Después de que un endocrinólogo en Walnut Creek, California, diagnosticase hipertensión a un paciente varón de mediana edad, lo puso bajo un régimen de Diovan, un medicamento que disminuye la presión arterial, y lo envió a casa con varios suministros: una parche resistente al agua y una botella de microchips.
El parche se adhería como una tirita en el abdomen del paciente y medía la temperatura corporal, así como otros signos vitales. Los microchips, adheridos a la parte exterior de las píldoras, de aspecto corriente, enviaban una señal al parche cuando los líquidos del estómago los activaban, lo que indicaba que habían sido tragados. Después, siempre que el paciente tuviese al alcance su teléfono inteligente, los datos recogidos por el parche se subían a Internet a través de una conexión Bluetooth. Los datos se agregaban y se enviaban a una interfaz de usuario, y con el permiso del paciente, los resultados se ponían a disposición del médico.
El médico observó que su paciente estaba tomando su Diovan con consistencia casi perfecta, todas las mañanas casi al mismo tiempo. Hasta que, de repente, dejó de hacerlo. Cuando lo descubrió, llamó al paciente por teléfono. "¿Pasa algo?" preguntó.
"Es curioso que me lo pregunte", contestó el paciente. "Mi perro se acaba de morir".
Andrew Thompson es cofundador y director general de Proteus Biomedical, la startup responsable del sistema inteligente de píldoras, y su voz se acelera llena de entusiasmo al relatar el incidente y sus consecuencias. La muerte del perro representa "un cambio significativo en la capacidad de una persona para controlar su enfermedad a causa de un acontecimiento vital completamente ajeno y que causa estrés", asegura Thompson. "Esto demuestra que las personas no son robots. Necesitan ayuda. Necesitan herramientas".
Estas herramientas podrían tener un impacto importante sobre los cuidados de salud, y ayudarían a los pacientes a evitar tener que pasar por caras hospitalizaciones. Podrían ayudar a las personas con enfermedades crónicas a tomar el control de su salud y a compartir sus signos vitales con sus médicos en tiempo real. El resultado podría ser una disminución gradual de los costes médicos. Eric Topol, director del Instituto de Ciencia Traslacional Scripps en La Jolla, California, cree que la ampliación del alcance de los cuidados médicos de atención primaria es la clave para la reducción de costes, y piensa que la tecnología inalámbrica es la mejor manera de conseguirlo. "Es el comienzo de una era de análisis remoto", afirma Topol. "¿Para qué necesitamos las camas de hospital, sino para proporcionar cuidados intensivos de mayor gravedad?"
En resumen, estas tecnologías podrían ayudar a evitar desastres inminentes. Los hospitales poseen espacio y dinero limitados, y los médicos de atención primaria trabajan hasta el límite en un momento en que la ola de ‘baby boomers’ que han llegado a la edad madura está a punto de inundar el sistema de salud. La mejor solución es evitar el mayor número posible de visitas al hospital. Don Jones, vicepresidente de desarrollo empresarial de ciencias de la salud y la vida en la división de tecnología inalámbrica de Qualcomm, afirma: "Sólo a través de la conectividad inalámbrica podremos crear un tipo de oportunidad como esa".
Proteus es sólo una de entre un creciente número de startups con tecnologías de control dedicadas a la solución de enfermedades que van desde la insuficiencia cardíaca congestiva (Corventis, CardioMEMS) al asma (PHT, Cambridge Consultants), pasando por la diabetes (DexCom, Airstrip).
Los dispositivos de seguimiento tienen el potencial de actuar como el equivalente humano de un panel de instrumentos en un automóvil: cuantos más indicadores y luces indicadoras haya, mejor advertidos podremos estar sobre si algo está fallando, y así poder tomar medidas de prevención de averías del motor y asistencia de emergencia en carretera. Los medidores de glucosa continuos permitirían a los diabéticos comprobar sus niveles de azúcar en la sangre mediante la consulta de una pantalla en sus teléfonos inteligentes, del mismo modo que los conductores pueden revisar de un vistazo el indicador de gasolina. Un tipo de sensores que vigilasen la apnea del sueño—que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular—serían como una luz de aviso del filtro de aire. Un medidor de flujo máximo que se adhiriese a un inhalador, transmitiendo los datos sobre la exhalación de un paciente con asma, sería análogo al indicador del sistema de escape.
Los hospitales están especialmente interesados en una tecnología que pueda detectar señales de advertencia de insuficiencia cardíaca. La mayoría de los casos de insuficiencia cardíaca congestiva son totalmente controlables con los medicamentos adecuados y una serie de cambios en el estilo de vida (hacer más ejercicio, comer menos sal), aunque más de un tercio de los pacientes dados de alta después del tratamiento de esta enfermedad son readmitidos durante los 12 meses posteriores. Una simple readmisión puede costar entre 10.000 y 40.000 dólares, o más. A partir de 2012, Medicare y Medicaid dejarán de reembolsar a los hospitales por aquellas readmisiones por insuficiencia cardíaca que se produzcan dentro de un margen de 60 días. El cambio de política ha llevado a algunos hospitales a prestar una mayor atención a las medidas preventivas, como por ejemplo el seguimiento sanitario inalámbrico. Después de todo, su supervivencia podría depender de ello.
