de las propias células madre de la madre a su feto puebla su médula ósea con células sanas y evita el rechazo inmunológico.
Si los hallazgos son válidos en seres humanos, los trasplantes de células madre de la madre al feto podrían preparar al feto para trasplantes de médula ósea de su madre—o de un donante cuyo tejido se ajuste al de la madre—después del nacimiento.
Enfermedades como la anemia de células falciformes y la talasemia beta son el resultado de una serie de glóbulos rojos anormales y pueden ser tratadas con trasplantes de médula ósea. Sin embargo no siempre es posible encontrar un donante adecuado. Y los trasplantes estándar de médula ósea, incluso entre donantes cuyos tejidos concuerden, deben seguirse con la toma de fármacos inmunosupresores durante toda la vida.
Los científicos tienen la teoría de que los trasplantes de médula ósea realizados cuando el feto todavía está en desarrollo podrían evitar este problema. Sospechan que el inmaduro sistema inmune del feto podría ser engañado para que adoptase las células extrañas y las reconociera como propias. "El feto tolera las células—cuando se encuentra con células de la madre, las tolera", afirma Tippi MacKenzie, cirujana pediátrica en la UCSF que lideró la nueva investigación.
La investigación en animales ha demostrado que el enfoque resulta prometedor. Sin embargo las primeras pruebas en seres humanos se enfrentaron a un grave problema—las células del donante fueron rechazadas y destruidas antes de que el feto pudiera asimilarlas, y nadie está seguro de por qué. "Es un dilema", señaló MacKenzie.
La culpa, al parecer, puede ser de la madre. MacKenzie y sus colegas descubrieron que cuando a un feto se le inyectaban células madre hematopoyéticas (que pueblan la médula ósea y dan lugar a células de la sangre) que no se correspondían con la madre o el feto, la infusión provocaba una afluencia al feto de células del sistema inmune de la madre.
"Lo que observamos fue que no era el sistema inmunológico del feto el que rechazaba las células—es el de la madre", afirma Mackenzie. "Y si es el sistema inmunológico de la madre el que las está rechazando, podríamos ser capaces de trasplantar células maternas para algunos de estos trastornos y conseguir que permanezcan allí". De hecho, cuando los investigadores inyectaron en el feto células madre de un donante cuyo tejido se ajustaba al de la madre, las células echaban raíces sin problemas en la médula ósea del feto.
"La cuestión clave es cómo se aplica todo esto a los grandes animales y los seres humanos", afirma Alan Flake, cirujano pediatra y director del Centro de Investigación Fetal del Hospital de Niños de Filadelfia. Parte del problema con los seres humanos es que incluso cuando las células madre adultas sobreviven en el feto, es difícil que puedan competir con las células madre fetales residentes, que pueden proliferar mucho más rápidamente.
Sin embargo Flake, que fue pionero en el tratamiento de tratamientos de trasplantes de células madre fetales para la enfermedad de inmunodeficiencia combinada severa (SCID), o "síndrome del niño burbuja", afirma que a pesar de que una dosis única de células de donante con tejido emparejado al de la madre podría no curar la enfermedad, sí podría preparar el sistema inmunológico del feto para que aceptase un trasplante de células madre de la misma persona en el futuro. (Los trasplantes fetales funcionan con la SCID debido a que la enfermedad causa una carencia de inmunidad tan grave que el feto puede incorporar plenamente los trasplantes de células madre sin que las células inmunes preexistentes compitan con el transplante.)
"Esto podría permitirnos realizar trasplantes uterinos en fetos de una manera que es más probable que funcione, y hacerlo de forma más segura para el feto", afirma Joseph (Mike) McCune, profesor de medicina experimental en la UCSF que no participó en el estudio.
El siguiente paso, afirma MacKenzie, será probar el tratamiento en grandes mamíferos y primates no humanos. No obstante, por ahora, su laboratorio se centra más en la comprensión precisa de lo que ocurre en las interacciones del sistema inmune materno-fetal. "Estamos tratando de averiguar el mecanismo por el cual las células madre ejercen su efecto. Y estamos estudiando la idea del tráfico de células inmunitarias entre la mamá y el feto—¿hasta qué punto sucede esto en los embarazos humanos?"
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