Por Kenrick Vezina
Hay padres que se preguntan si Facebook está poniendo en peligro nuestra capacidad de socialización. Unos cuantos psicólogos han empezado a hacerse la misma pregunta.
Larry Rosen, autor de varios libros sobre la psicología de la tecnología y psicólogo investigador en la Universidad del Estado de California en Dominguez Hills (Estados Unidos), es uno de los investigadores que intentan cuantificar los efectos psicológicos de Facebook sobre los usuarios de distintas generaciones, con un énfasis especial en adolescentes y jóvenes.
Rosen ya ha recopilado unas primeras pruebas que sugieren que el uso de Facebook puede estar relacionado con comportamientos narcisistas, dependencia del alcohol y otros desórdenes psiquiátricos. Pero también ha hallado pruebas de que su uso puede estar asociado con un aumento de la empatía virtual (la capacidad de evaluar el estado emocional del otro desde la distancia).
Rosen ha llevado a cabo encuestas que miden el nivel de uso de Facebook (según la descripción del propio usuario): la frecuencia con que lee posts en el muro, sube fotos, etc... junto con una evaluación de su estado psicológico usando cuestionarios psicológicos clásicos así como un análisis de los posts de Facebook del encuestado.
Rosen presentó algunos hallazgos preliminares de varios proyectos de investigación durante una ponencia titulada: “Provócame: los chavales y las redes sociales” en el congreso de la Asociación Americana de Psicología en Washington D.C. hace unos días. Su charla no era la única dedicada a este tema, “las redes sociales y la tecnología” era uno de las áreas de estudio clave del congreso de este año, que reunió a investigadores destacados de todo el mundo.
El trabajo de Rosen forma parte de un debate mucho más amplio sobre el efecto de Internet en nuestro cerebro. Si bien algunos observadores sugieren que los microposts en blogs, las puestas al día de información en las redes sociales y otras formas de expresión y comunicación en pequeño formato pueden estar haciéndonos menos capaces de pensar en profundidad, otros sostienen que estas tecnologías están siendo explotadas por nuestros cerebros de formas nuevas y afirman que esos temores son habituales cuando surge una tecnología nueva y rompedora.
El trabajo de Rosen se centra en las diferencias entre generaciones y en cómo afecta la tecnología a niños y jóvenes. “Todas estas tecnologías tienen que evaluarse, pues afectan a nuestras vidas”, explica. Según Rosen, los adultos pueden evaluar y rechazar distintas tecnologías y pone como ejemplo la gente que rechaza invitaciones de Google+, pero los niños y jóvenes no tienen ni la experiencia ni el autocontrol necesarios para hacerlo. Quizá sepan más de tecnología que sus padres, pero también están sometidos a una mayor presión social para interactuar con lo más nuevo, expone Rosen.
Zeynep Tufekci, profesora adjunta de sociología en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos), especializada en el impacto social de la tecnología, sugiere que las preocupaciones de los padres sobre el efecto de las redes sociales en niños y jóvenes quizá sea exagerada. “Si bien los cambios en el entorno tecnológico son reales y tienen consecuencias importantes, a la juventud de hoy le interesan cosas muy parecidas a las que interesaban a generaciones anteriores y no son una raza alienígena distinta a cualquiera que haya habitado la tierra anteriormente”, afirma.
Rosen avisa de que hasta ahora su trabajo sólo ha demostrado una conexión entre determinados tipos de comportamiento y el uso de Facebook, no una relación causal. Aún no está claro si Facebook provoca tendencias narcisistas entre sus usuarios, por ejemplo, o resulta que atrae principalmente a usuarios que ya lo eran.
En el congreso de la Asociación Americana de Psicología, Elizabeth Carll, psicóloga clínica y autora, presentó una ponencia sobre los efectos del acoso en línea. Hizo la observación, basada en su experiencia clínica, de que los efectos negativos del acoso por Internet pueden ser más graves que los enfrentamientos cara a cara. Lo que lo hace distinto, afirma, es el hecho de que resulta imposible escapar. “El ciberacoso se da las 24 horas del día”, sostiene. “El mundo lo sabe inmediatamente. Si tu novio tiene una foto comprometedora tuya, puede mandársela a cualquiera”.
Algunos psicólogos son más escépticos respecto al impacto de los últimos cambios tecnológicos. John Suler, profesor de psicología en la Universidad de Rider, (Estados Unidos) afirma que “la fascinación actual por la tecnología y las redes sociales es, en mi opinión, una fase por la que estamos pasando... Con el tiempo, cuando la locura por la tecnología se calme, nos daremos cuenta de nuevo de que el equilibrio entre la actividad dentro y fuera de Internet es tan importante como cualquier equilibrio en la vida”.
Michele Strano, profesora adjunta del departamento de estudios de comunicación del Bridgewater College (Estados Unidos), asegura que Facebook quizá simplemente refuerce comportamientos preexistentes. “Muchos de nuestros amigos de Facebook son personas con las que también interactuamos cara a cara”, comenta. “Así, nuestras identidades en la red y fuera de ella tienden a tener cierta coherencia”, explica Strano.
En definitiva, según Tufekci, los chicos de hoy no son tan distintos de los chicos del pasado. “Buscan la aceptación de sus iguales y suelen estar interesados en probar y forzar límites y necesitan el apoyo de sus padres según se enfrentan a las presiones y recompensas de madurar”, afirma Tufekci.
Copyright Technology Review 2011.
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