Por JONAH LEHRER
Google+, la nueva red social del gigante de las búsquedas tiene solamente un mes pero ya ha sido calificada como un gran éxito. Hasta ahora ha registrado más de 20 millones de visitantes únicos que comparten casi mil millones de asuntos cada día. Los analistas lo consideran un potencial "golpe de gracia para Facebook".
¿Por qué necesitamos otra red social? La ventaja con la que Google+ se quiere vender es que trata de replicar en la web nuestra vida social real. A diferencia de redes sociales anteriores, que han sido creadas desde plataformas digitales primitivas, como foros, blogs y directorios universitarios, Google quiere empezar desde cero. La empresa quiere que su red social sea el primer espacio en la red que esté basado en los hábitos duraderos de la naturaliza humana.
El diseño de Google+ refleja esta noble ambición. Mientras que Facebook agrupa a todos nuestros "amigos" en una misma esfera, Google+ facilita la selección de contactos en círculos discretos que permiten que los colegas de trabajo y los amigos de la Universidad tengan acceso a distintas actualizaciones.
La nueva red social también permite que los grupos se relacionen más fácilmente. La función "hangouts", por ejemplo, permite que los usuarios se comuniquen a través de video chats como si estuviera compartiendo el mismo espacio físico. Google+ incluso requiere que la gente use su nombre real en vez de los seudónimos que son tan corrientes en la web. La esperanza es que estos ajustes de software permitan percibir de una forma más realista al sitio web, más como una cena con amigos y menos como un listado de correo electrónico.
Es demasiado pronto para decir si Google+ ha llegado para quedarse. Personalmente he disfrutado lo que he hecho en el sitio.
Pero hay una buena razón para dudar si cada nueva tecnología, incluso una tan bien diseñada como Google+, puede imitar de forma efectiva nuestras interacciones cara a cara. Es algo que se ha defendido desde hace bastante tiempo pero en ninguna ocasión con éxito.
Primero fue el teléfono, que se suponía iba a reducir la demanda de comunicaciones en persona. Lo mismo se dijo de los faxes y los correos electrónicos. A finales de los años 90, cuando la fiebre puntocom estaba en su apogeo, muchos entusiastas de la tecnología predijeron que las ciudades pronto serían obsoletas porque ya no necesitaríamos compartir aceras y cafés. El abaratamiento de la banda ancha acabaría con las caras oficinas.
Pero los datos muestran que ha ocurrido lo contrario. Las ciudades y las interacciones cara a cara se han convertido en algo más valioso. Tal y como dice el economista de Harvard Edward Glaeser en su último libro, El triunfo de las ciudades, los viajes de negocios se han incrementado de manera espectacular desde la invención del correo electrónico. La asistencia a las conferencias de negocios se ha disparado desde la invención de las videoconferencias. Las empresas aún pagan considerables alquileres por estar en los centros de las ciudades.
Un reciente estudio liderado por Isaac Kohane, un investigador de la Escuela de medicina de Harvard, revela algo parecido. Tras analizar más de 35.000 reportes científicos diferentes revisados por colegas y poner en el mapa la localización de cada coautor, Kohane encontró que los científicos que están físicamente más cerca hacían artículos de una calidad significativamente mayor, de acuerdo al número de veces que se citaban posteriormente. De hecho, de forma consistente, los mejores estudios fueron hechos por científicos que trabajaban a menos de 10 metros de distancia entre ellos, es decir, que no necesitaban comunicarse a través de pantallas.
Esto no significa que debamos dejar de socializar en la web. Pero sugiere que reconsideremos el propósito de nuestras redes en línea. Simplemente han mucho valor en el contacto cara a cara, en el lenguaje del cuerpo y en la información que no se puede transmitir por Internet. Quizá por eso el tráfico de Google+ está ya cayendo y el número de usuarios estadounidenses de Facebook se ha contraído en los últimos meses.
Estas limitaciones sugieren que la ganadora de las guerras de redes social no será la plataforma que sea más realista. En lugar de ser el sustituto de la socialización real, esta red debe apuntar a ser un mejor complemento, amplificando las ventajas de la conversación en persona.
Durante años hemos estado buscando por la cura tecnológica para todas las ineficiencias de las interacciones fuera de Internet. Después de todo, sería muy conveniente si no tuviéramos que viajar a conferencias, desplazarnos a la oficina o encontrarnos con amigos. Pero esas ineficiencias son necesarias. No las podemos arreglar por que no están dañadas.
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