Se pueden conseguir muchas cosas por 35 dólares (28 euros) hoy día. Por ese precio he comprado algo que parece un prototipo de gadget de James Bond con el tamaño de una tarjeta de crédito, pero que en realidad es un ordenador completamente funcional (cuyo desarrollo anunciábamos en este artículo hace unos meses). Cuenta con un procesador ARM como los de muchos teléfonos móviles, 256 megabytes de RAM, una conexión de red por cable, dos puertos USB, una conexión de vídeo HDMI y un coprocesador de gráficos capaz de decodificar un DVD Blu-ray. Es alimentado por un cargador de teléfono móvil y está destinado a revolucionar la educación tecnológica, ayudando a crear una nueva generación de hackers y creadores.
Habrá que buscar en casa algunas piezas adicionales para hacer algo más que admirar el diseño compacto del Raspberry Pi. Por ejemplo, habrá que encontrar un viejo teclado USB, un ratón y una pantalla (la mayoría de televisores o monitores de ordenador más viejos deberían servir) y conectarlos a las tomas del ordenador. Tendremos que conseguir una tarjeta SD de cuatro gigabytes y conectarla con el sistema operativo libre basado en Linux en la web de la Fundación Raspberrry Pi. Al colocar la tarjeta SD en la ranura y aplicar energía, conseguimos una estación de trabajo Unix de 700 megahercios con aceleración por hardware de gráficos 3D, algo que habría sido lo último en tecnología en 2001 y nos hubiese costado miles de dólares.
Por supuesto, ya no estamos en 2001. Los ordenadores son hoy día elementos esenciales para la comunicación, el entretenimiento y el acceso a todo tipo de negocios y servicios gubernamentales. Pero en el proceso de llegar a ser tan importantes, los ordenadores se han bloqueado cada vez más. No es imposible jugar con las tripas de un ordenador con Windows o Mac OS, pero es complicado y cada vez más difícil con cada nueva versión. También es arriesgado si dependemos de la máquina para hacer las tareas. Y pocos niños tienen el valor de meterse a trastocar en serio el ordenador de papá. Los míos no lo han hecho, incluso después de que decirles que podían.
El Raspberry Pi sirve para incentivar la experimentación al reducir el coste de rotura accidental durante la creación. El ordenador fue concebido por Eben Upton, un antiguo profesor de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, que también creó la Fundación Raspberry Pi para que fuera un producto real. Upton es también un veterano de varios años en el fabricante de chips Broadcom, diseñando la clase de chips que hacen posible la venta de un ordenador completo por 35 dólares (28 euros).
La máquina de Upton está diseñada para dar a los estudiantes de secundaria una vía de acceso a una vida o carrera dedicada a jugar con los ordenadores. Los niños de la década de los 80 tenían el Commodore 64s y TRS 80s, los primeros PC con los que uno podía acercarse al sistema de programación BASIC. Venían con manuales para enseñarte a programar. Pero en la década de los 90, los niños comenzaron a recibir consolas de juego que no podían ser programadas, y los ordenadores empezaron a venir con Microsoft Windows y sin libros de instrucciones.
Las cosas han empeorado a medida que ha ascendido la popularidad de los teléfonos inteligentes y las tabletas, sobre todo en el extremo inferior del espectro económico. Los PC son ahora cada vez más baratos, pero en su lugar tanto los adolescentes pobres como sus cuidadores están recurriendo a los teléfonos móviles. Según un estudio realizado en 2010 por el proyecto Pew Internet, el 30 por ciento de los adolescentes en hogares con ingresos menores a 30.000 dólares (23.876 euros) no tienen ordenadores en sus hogares. Pero sí tienen televisores, especialmente televisores analógicos antiguos. Además, los teclados USB son baratos. El Raspberry Pi corta la barrera financiera hasta llegar a una décima parte del coste de un ordenador nuevo.
Me compré uno hace unas semanas y se lo di a mis gemelos de 11 años. No sabía lo que iban a hacer con él. Anteriormente, había fracasado por completo a la hora de interesar a mi hija de 16 años en la programación. Mis hijos se interesaron vagamente cuando les mostré programas como Squeak o "campo de robótica", destinados a hacer que los niños se interesen en la tecnología, pero siempre perdían interés después de unos días. Querían jugar a los videojuegos, no escribirlos.
Curiosamente, algo acerca de esta pequeña máquina que podían sostener en las manos atrajo la atención de mis hijos gemelos de una manera que ningún Mac o PC en nuestra casa había logrado hasta entonces. No es intimidante. Y tal vez lo más importante sea que no es una máquina de 1.000 dólares (796 euros) utilizada mayormente para leer correo electrónico por los adultos. El pequeño tamaño del ordenador, su placa de circuito expuesta, e incluso su baja velocidad parecían diseñadas precisamente para fomentar un sentimiento de propiedad y control, a pesar de ser el resultado de decisiones de ingeniería diseñadas para reducir todo coste posible.
Sí, el Raspberry Pi es lento, pero solo en algunas cosas. El navegador web incluido con su distribución de Linux parece ir lentísimo en la mayoría de sitios web, pero los estudiantes de sexto grado no leen tan rápido. El Raspberry Pi incluye varios juegos, el lenguaje de programación "Scratch" para niños (creado en el Media Lab del MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts, EE.UU.), y un entorno de desarrollo para el lenguaje de programación Python. Todos estos elementos se ejecutan a una velocidad suficientemente rápida.
El principal problema que tuvieron mis hijos fue que la versión actual del sistema operativo del Raspberry Pi no funcionó sin problemas desde un principio, y necesitó algunos ajustes para dar soporte a algunos diseños de teclado, tarjetas inalámbricas y hardware de sonido. Esos problemas quizá no logren disuadir a la mayoría de cientos de miles de personas que ya han comprado un Raspberry Pi. Upton señala que la mayoría son "geeks adultos" que lo utilizan para robótica casera, reproductores multimedia o globos de gran altitud. Sin embargo las desventajas son suficientes para disuadir seriamente a niños que solo quieran juguetear, y quienes supuestamente son el verdadero público del ordenador.
Upton escribió en un correo electrónico que el sistema actual no es adecuado para cualquier persona "que no está dispuesta a buscar en Google su problema y seguir las instrucciones razonablemente claras de wiki, y/o hacer preguntas en nuestro foro".
Me temo que ese desafío puede ser suficiente para que muchos niños prefieran usar Angry Birds en sus teléfonos. Afortunadamente, la mayoría de los problemas encontrados por mis hijos deberían ser solucionados en una próxima actualización de software. "Queremos asegurarnos de que todo aquel que tenga aptitud para la programación pueda desarrollarla", asegura Upton, y gracias a su creación, mucha más gente debería tener dicha oportunidad. Para aquellos niños que deseen dar el paso, este ordenador es mágico.
Simson L. Garfinkel, dedicado a la informática forense, es editor colaborador de MIT Technology Review.
Copyright Technology Review 2012.
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