Sin embargo, aún persisten muchos obstáculos burocráticos para la aplicación de estas tecnologías. La FDA ha tardado mucho en aprobar la mayoría de los dispositivos inalámbricos de salud debido a las preocupaciones sobre la privacidad, la seguridad y la pérdida de datos. Los hospitales y las aseguradoras se resisten a su adopción, ya que les preocupa el aumento de los costes a corto plazo.
Los médicos, por su parte, están preocupados por la calidad de los datos, la responsabilidad y los gastos. "No existen muchos incentivos para que los proveedores adopten este tipo de datos de seguimiento", afirma Ronald Dixon, médico y director del proyecto de práctica virtual en el Hospital General de Massachusetts."El servicio de seguimiento recibe fondos, pero no existen incentivos para que yo le preste atención. Quiero ayudar al paciente, pero [bajo el sistema actual] no se me paga por hacerlo".
En el pasado, las nuevas tecnologías médicas tenían probabilidades de ser consideradas valiosas si lograban mejorar la atención. Eso puede que deje de ser cierto a menos que también disminuyan significativamente los costes. Incluso si el seguimiento inalámbrico produce algún tipo de ahorro a medio plazo, como es casi seguro que ocurra, los hospitales y las aseguradoras quizá no tengan la sensación de que los gastos por adelantado estén justificados.
"Todas las innovaciones en el campo del seguimiento tienen que ser, en el peor de los casos, neutrales en cuanto a costes, y en el mejor de los casos, efectivas", señaló Dixon. "Si son caras, sólo van a ser adoptadas por una parte relativamente pequeña de la población".
Los gigantes de la administración de cuidados médicos son el elemento imprevisible a la hora de predecir cómo será adoptada esta gran diversidad de tecnologías. Medco, la compañía de atención sanitaria y gigante de los beneficios farmacéuticos, no quiso hacer comentarios sobre si tenía algún interés en este enfoque. Otras empresas están empezando a participar con cautela en el juego. United Healthcare, por ejemplo, recientemente aprobó el reembolso de un dispositivo fabricado por Watermark Medical capaz de detectar la apnea obstructiva del sueño en la propia habitación del paciente, eliminando la necesidad de pasar la noche en un laboratorio del sueño.
Kaiser Permanente, con sede en Oakland, California, opera un sistema más integrado de hospitales y planes de atención sanitaria. Debido a que el gasto en prevención ahorra dinero a sus hospitales, la empresa tiende a pensar de modo más progresista. En la actualidad, está estudiando el mejor modo en que las tecnologías de seguimiento—incluyendo las píldoras inteligentes de Proteus—podrían ser utilizadas. "Hemos estado llevando a cabo experimentos con varios prototipos para ver cómo se podrían integrar con nuestro sistema", asegura Faye Sahai, director ejecutivo de innovación y tecnología avanzada en Kaiser.
Las tecnologías inalámbricas podrían asegurar a los médicos que están viendo a aquellos pacientes más urgentes, aunque también podrían imponer nuevas tareas que acabarían consumiendo gran cantidad de tiempo. Dichas tareas van desde la observación de las pulsaciones y la respiración hasta medir los niveles de glucosa en la sangre, pasando por el control de la cantidad de líquido en un paciente con insuficiencia cardíaca crónica. Incluso con el acceso a todos los datos de un paciente a través de teléfonos inteligentes, los médicos no tienen mucho tiempo para analizarlos. Cualquier flujo de trabajo que incorporase estas tecnologías requeriría un sistema integrado de alertas que no interfiriese con la abarrotada rutina diaria de los médicos.
Algunas empresas han construido centros de vigilancia que revisan los datos del paciente, los interpretan, y los envían al médico que prescribe las recetas. Sin embargo, este tipo de configuraciones son todavía relativamente poco frecuentes, y existe una gran oportunidad de negocio para empresas que compilen y sinteticen lo que algunas personas en el campo denominan el "tsunami de datos". "Finalmente, serán una serie de intermediarios inteligentes los que empaqueten la información y la pongan en manos del médico, y después tendremos que confiar en que el médico haga lo que es apropiado", afirma Don Jones desde Qualcomm.
En última instancia, la infraestructura inalámbrica para la vigilancia de la salud es más probable que se construya en Europa e incluso en países en desarrollo, mucho antes de que se dé en los Estados Unidos. Hasta que haya un cambio en el modelo de pago por servicio utilizado por la mayoría de las aseguradoras de EE.UU.—hasta que exista un incentivo financiero para la prevención, y un sistema que compense a los médicos por el tiempo dedicado a mantener a sus pacientes fuera del hospital—las tecnologías de seguimiento sanitario seguirán siendo un mercado limitado.
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