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Héctor Eduardo Díaz Rodríguez
En los recientemente publicados rankings de competitividad y economías digitales del Foro Económico Mundial y The Economist, respectivamente, se observa que a nivel de países existe una relación positiva y significativa entre el uso de tecnologías de la información y el grado de competitividad de las economías; algunas teorías afirman que dada esa estrecha relación, el camino para incrementar la competitividad es invertir una mayor cantidad de recursos en TIC…
En los recientemente publicados rankings de competitividad y economías digitales del Foro Económico Mundial y The Economist, respectivamente, se observa que a nivel de países existe una relación positiva y significativa entre el uso de tecnologías de la información y el grado de competitividad de las economías; algunas teorías afirman que dada esa estrecha relación, el camino para incrementar la competitividad es invertir una mayor cantidad de recursos en TIC, debido a que las economías son más o menos competitivas en virtud de su mayor o menor inversión de TIC.
Al respecto, veamos la siguiente gráfica (1) :
El cuadrante I de la gráfica muestra al grupo de países con alto nivel de competitividad y alto uso de TIC; el cuadrante III a aquellos con baja competitividad y bajo uso de TIC; con variaciones de grado, más del 95% de los casos se encuentran en uno de estos dos escenarios.
La relación entre ambas variables es innegable (a razón de un coeficiente de correlación de 0.78); sin embargo, lo que no resulta claro en tal caso es si los países son más competitivos en razón de que invierten y usan de manera eficiente estas tecnologías o al contrario, usan más tecnología porque existen elementos anteriores que posibilitan la existencia de altos niveles de utilización en TIC, como por ejemplo, ser competitivos.
En cualquiera de los casos intentaremos aquí dilucidar una opinión fundamentada al respecto.
Si analizamos con mayor detenimiento la gráfica, el patrón que parece mostrarse no es una relación lineal, sino más bien el de dos estadios diferenciados; por una parte, dentro del grupo de países del cuadrante III, la dispersión parece ser mucho mayor, lo que indica una relación menor entre las variables; de hecho, si calculamos nuevamente la correlación para los integrantes del 3er cuadrante esta es tan solo de r= 0.30. Realizando el mismo ejercicio para el primer cuadrante la correlación que encontramos es de 0.70.
No obstante, para conocer la verdadera relación entre las variables, no basta con pruebas de correlación, sino que es necesario recurrir a pruebas de causalidad (2).
La interpretación de los resultados es la siguiente (3) ; para las pruebas del conjunto de países la relación de causalidad es bidireccional, es decir, tanto un uso mayor de TIC causa una mayor competitividad, como una mayor competitividad genera un mayor uso de TIC; sin embargo, la “fuerza” de la causalidad es mayor en el segundo caso.
Dividiendo la muestra en los países de los cuadrantes I y III la causalidad desaparece para el caso de los países con baja competitividad y bajo uso de TIC en la dirección TIC - Competitividad. La causalidad se mantiene para el caso de Competitividad - TIC, aunque pierde significancia.
En el caso del conjunto de países con alto uso de TIC y alta competitividad, la causalidad se mantiene y se hace más fuerte en ambas direcciones.
Lo que nos muestran los anteriores resultados es un par de conclusiones hasta cierto punto obvias, pero hasta ahora ignoradas en la mayoría de los estudios del tipo, a saber:
1) Que el uso de TIC no genera por sí solo mayor competitividad.
Son muchos los factores que inciden para que un uso más intensivo de TIC se vea reflejado en un incremento en la competitividad; aunque estos factores son muy variados, sin duda alguna la madurez empresarial (4) de los negocios juega un papel importante, ya que nos ayuda a explicar la capacidad y el grado con que la empresas absorben y usan en su beneficio las nuevas tecnologías.
El grado de madurez empresarial es mayor en los países más competitivos y esto influye en la manera en la que aprovechan de manera más eficiente una determinada infraestructura en TIC (5).
2) Existe un cierto tiempo de aprendizaje para los países, un estadio de desarrollo en el cual, un mayor uso de TIC se encuentra muy lejos de generar competitividad; superada esa fase, su uso se hace más eficiente, y una mayor inversión en TIC induce proporcionalmente a una mayor competitividad.
Aunque son muy variados los factores específicos que inciden en el grado en el cual se relacionan ambas variables entre cada país, no es posible afirmar que un incremento en el uso de TIC producirá directamente un incremento en la competitividad, con independencia del país del que se trate. Esta dependerá, entre otros factores, del grado de eficiencia con el que se use esa tecnología, grado que por lo general, es mucho mayor en los países ya competitivos.
Es por ello que una mayor inversión en TIC por sí sola resulta insuficiente para fomentar la competitividad; para ello, aquella debe ser acompañada con políticas gubernamentales y empresariales que potencien su uso y aprovechamiento; en pocas palabras, mejorar la forma en la que las economías absorben y utilizan esas tecnologías determina su mayor grado de competitividad, no al revés.
Apéndice.
(1) El ranking de competitividad del Foro Económico Mundial, mide en una escala del 1 al 6 el promedio de tres componentes generales (requerimientos básicos, potenciadores de la eficiencia, y factores de innovación y sofisticación) compuestos a su vez de un conjunto de pilares más específicos, (12 pilares) que en promedio, arrojan la calificación general. Por su parte, el ranking de economías digitales mide la capacidad de las economías para invertir y absorber tecnologías de la información y comunicación y usarlas para el beneficio económico y social de esos países; para ello, en una escala del 1 al 10, promedian manera ponderada las calificaciones de conectividad, ambiente de negocios, ambiente social y cultural, ambiente legal, política y visión del gobierno, y adopción de consumidores y empresas.
(2) La prueba que aquí aplicamos es la de causalidad en el sentido de Granger; esta prueba nos indica si además de existir correlación entre dos variables, una de las variables está causando a la otra; esto elimina los problemas inherentes a la estimación de relaciones casuísticas o eventuales; para aplicar las pruebas se verificó que las series fueran estacionarias y se estimó el mecanismo de corrección de error. El cálculo fue realizado con E-Views 6, y el output se encuentra reproducido en el apéndice.
(3) En este caso, para que la hipótesis nula sea cierta, la probabilidad de error asociada debe ser menor a 0.05, de lo contrario, esta se rechaza y se acepta la hipótesis alternativa, que es la afirmación opuesta.
(4) Aquí utilizamos como indicador de madurez el índice del Foro Económico Mundial, “Factores de innovación y sofisticación”; es una medida de la calidad con la que las empresas de un país están interconectadas con otras, así como del desarrollo de estrategias con el que las que las empresas se diferencian con otras, del grado de sofisticación de sus procesos de negocio y de su capacidad de innovación. Esta calificación va de 1 a 6.
(5) En este caso también se verificó el orden de integración de las series y se realizaron las pruebas de causalidad correspondientes, concluyendo que el uso y aprovechamiento de TIC no causa madurez, y que la madurez sí genera un mayor uso y aprovechamiento de TIC; los resultados se reproducen el apéndice.
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