El joven informático responsable de la liberación de datos que resultó en el escándalo de espionaje de Estados Unidos, es sólo una de las figuras libertarias que han aparecido en los últimos años.
Edward Snowden se define como "un ciudadano cualquiera", pero pertenece a un grupo de jóvenes que han bebido de la cultura de la información y se resisten a todo atisbo de autoritarismo, una rebeldía íntimamente ligada a la era de internet que, por ahora, suscita tanta admiración como rechazo.
Si la cultura que motiva a Snowden cupiera en un cóctel, éste contendría una buena dosis de defensa de la privacidad y los derechos individuales, unas cuantas cucharadas de derecho a la libertad de información y un toque de resistencia política.
Es esa mezcla la que le convierte, junto a otros como Bradley Manning, en héroes para los activistas de internet y en peligrosos traidores para el Gobierno y el Congreso de EEUU, una dualidad que aún divide a la mayoría de los estadounidenses y que encuentra sus raíces en la cultura del pirateo.
"La base es una especie de ética del pirata, que es probablemente libertaria, y que ha chocado con un impulso político antiautoritario. Cuando juntas estas dos cosas, es como un incendio", dijo Peter Ludlow, profesor de filosofía de la Universidad Northwestern, a la revista Time.
Para el senador republicano Lindsey Graham, la definición es más simple: son "gente joven, en su mayoría libertaria, que siente que el Gobierno es el problema".
Aunque Snowden se ha convertido en todo un foco mediático, tanto él como Manning han repetido que no querían protagonismo ni laureles: no aspiraban a nada más que a abrir un debate.
"El público tiene que decidir si estos programas y políticas están bien o mal", dijo cuando se refugiaba en Hong Kong el exanalista de la CIA, que reveló a "The Guardian" la existencia de dos programas secretos de vigilancia de comunicaciones de EEUU.
Más rotundo fue Manning, que en 2010 filtró 700.000 documentos clasificados a WikiLeaks y que antes de ser detenido sostuvo que toda la información "debe ser libre", porque "pertenece al público".
Esas ideas tienen sus raíces en actos tan tempranos como la filtración por Daniel Ellsberg de los papeles del Pentágono en 1969, pero han evolucionado ligadas a internet y comparten rasgos con la filosofía de los piratas de Anonymous.
A la misma generación pertenece Aaron Swartz, que se suicidó a los 26 años el pasado enero, cuando cobraba fuerza una investigación en su contra por divulgar millones de archivos judiciales de pago.
Al igual que Snowden, Manning y Swartz crecieron en la era de internet, participaron en foros virtuales donde se hablaba de libertad para compartir información y datos, y aportaron sus habilidades informáticas a una causa que creían esencial para su generación.
"Son jóvenes a los que se les ha dicho una y otra vez que los comportamientos que para ellos son perfectamente razonables son criminales", señaló a Time el profesor de Derecho Lawrence Lessig, un mentor de Swartz.
Las encuestas que se han hecho sobre Snowden revelan una sociedad estadounidense dividida en torno a si el analista hizo lo correcto. Pero si se pregunta únicamente a los menores de 34 años, casi la mitad creen que el joven no debería ser procesado por sus actos, según dos sondeos de Time y CNN.
Para Gabriella Coleman, una profesora de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) que escribe un libro sobre Anonymous, la persecución a Snowden y Manning aumentará la "movilización política" para destapar los abusos del Gobierno y hará que se "profundicen los compromisos" de quienes tienen mentalidad de informante.
"Creo que estamos todavía en el amanecer de este fenómeno", aseguró Coleman a Time.
Esa idea no convence a Steven Aftergood, director del Proyecto sobre Secretos del Gobierno de la Federación de Científicos Estadounidenses, para quien las filtraciones de Snowden o Manning seguirán siendo hechos aislados.
"No estoy seguro de que haya mucha gente inspirada para actuar en el nombre de una cultura global. Pero lo que sí hemos aprendido con esto es que no se necesita a mucha gente para tener un impacto enorme. A veces, basta con una sola persona", dijo a Efe.
Según Aftergood, Snowden parece haber aprendido del caos que caracterizó la filtración de Manning, cuando había miles de documentos publicados cada día en la web de WikiLeaks, y ha conseguido "hacerlo mejor a la hora de dar forma al debate público".
"Él y los reporteros que trabajan con él han estructurado la divulgación de los documentos con cuidado, para mantener y aumentar la atención del público", subrayó.
En cualquier caso, el éxito de campañas como "I am Bradley Manning", en la que famosos e intelectuales piden liberar al exsoldado, o una petición para perdonar a Snowden que ha sumado más de 124.000 firmas en la web de la Casa Blanca sugieren que no sólo las nuevas generaciones comienzan a sentir simpatía por ellos.
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EFE