Por STEPHANIE BANCHERO
Antes de que termine el año, abrirá sus puertas en Nueva York P-Tech, una escuela secundaria donde los alumnos pueden obtener un diploma y un título asociado en algún campo vinculado a la ciencia de la computación para luego tener la oportunidad de conseguir su primer empleo en IBM.
En gran medida, la nueva escuela es obra de la Fundación Internacional IBM, que ayudó a desarrollar el programa de estudios, a seleccionar al director y les promete a los estudiantes que se gradúen la posibilidad de conseguir un empleo en International Business Machines Corp. (IBM).
El involucramiento del titán tecnológico en la planificación y creación de la escuela secundaria de alta tecnología es parte de una tendencia en las asociaciones público-privadas en educación. A medida que los estudiantes de EE.UU. se rezagan más respecto a sus pares de otros países, y cuando las empresas buscan trabajadores capacitados, grandes compañías como Microsoft Corp., J.P. Morgan Chase & Co. e IBM asumen un rol activo y estratégico en la educación. Para ellas, el beneficio es una fuerza laboral mejor capacitada. Entre las carencias que IBM encuentra entre sus postulantes figuran la escritura, la resolución de problemas y la disposición a trabajar en colaboración con otros.
"Las empresas comienzan a ver la urgencia de la situación y se preguntan: '¿Qué podemos dar, además de dinero, para cambiar realmente la situación?'", dice Margaret Coady, directora ejecutiva del Comité de Promoción de Filantropía Corporativa, un organismo internacional sin fines de lucro conformada por presidentes ejecutivos de empresas.
Durante décadas, las corporaciones han volcado millones a las escuelas. El Foundation Center, que hace el seguimiento del gasto filantrópico, informa que cerca de 200 de las principales fundaciones corporativas de EE.UU. donaron alrededor de US$514 millones a la educación en 2009, la mayor cantidad dada a cualquier categoría que haya recibido donaciones. De todas formas, ese dinero es una fracción de los US$600.000 millones en gastos del gobierno en la educación primaria y secundaria en EE.UU.
Históricamente, la generosidad ha sido dirigida hacia becas, computadoras y libros de texto, así como a una serie de mentores y tutores. Pero 30% de los adolescentes estadounidenses no se gradúan de la escuela secundaria a tiempo, y quedan detrás de otros países industrializados en los exámenes de ciencias y matemáticas.
Frederick Hess, director de políticas de la educación en el American Enterprise Institute, un centro de estudios que impulsa soluciones de mercado, indicó que la filantropía corporativa se ha basado "en ser un buen ciudadano". Pero "si uno está buscando mejorar fuertemente la educación, las compañías han tenido una estrategia enormemente ineficaz", sostuvo Hess, quien ha estudiado las donaciones de empresas.
Mary Cullinane, directora mundial de Microsoft para Innovación e Iniciativas Estratégicas, dijo que la compañía ha estado haciendo un "viaje" de inversión que la llevó desde simplemente darles software con descuento a las escuelas a un reciente esfuerzo de US$15 millones para explorar formas de utilizar la tecnología de los videojuegos como una herramienta en los salones de clase. "Es importante que compañías como la nuestra aporten una nueva forma de pensar y un gran rigor a la educación, en lugar de simplemente depositar algo de tecnología en las escuelas y esperar que resulte lo mejor posible", señaló.
IBM adoptó una estrategia similar. En un momento dado, la compañía simplemente mandaba cheques a las escuelas y donaba computadoras. Pero Stanley Litow, presidente de la IBM International Foundation, afirmó que la empresa abandonó "la filantropía de la chequera". "Estamos buscando estrategias paulatinas que puedan producir un cambio", señaló Litow, que fue vicecanciller de escuelas en la ciudad de Nueva York. "En vez de dar lo que es menos importante, o sea dinero sobrante, estamos dando lo que es más importante: nuestra tecnología y talento".
IBM donó 50.000 computadoras diseñadas para ayudar a niños pequeños a aprender a leer, y creó un programa para que los empleados que se jubilaban obtuviesen un certificado para enseñar matemáticas y ciencia en escuelas públicas.
Pero P-Tech, —un emprendimiento conjunto con el distrito escolar y la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY)— es su mayor apuesta. La escuela abrirá en septiembre con 130 alumnos de noveno grado, casi 80% provenientes de hogares de bajos ingresos, y agregará un año académico anualmente durante el próximo lustro.
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