La prensa británica informó recientemente que la estrella de Hollywood Bruce Willis, quien en la pantalla ha lidiado épicas batallas, tiene una nueva: dar pelea al gigante de Apple para reclamar la propiedad de su extensa colección de música de iTunes y dejarla en herencia a sus hijas una vez exhalado su último suspiro.
Según estas informaciones, el actor está considerando la posibilidad de iniciar acciones legales contra la multinacional de equipos electrónicos y software y así calentar una campaña en defensa de los derechos de los internautas que descargan contenidos de archivos previo pago de internet.
El asunto quedó en duda después de que la esposa de Bruce Willis, Emma Heming-Willis, dijera que "la historia no es cierta" desde su cuenta de Twitter.
Sin embargo, la historia no carece de valor y lo cierto es que muchos lectores quizás se sorprendan de una cosa: cuando se le paga a iTunes o Amazon por un archivo no se adquiere una copia, sino una licencia personal para poder disfrutar del producto sin derecho a compartirlo ni mucho menos legárselo a seres queridos.
Así lo dejan claro los términos y condiciones de compra de una canción en páginas como iTunes, en donde el usuario acepta que "el servicio, incluyendo productos, gráficas, interfase del usuario, clips de audio, clips de video y contenido editorial contiene información y material propiedad de Apple y/o sus licenciatarios".
No se compra, se alquila
Tal y como observa Paul Wellis de la publicación especializada Digital Journal, si los consumidores están pagando para que Apple les "preste" un producto, entonces no se trata de una venta sino de un alquiler.
Si "compras un producto", dice Wellis, "tienes derechos" y, en ese caso, quizás el hipotético reclamo de Bruce Willis tendría argumentos en su defensa. Pero en el mundo de los productos digitales el asunto no es tan claro.
Si el usuario pudiera comprar el producto, que en el caso de los archivos digitales sería la copia del original, en legislaciones como la española aplicaría como una adquisición de copia de uso privado, le aseguró a BBC Mundo Víctor Domingo, presidente de la asociación de internautas en España.
"Ese archivo sería propiedad de quien lo ha comprado y esa persona puede escucharlo en el ámbito privado, lo puede compartir y se lo puede dejar a sus hijos. (Con iTunes) estamos yendo más allá de una supuesta protección a la propiedad intelectual", apuntó.
"Esto es un llamamiento a las administraciones públicas porque en esas condiciones nadie puede comprarlos".
Derechos de autor vs. derechos del consumidor
En la última década, la venta de contenidos de entretenimiento en la red ha pasado de la distribución de copias a la distribución de derechos de uso.
La razón fue la necesidad de la industria de adaptarse a un mundo de tecnología barata y a internet, donde miles de copias de un mismo archivo pueden distribuirse fácilmente en cuestión de minutos, lo que ocasiona un gran impacto en los beneficios de autores y empresas distribuidoras.
Sin embargo, la legislación vigente no ha evolucionado al mismo ritmo que el mercado y la propia tecnología. ¿Cómo lograr un equilibrio entre los derechos de autor y los derechos del consumidor?
Porque para una nueva generación digital puede ser difícil de entender que toda la cultura acumulada (y bien pagada) a lo largo de su vida no pueda ser legada a su descendencia. Y con ello no hablamos sólo de archivos culturales, sino también de nuestra información en Facebook y demás enseres de nuestra vida digital.
Abogados como el estadounidense David Goldman, en Estados Unidos, han ideado recursos como el programa llamado DapTrust para que el usuario pueda "meter" su existencia y pasarla a su descendencia. Sin embargo, Goldman desconoce si su ingenio podría salir airoso en una batalla legal contra estas grandes compañías de servicios digitales.
Pero mientras el sector evoluciona, planteamientos como estos, aunque inspirados por la rumorología, ponen un tema sobre la mesa que tarde o temprano tendrá que someterse a debate.
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