Pero un día llegaron las patentes.
Estas no son más que papeles en los que se asegura que el invento "x", y los derechos que de él se derivan, pertenecen a fulanito "y".
Y estos papelitos se están convirtiendo en una jugosa manzana de discordia en el mundo tecnológico.
Cada vez se trata menos de innovación y más de esgrimirlas como armas para atacar a los rivales del mercado y como muros de defensa ante sus ataques.
Un par de días atrás un muchacho que cree que nadie lo para y está tratando de arrasaren el mercado, Google, anunció la compra de la división móvil de Motorola.
Entre una y otra razón de compra, las patentes jugaron una pieza clave en la transacción. Motorola Mobility cuenta con cerca de 17.000 patentes tecnológicas que ahora el buscador utilizará para atacar y defenderse.
Hace una semanas dos chavales que antes se miraban feo -Microsoft y Apple- se unieron con otros amigos para comprar las 6.000 patentes que la extinta Nortel Networks acumulaba en su guarida.
The New York Times asegura que en los últimos años el precio de las patentes se ha elevado un 400%. El fundamento económico se repite: "A mayor demanda, menor oferta". Las patentes están en gran demanda.
Lo grave es que esta guerra por controlar la mayor cantidad de patentes posibles tiene un daño colateral: la innovación.
Por un lado existe un creciente temor entre programadores y empresas tecnológicas -sobre todo las que está iniciando- de que al crear algo nuevo pisarán los pies de algún gigante tecnológico que esperará a que éstas triunfan para restregarles en la corte un papel que diga que el 1% de su producto viola alguna de sus patentes.
Pero también hay una preocupación económica. El que las grandes empresas de tecnología estén gastando tanto dinero en adquirir derechos, significa que están dejando de invertirlo en nuevas invenciones. Al defender sus creaciones están dejando de generar nuevas ideas. Y sin invenciones la economía se estanca.
Y mientras tanto las demandas continúan. HTC acaba de demandar a Apple, ésta seguramente contrademandará. Samsung también está en litigio con la empresa de Steve Jobs y Microsoft está buscando que varios fabricantes de teléfonos Android le paguen una "licencia" por presuntamente violar sus patentes.
El mercado móvil está creciendo a pasos agigantados y es claro que nadie quiere quedarse sin una rebanada del pastel.
Lo que es una verdadera lástima es que esta guerra entre grandes empresas esté afectando no sólo su innovación sino de la otros emprendedores, además de alienar aconsumidores.
Si la batalla se sale de control puede convertirse en un cáncer que termine por engullir a una industria que aún tiene mucho por ofrecer.
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