Imagen: Léo Apotheker, CEO de HP
Por AL LEWIS
Digamos que le dieran un año para destruir Hewlett-Packard. A continuación le decimos cómo podría hacerlo:
Despida al presidente ejecutivo Mark Hurd, de buen desempeño, por irregularidades en informes de gastos y una jugosa demanda por acoso sexual que usted admite que carece de mérito. Despida a cuatro integrantes de la junta directiva, con la mayor publicidad posible. Fomente un éxodo masivo de ejecutivos clave que realmente saben cómo conducir a la gigantesca empresa de computación.
Contrate como nuevo presidente ejecutivo al de la empresa alemana competidora SAP, que vende software para empresas, no productos para consumidores. Dígale al nuevo presidente ejecutivo, Léo Apotheker, que Hurd "dejó a H-P en muy buena forma".
Genere críticas públicas de una importante firma de asesoramiento sobre conducción de empresas, argumentando que Apotheker nombró amigos en puestos de la junta directiva.
Busque costosas fusiones y recompras de acciones. Permita que los gastos se salgan de control. Trate de desprenderse de miles de millones de dólares de reservas en efectivo antes de la siguiente recesión mundial.
Provoque a sus socios Microsoft y Oracle, amenazando con poner el propio software operativo de HP en sus computadoras personales. Después decida que no lo hará. ¿Recuerda ese prometedor software webOS que H-P le compró a Palm por US$1.200 millones el año pasado? Déjelo a un lado.
Enójese cuando Larry Ellison, presidente ejecutivo de Oracle le dice a The New York Times: "La junta directiva de H-P simplemente tomó la peor decisión en cuanto a su personal desde que los idiotas de la junta de Apple despidieron a Steve Jobs". Y presente demandas cuando Ellison contrate a Hurd.
Haga alarde de que atacará el iPad de Apple con su TouchPad, que cuesta US$499. Después abandone su TouchPad en una liquidación a US$99 y anuncie que ya no lo ofrecerá.
Telegrafíe al mundo que usted es demasiado tonto como para fabricar teléfonos inteligentes.
Eleve su estimación de resultados financieros, dos veces. Luego falle en sus previsiones, dos veces.
Asegúrese de que los memorandos de Apotheker se filtren a la prensa, en particular el que dice "cuiden cada centavo y minimicen las contrataciones".
Anuncie planes de comprar la empresa británica de software Autonomy por US$10.000 millones, porque fabrica software para empresas como SAP, que es lo que Apotheker mejor conoce.
Anuncie planes de que quizás venda su negocio de computadoras personales. O quizás lo escinda para que sea una empresa independiente. La incertidumbre dañará el precio.
No importan los años que H-P dedicó a ser el mayor fabricante mundial de computadoras personales, incluyendo una controvertida fusión con Compaq. No importa que el negocio de las computadoras personales sea el más rentable de H-P. Desprenderse de él es un absurdo hermoso que un analista, Jayson Noland, de Robert W. Baird & Co, comparó a que "McDonald's se desprenda del negocio de las hamburguesas".
Vea cómo Moody's amenaza con bajar la calificación de crédito de H-P.
Finja estar sorprendido cuando las acciones de H-P se hunden más de 40%.
Vaya a Wall Street y cuente largos y confusos cuentos respecto a cómo está transformando a H-P para que pase de ser un negocio de bajos márgenes a uno de elevados márgenes.
Desde la espectacular salida de la ex presidenta ejecutiva Carly Fiorina y el escándalo de espionaje ilegal de la ex presidenta de la junta directiva, Patricia Dunn, hasta el supuesto escándalo sexual de Hurd que aparentemente no involucró sexo, estas disfunciones se han transformado en "el estilo H-P".
Ha pasado un año desde que H-P despidió a Hurd. Jack Kevorkian no hubiese sido capaz de diseñar un mejor plan para practicar la eutanasia de una empresa. Pero como decía el buen doctor: "Morir no es un delito".
—Al Lewis es columnista de Dow Jones Newswires en Denver, Colorado. Tiene un blog en tellittoal.com.
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