La computadora personal o PC acaba de entrar en fase terminal. Su agonía puede durar unos cuantos años o quizá una década. Está viviendo el inicio del fin de su era, el declive de su reinado.
Durante varias décadas -dos de ellas con gran fuerza- la computadora personal pasó de ser un sofisticado equipo de cómputo a convertirse en un elemento fundamental de la casa moderna.
Ahora está siendo empujada a otra dimensión por el ímpetu de los dispositivos móviles. Teléfonos inteligentes y tabletas están inundando el mercado que antes dominaban teclados, ratones y monitores.
Y uno de los últimos regimientos, el de los procesadores, se acaba de dar cuenta que la nueva ofensiva se está librando en un nuevo territorio. Intel llega tarde, pero llega a la nueva batalla.
¿Adiós a la PC?
Hablar de Intel sin computadoras es como hablar de sal sin pimienta. La empresa provee el 80% de los procesadores que hoy se encuentran en las computadoras del mundo.
Esa es su fortaleza y debilidad.
El mercado mundial de venta de computadores personales está disminuyendo a pasos agigantados. El problema número uno es que el 65% de las ganancias de Intel llegan desde ese puerto.
El problema número dos es que cuando se combinan el mercado de PC, tabletas y teléfonos inteligentes, la presencia de Intel en ellos se reduce de 80% a 35% y los analistas predicen que caerá hasta 29%.
La empresa ya participa en dispositivos móviles, pero su procesador se encuentra en marcas de mediano alcance en algunos países asiáticos y europeos.
Por eso su participación en el primer teléfono de Motorola -desde que Google la adquiriera- envía una fuerte señal. En este mercado, Intel también quiere codearse con los grandes; el capitán se ha dado cuenta de que para sobrevivir la tormenta hay que navegar por el océano de los dispositivos móviles.
El problema número tres es que las aguas están saturadas con otras flotas que no están dispuestas a ceder ni una legua.
Una de ellas es la de la empresa británica ARM encargada de crear los chips que se utilizan en la mayoría de los procesadores que se encuentran en los dispositivos móviles. Apple en el iPad, Qualcomm con su procesador SnapDragon y Nvidia con su Tegra utilizan chips y arquitectura ARM en lugar de Intel.
La ventaja de ARM es que puede adaptarse a lo que sus socios requieren a un precio más competitivo y con un menor tamaño, lo que hace que los dispositivos que cuentan con ARM puedan ser delgados. Además, los analistas de tecnología coinciden en que -a diferencia de los chips de Intel- ARM consume menos batería lo que lo hace ser una opción más atractiva para fabricantes.
Además habrá que esperar a ver qué tanto cambia el panorama de los procesadores una vez que Windows 8 llegue al mercado. Las tabletas Surface de Microsoft, por ejemplo, vendrán en dos modelos: uno más ligero basado en la arquitectura ARM que no será compatible con aplicaciones previas de Windows, y uno más grueso basado en Intel con compatibilidad con aplicaciones previas.
El competitivo mercado de los dispositivos móviles está presentando batallas en varias pistas. Es verdad que nos concentramos con frecuencia en las que pelean Apple, Samsung, Google, Microsoft y Amazon, pero hay otras menos visibles que afectan su resultado.
En las entrañas de los dispositivos ARM e Intel están comenzando una nueva pelea cuyo resultado determinará quienes dominan los órganos de los dispositivos que llevamos en la palma de la mano.
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