Como una de las tecnologías de más rápida propagación en la historia, el teléfono móvil ha logrado provocar una transformación en los miles de millones de personas en el mundo en desarrollo que nunca han tenido un teléfono fijo o una conexión a Internet. Una de las ventajas más inesperadas es la capacidad de ofrecer servicios bancarios.
Verónica Suárez, al igual que unos 2,5 mil millones de adultos en el planeta, no tiene una cuenta bancaria propia. Suárez y su esposo tienen una tienda de alimentos en Quito, Ecuador, una ciudad de alrededor de unos 1,4 millones de personas situada en una meseta rodeada de volcanes inactivos. En el pasado, a menudo se pasaba medio día viajando para pagar las facturas en efectivo. Sin embargo, desde junio, ha estado probando un servicio de banca móvil llamado Mony, que está a cargo de la startup con sede en Panamá YellowPepper Holding. En la actualidad puede simplemente escribir mensajes de texto y con ellos enviar los pagos a los teléfonos de los repartidores que llevan las cajas de Coca-Cola y aceite vegetal a su tienda. Esto le permite ahorrar tiempo de viaje, reducir el riesgo de ser robada, y llevar su negocio de manera más eficiente.
"Funciona muy bien", afirma Suárez, cuya tienda es una de las 52 tiendas de propiedad familiar en Ecuador que participan en las pruebas. "Sin embargo a veces me faltan 50 dólares para pagar al repartidor. Sería mejor si también prestasen dinero".
Pronto, quizá lo hagan. En todo el mundo, decenas de empresas están introduciendo billeteras móviles que almacenan el dinero en teléfonos móviles en lugar de en cuentas bancarias. Estos sistemas ayudan a la gran cantidad de personas "sin banco"—enormes masas que anhelan poder enviar fácilmente fondos a sus familiares lejanos, pagar cuentas, o incluso pedir préstamos pequeños, pero no tienen acceso a servicios financieros. "La billetera móvil puede tener un gran poder de transformación", afirma el fundador y presidente de YellowPepper, Serge Elkiner, que se encontraba en Ecuador en noviembre para demostrar su sistema a funcionarios de la vecina Colombia. "Tenemos la oportunidad de traer a cientos de millones de personas al sistema bancario".
Los empresarios emprendedores afirman que las billeteras móviles son posibles gracias a la rápida expansión del uso de los teléfonos móviles en las regiones más pobres del mundo. En los últimos cinco años, los operadores han añadido más de dos mil millones de cuentas móviles en las naciones pobres y en desarrollo, según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Eso debe compararse con los 435 millones de cuentas nuevas en los países ricos (véase el gráfico).
Como resultado, incluso en las regiones pobres, sin agua potable o electricidad, la mayoría de los adultos están conectados. "En casi cualquier país en desarrollo, en cualquier zona rural, se pueden obtener las cuatro Cs: Coca-Cola, cigarrillos, condones, y celulares (teléfonos móviles)", afirma Robert Katz, socio del Fondo Acumen, una organización sin fines de lucro que invierte en empresas que tratan de luchar contra la pobreza. "Las empresas de telefonía móvil han tenido éxito a la hora de hacer que su producto esté en todas partes, por lo que el reto para la próxima generación de nuevas compañías y emprendedores es aprovechar esa base ya instalada para ofrecer un valor real económico y social a los pobres".
No hay escasez de ideas sobre cómo hacerlo. Una empresa en la India está ofreciendo diagnósticos médicos básicos a través del teléfono para aquellas personas que vivan lejos de un médico; los pacientes pueden pagar con créditos telefónicos. Otras están tratando de entregar información sobre el mercado a los agricultores o pescadores, para que puedan llevar sus mercancías a los lugares donde existe la demanda.
En Ecuador, el servicio Mony está satisfaciendo una necesidad real, asegura Elkiner. Según la consultora Bankable Frontier Associates, más del 75 por ciento de los ecuatorianos posee un teléfono móvil, pero sólo el 35 por ciento tiene una cuenta bancaria, la cifra media de las naciones pobres y en desarrollo. Para abrir una cuenta bancaria convencional en Ecuador, se necesitan varios cientos de dólares y un comprobante de domicilio—dos cosas que muchos ecuatorianos no tienen. Para obtener una cuenta móvil de YellowPepper, todo lo que se necesita es una identificación, un depósito de 5 dólares, y un teléfono móvil. El servicio está programado para su lanzamiento en 2011, en colaboración con la compañía de telefonía móvil Porta y un banco local.
