Por JASON L. RILEY
"Es difícil mejorar la educación pública, eso está claro. Como diría Warren Buffett, si estuvieras escogiendo acciones (para un portafolio), no elegirías esa". Diez años después de lanzar su ofensiva filantrópica para reformar el sistema de educación de Estados Unidos, Bill Gates es prudente y se muestra dispuesto a admitir algunos pasos en falso.
"Ha sido alrededor de una década de aprendizaje", dice el cofundador de Microsoft y uno de los tres hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes.
Su Fundación Bill y Melinda Gates es hoy la organización de caridad con más dinero de EE.UU. Sus US$34.000 millones en activos superan los de las siguientes tres fundaciones más grandes (Ford, Getty y Robert Wood Johnson) combinadas. En 2009, repartió US$3.000 millones, o US$2.000 millones más que cualquier otro donante. Desde 2000, la fundación ha volcado US$5.000 millones en donaciones y becas para fines educativos.
Sentado en su oficina de la nueva sede de la entidad, cerca de la Space Needle, la icónica torre de Seattle, Gates dice que la educación no es solamente un derecho humano sino también "un tema de equidad y un tema económico... Es tan fundamental. En las zonas empobrecidas, en las comunidades de población negra de bajos ingresos, existe una correlación tan alta en términos de calidad educativa y éxito".
Una de las principales prioridades iniciales de la fundación fue reducir la población estudiantil de las escuelas. En 2004, anunció que destinaría US$100 millones a abrir 20 escuelas secundarias pequeñas en San Diego, Denver, Nueva York y otras ciudades. Esas escuelas, dice Gates, fueron diseñadas para —y lo hicieron— promover una mejor conducta de los estudiantes en el aula, mayores niveles de asistencia y una mejor interacción de los alumnos con los adultos.
"Pero el impacto general de la iniciativa, particularmente en lo que más nos importa —si los estudiantes continúan su educación en la universidad (tras graduarse de la secundaria)— no reflejó mayores cambios", lamenta Gates. "Quizás 10% más de los muchachos lo hizo, pero la mejora no fue significativa... No abrimos un camino que ejerciera un gran impacto, así que hicimos un mea culpa respecto a eso". De todas formas, agrega, "pensamos que las escuelas pequeñas fueron más beneficiosas para los muchachos que fueron a ellas".
La realidad es que la Fundación Gates, en su campaña por la educación, encontró la misma resistencia que otros importantes esfuerzos filantrópicos cuando que intentaron transformar sistemas escolares en ciudades estadounidenses que son disfuncionales y que están manejados por poderosos sindicatos y un monopolio del gobierno que provee la educación en todas sus etapas.
"Aplaudo a la gente que apuesta a esto, pero desafortunadamente no se han obtenido mejoras significativas", admite. También advierte contra sobreestimar el poder potencial de la filantropía. "Cabe recalcar que entidades gubernamentales destinan US$600.000 millones anuales a la educación y todo lo que la filantropía ha aportado hasta ahora a esa causa no llega ni a US$10.000 millones", señala.
Esta aceptación de que al parecer las grandes donaciones tienen poca influencia ha llevado a la fundación a reconsiderar su enfoque en los últimos años. En vez de tratar de "comprar" una reforma sistémica con inversiones a nivel de escuelas, un nuevo objetivo es influir sobre el dinero privado de manera que redireccione la forma en que los fondos públicos son usados en la educación.
Ciencia aplicada
"En este sentido son parcial", dice Gates. "Creo en la innovación y en que la forma en que uno obtiene innovación es financiando investigación y aprendiendo los datos básicos", explica.
En comparación con el gasto en investigación y desarrollo de los sectores de tecnología de la información y farmacéutico, por ejemplo, casi nada se invierte en investigación sobre educación, señala.
"Esto se explica parcialmente por el problema de quién lo hará. ¿Quién piensa en (la educación) como su negocio", plantea Gates.
