Por SPENCER E. ANTE
Los anteojos de Google se están escapando del laboratorio, aunque aún no están listos para el mundo real.
Tuve la oportunidad de probarlos esta semana con el cofundador de Google Inc. Sergey Brin en la oficina de la empresa en Nueva York. Los anteojos son uno de los proyectos que Brin supervisa como director de Google X, un laboratorio de investigación del gigante de las búsquedas en Internet.
El liviano y reluciente aparato electrónico tiene una pequeñísima cámara incorporada. Las gafas también despliegan lo que se conoce como "heads-up display" (pantalla de visualización frontal) o HUD, que proyecta información al campo de visión del usuario en una pequeña pantalla sobre el ojo derecho. Incluye una batería en una de las patillas del armazón.
En resumen, los anteojos son como un teléfono inteligente que uno se puede poner y permite a los usuarios sacar fotos, enviar mensajes y utilizar otras funciones a través de comandos que se activan con la voz. Por ejemplo, si dice "OK, Glass" en uno de los dos micrófonos de los anteojos, aparecerá un menú a un costado de su visión con íconos que le permitirán sacar una foto, grabar un video, usar Google Maps o hacer una llamada.
Luego de 10 minutos de jugar con las gafas, que la empresa llama Google Glass, pude ver su potencial a largo plazo. El aparato se sentía cómodo. Era fácil sacar una foto o grabar un video sin sacar mi teléfono inteligente de mi bolsillo. Era bueno ver la información ahí frente a mi ojo derecho, aunque un poco desorientador. Cerraba una y otra vez mi ojo derecho, lo que era incómodo.
Brin afirmó que su función favorita es la capacidad de temporizador que le permite sacar fotos de sus hijos cada 10 segundos cuando está jugando con ellos. "Nunca pienso es sacar mi teléfono", dijo. "Eso interferiría mucho con mi tiempo de juego".
"Nunca me gustó la sensación de que con la tecnología estoy gastando mucho tiempo y atención en operarla", agregó Brin, vestido con un estilo informal, con camiseta blanca y jeans. "La noción de tener un acceso fluido a tu mundo digital sin interferir con el mundo real es muy importante".
Google ha sido inteligente a la hora de generar entusiasmo sobre el aparato. No fue un accidente que varias modelos los lucieran recientemente durante la Semana de la Moda en Nueva York, días antes del muy anticipado lanzamiento del iPhone 5 de Apple Inc.
Pero las modelos y el bombo publicitario tienen un límite. Los anteojos terminaron siendo una desilusión porque el software no está terminado. Gran parte de la funcionalidad que desarrolla Google para su primer lanzamiento comercial el próximo año no andaba. Y recién estamos comenzando a entender los problemas de privacidad que implica una tecnología tan penetrante.
Cuando pedí usar la función de navegación que me mostraría mapas de lugares a los que quería ir, Brin señaló que hay un prototipo pero no en la versión que me mostró. La capacidad de hacer llamadas y ver o enviar mensajes de texto tampoco estaba en funcionamiento.
Google planea lanzar una versión inicial a comienzos del año próximo para los seguidores más fanáticos que desembolsaron US$1.500 para pedirlo por anticipado, pero el Google Glass seguirá siendo sólo un producto novedoso y curioso mientras el precio sea tan alto.
Google le encontrará una respuesta, sin dudas, ya que tiene un historial de mostrar continuas mejorías en muchos de sus productos. La empresa incluso contrató a varios de los investigadores que trabajaron con Steve Mann, quien es considerado el padrino de la computación que se puede llevar sobre el cuerpo, para ayudar a desarrollar la tecnología de las gafas.
Sin embargo, lo que realmente le falta es una aplicación sorprendente que realmente pueda mostrar el potencial de la tecnología. Como lo cuenta Brin, los anteojos son como un teléfono inteligente menos molesto que ayuda al mundo a deshacerse de personas que miran sus aparatos mientras caminan por la calle. Eso es fantástico, pero no parece ser lo suficientemente ambicioso.
Espero que Google abra el proyecto como hizo con Android, para que los desarrolladores de software puedan experimentar con la tecnología e idear usos que incluso los investigadores de Google no soñaron. Brin sostiene que pensó en eso, pero aún no tiene un plan en concreto.
"Sin dudas nos gustaría abrir las cosas, pero ahora trabajamos mucho y con rapidez para hacer algo confiable que podamos llevar a las manos de los usuarios y desarrolladores", explicó. "Preveo que mucha gente usará tecnología como esta en los próximos años."
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