YellowPepper cobrará 49 centavos por cada transferencia de dinero en efectivo. A pesar de que es un cargo del 1 por ciento por una transferencia de 50 dólares, Elkiner cree que el precio es justo. Es un tercio del coste de las transferencias de dinero tradicionales, y añade: "Si nadie hace esto, tendremos que seguir en la Edad de Piedra, usando el burro para ir a pagar las facturas, y perdiendo todo el día". En octubre, YellowPepper recibió un voto de confianza de la Corporación Financiera Internacional, un brazo del Banco Mundial, que invirtió 3 millones de dólares en la empresa.
Aquellos emprendedores cuyos objetivos son la mejora de las condiciones en los países pobres tienen como inspiración hacer el bien para que las cosas les vayan bien. El modelo de negocio fue popularizado por el profesor de negocios de la Universidad de Michigan C.K. Prahalad; su libro The Fortune at the Bottom of the Pyramid, de 2005, analizó los primeros ejemplos de empresas que obtienen beneficios a la vez que satisfacen las necesidades básicas de los cuatro mil millones de "microconsumidores" en el mundo, que sobreviven con 20 dólares o menos al día—y a menudo mucho menos.
Hasta hace poco, los pobres simplemente no eran vistos como consumidores reales. Sin embargo, como señala Prahalad, la rápida adopción de la telefonía móvil ha destrozado las ideas preconcebidas acerca de lo que los pobres quieren, y lo que pueden permitirse el lujo de comprar. Actualmente, muchos empresarios con conciencia social creen que las billeteras móviles podrían convertirse en la próxima aplicación que acabe con la pobreza. Según el GSMA, un grupo industrial para el negocio de las comunicaciones móviles, en la actualidad existen 79 sistemas de dinero móvil a nivel mundial, sobre todo en África y Asia. Dos tercios de ellos han sido puestos en marcha desde 2009.
Hasta la fecha, el ejemplo más exitoso es el M-Pesa, que Vodafone puso en marcha en Kenia en 2007. Un poco más de tres años más tarde, el servicio tiene 13.500.000 usuarios, y espera enviar el 20 por ciento del PIB del país a través del sistema este año. "En Vodafone hemos demostrado que si se entiende la proporción del asunto, la escala es enorme," afirma Nick Hughes, el inventor de M-Pesa. La capacidad de ahorrar de forma segura incluso pequeñas cantidades puede ayudar a los pobres a acumular activos. Un estudio de un sistema de monedero móvil en Filipinas encontró que los usuarios almacenaban un promedio de 31 dólares, o aproximadamente una cuarta parte de los ahorros de su familia, en sus teléfonos.
Sin embargo Hughes afirma que sigue habiendo un obstáculo importante: los mismos operadores móviles. Al estar ocupados reduciendo los costes y persiguiendo a nuevos suscriptores de servicios de voz (alrededor de la mitad de los adultos de África todavía no tienen un teléfono móvil), los operadores siguen considerando que el dinero móvil es una idea marginal. "Las oportunidades para llegar a los pobres son algo que las grandes empresas aún ven con cierta incomodidad", afirma Hughes.
Es por eso que el año pasado dejó Vodafone para iniciar un firma de capital riesgo, Signal Point Partners, cuyo lema es "Servicios escalables para satisfacer las necesidades fundamentales". Hughes está usando su propio dinero (y el de los inversores) en nuevos negocios, como por ejemplo un servicio de asistencia médica por teléfono en Bangladesh, y un sistema de préstamos móviles en Kenya. "Poseemos una base tecnológica móvil, de bajo coste, y que nos permite pensar en algo diseñado para las grandes poblaciones", asegura. "Pero, sin embargo, todo empieza por algo simple, como enviar dinero o llamar a un médico".
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