Recientemente, su fundación ha estado trabajando en un sistema que puede medir en forma confiable la efectividad de los maestros. Hace tiempo que ha quedado demostrado que los maestros influyen en la educación de los estudiantes más que cualquier otro factor, incluyendo el tamaño de las clases y la inversión por estudiante. Entonces el objetivo es determinar qué es lo que científicamente hace a un buen docente.
"Todos sabemos que hay maestros ejemplares que pueden tomar los estudiantes más difíciles y enseñarles dos años y medio de matemática en un solo año", señala. "Bueno, soy lo suficientemente científico para preguntar: ¿Qué es lo que hace un gran maestro? ¿Su habilidad para calmar una clase o para hacer que una lección sea interesante? ¿Es bueno con los niños que se quedan rezagados? ¿Es bueno con los que está avanzados?", se pregunta.
Educación cuantitativa
La Fundación Bill y Melinda Gates tiene un proyecto a cinco años, provisto con US$335 millones, que examina si aspectos de una enseñanza efectiva —manejo de la clase, objetivos claros, diagnóstico y corrección de los errores más comunes de los estudiantes— pueden ser cuantificados en forma sistemática.
El esfuerzo involucra recopilar y estudiar videos de más de 13.000 lecciones enseñadas por 3.000 maestros de escuelas primarias en siete distritos escolares urbanos.
"Estamos tomando esos videos y analizando qué tan rápido los niños se concentran en la lección, qué tanto participan, quién no deja de mover la pierna, quién está distraído", explica.
Los investigadores también les están preguntando a los estudiantes respecto a qué es lo que da resultado en el salón de clases y están tratando de determinar la utilidad de sus respuestas.
Gates tiene la esperanza de que el proyecto reciba el apoyo de los maestros, que describe como clave para la reforma a largo plazo.
"Nuestro sueño es que un alto porcentaje de los maestros concluya que esto los ayudó a hacer mejor su trabajo".
La fundación Gates apoya vehementemente un plan de estudios matriz para todas las escuelas de EE.UU.
"Es absurdo pensar que la multiplicación en Alabama es diferente a la de Nueva York", considera.
También cree que la implementación de estándares comunes es una forma de ahorrar dinero en momentos en que muchos estados de EE.UU. están enfrentando problemas presupuestales.
Por ejemplo, propone, en el tema de los libros de texto, "¿por qué no podemos implementar un texto estándar? En estos momentos, Texas tiene un libro de texto que es distinto al de California que a su vez es diferente del de Massachusetts. Eso es muy caro", asegura Gates.
Sin embargo, un plan de estudios nacional uniforme, sostienen sus detractores, podría obligar a los estados con estándares superiores, como Massachusetts, a rebajar la calidad de su sistema de educación. E incluso, si se lograse establecer buenos estándares comunes, ¿cómo podrían ser mejorados en un futuro si ya el laboratorio de 50 estados está fuera de operación?
Gates responde diciendo que no hay necesidad de sacrificar la excelencia por la equidad.
"Detrás de este programa de estudios matriz hay varias reflexiones muy profundas. Los libros de texto en EE.UU son el doble de gruesos de los de las escuelas asiáticas. En las clases de matemática en EE.UU. enseñamos un montón de conceptos pobremente por un período de varios años. En los sistemas asiáticos les enseñan a los estudiantes muy pocos conceptos muy bien durante unos pocos años", asegura. Tampoco ve la necesidad de una competencia entre los estándares de los estados. "Es como tener un sistema eléctrico común. Para mí tiene sentido".
Las respuestas de Gates resumen el enfoque de su fundación sobre la reforma de la educación: más evolución, menos interrupciones. Intenta hacer el mayor bien posible sin indisponer a muchos de los actores involucrados. Uno puede discrepar de la estrategia que propone Gates. Puede imaginar que el ex ejecutivo tiene intenciones ocultas. Incluso puede darle gratis algunas sugerencias. O puede darle la mano, agradecerle por su tiempo y recordar que lo que hace, lo hace con su dinero.
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