Por M. CHRISTOPHER JOHNSON
En edificios envejecidos, escondidos en calles que pasan desapercibidas en los barrios bohemios de Condesa y Roma en Ciudad de México, está ocurriendo una especie de revolución. Veinteañeros en camisetas trabajan en sus laptops, escribiendo códigos y diseñando interfaces de usuario para portales en Internet de nuevas empresas tecnológicas.
Junto con debates sobre diseño, la metodología Lean Startup (una filosofía que busca cambiar la forma en que se forman compañías y se lanzan productos) es un tema de conversación frecuente entre juegos de ping pong. Si no fuera por el hecho de que el grupo habla en español, las escenas que tienen lugar en estas oficinas serían indistinguibles de las que ocurren en Palo Alto, Mountain View, Sunnyvale o cualquiera de los suburbios del sur de la Bahía de San Francisco que forman parte de Silicon Valley. Pero esto no es Sunnyvale.
En momentos en que Europa tiene que lidiar con su crisis financiera y Asia se prepara para una inminente desaceleración, América Latina está experimentando una expansión sin precedentes de su economía tecnológica. Durante mucho tiempo considerada una región rezagada, rica en minerales, recursos naturales y dictaduras, Latinoamérica en 2012 está cultivando silenciosamente una cultura de emprendimiento tecnológico prácticamente sin precedentes en otras economías emergentes.
Desde Chile hasta México, focos de entusiastas de nuevas empresas tecnológicas que han trabajado en la oscuridad están llamando la atención de un pequeño pero creciente grupo de inversionistas y otros emprendedores de Estados Unidos y más allá. Y el interés en compañías nuevas de Internet, que nunca ha sido particularmente notorio en el radar de los graduados de las mejores universidades de América Latina, está en alza. Las escuelas de negocios a lo largo de la región organizan con regularidad competencias de propuestas y 'hackathons' (una especie de maratón donde programadores colaboraran para desarrollar software), alentando a la próxima generación de líderes empresariales a que adopte el concepto de la economía del conocimiento.
Varios puntos a tener en cuenta:
• Startup Weekend, una organización con sede en EE.UU. y financiada por la Fundación Kauffman que impulsa 'start-ups', tiene ahora 13 sedes en México, más que en cualquier país fuera de EE.UU.; se planean más sucursales en el futuro cercano.
• Startup Chile, un programa patrocinado por el gobierno concebido para atraer nuevas compañías tecnológicas al país, lanzó hace poco su quinta edición, en la que recibió 1.500 solicitudes de 37 países, por 101 plazas disponibles.
• La firma de capital de riesgo del inversionista Dave McClure, 500 Startups, una importante fuerza en Silicon Valley, adquirió hace poco Mexican.vc, una pequeña empresa con un portafolio de compañías mexicanas. McClure ha indicado que espera hacer inversiones adicionales en la región.
• Primera vez, firmas de Argentina, Brasil, Chile y México tendrán una representación importante en TechCrunch Disrupt San Francisco, la conferencia anual para nuevas empresas tecnológicas e inversionistas.
• Hace poco, dos aceleradoras de 'start-ups', NXTP Labs (Argentina) y 21212.com (Brasil) "invadieron" Silicon Valley acompañadas de dos decenas de nuevas empresas. Han organizado un concurso de propuestas ante inversionistas estadounidenses, un importante logro para las compañías de la región.
• Dos veces en las últimas semanas, empresas tecnológicas de América Latina adquirieron competidores con el fin de ampliar su penetración en el mercado. Aunque esto es común en EE.UU., está lejos de ser la norma en América Latina, e ilustra cómo está madurando el mercado. Además, en ambos casos, todas las empresas involucradas fueron producto de programas de aceleradoras e inversionistas locales.
• Un fondo de capital de riesgo de EE.UU. y México con sede en Monterrey, Alta Ventures, completó hace poco la recaudación para un fondo de capital de riesgo de US$70 millones, posiblemente el más grande de este tipo en la historia de México; el fondo invertirá principalmente en nuevas empresas mexicanas del sector tecnológico. Otro aspecto prácticamente sin precedentes de este acuerdo es que la mayor parte del dinero provino de inversionistas mexicanos.
A la región, por supuesto, no le faltan problemas. México continúa luchando contra narcotraficantes, aunque principalmente en el norte del país. Brasil necesita desarrollar su infraestructura de respaldo para las pequeñas empresas y la actual burocracia puede ser sofocante para los emprendedores (por ej., puede demorar más de 100 días establecer una empresa en Brasil, comparado con nueve en México). La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se está volviendo cada vez más errática a medida que su país se desacelera. Y algunos líderes en América Latina, entre ellos el venezolano Hugo Chávez, el ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales, continúan despertando sentimientos anticapitalistas y antiestadounidenses en el resto de la región. Estos factores pueden inhibir el interés de los inversionistas estadounidenses.
América Latina, sin embargo, también tiene condiciones de mercado fuertes y con potencial de mejorar, lo que sugiere que será un terreno cada vez más fértil para el comercio tecnológico. Por ejemplo, los habitantes de la región son increíblemente "sociales". La mitad de los 10 principales mercados del mundo, según el tiempo que pasan en sitios de redes sociales como Facebook y Twitter, están en América Latina. Se estima que las ventas de comercio electrónico en Latinoamérica ronden los US$69.000 millones en 2013, más de 50 veces el total de hace una década. Se espera que la penetración de los teléfonos móviles en México exceda 100% para 2013; más de 20 millones de mexicanos —cerca de uno de cada cinco— ya poseen teléfonos inteligentes. Y se prevé que el gasto publicitario en línea en América Latina se duplique frente a los niveles de 2010, a más de US$4.000 millones en 2014.
Entre los programadores y diseñadores de Condesa y Roma existe la sensación de que son los pioneros tecnológicos de América Latina. Ellos y sus colegas en otras partes de la región han adoptado el espíritu de Silicon Valley, pero lo han adaptado a sus propias comunidades. En lugar de pedir ayuda a sus vecinos al norte, les interesa más colaborar con programadores de Silicon Valley para producir tecnologías que cambien el mundo. Sienten que ha llegado la hora de Latinoamérica, y están ansiosos por aprovechar este día.
—M. Christopher Johnson es un experimentado consultor de estrategia, emprendedor, inversionista y escritor. Es editor de Latin America Startup Blog y reside en Ciudad de México.
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