viernes, 5 de agosto de 2011

Gunter Pauli: La búsqueda de salud traerá innovación y sustentabilidad

Entrevistamos a este multiemprendedor belga, quien encuentra oportunidades de rentabilidad en los negocios verdes. Ahora va a la caza de Nike y Puma, usando los deshechos de los gusanos de seda para una nueva categoría de calzado.

Autor: Mariana Osorio


Gunter Pauli es un emprendedor, economista y escritor belga, experto en temas de innovación sustentable. Es profesor del Politécnico di Torino y desde su iniciativa han surgido diversas iniciativas en los ámbitos de los negocios, cultura, ciencia, política y medioambiente.

Pauli está dedicado a diseñar e implementar modelos para que las sociedades e industrias respondan a las necesidades de las personas, usando lo disponible en la naturaleza. Ha publicado 19 libros, impresos en más 30 idiomas.

En su más reciente obra “La economía azul” (Tusquets, 2011), recoge 100 casos prácticos de la sabiduría de los ecosistemas aplicada al mundo de la empresa, inventariados por la Zero Emissions Research Iniciative (ZERI), una iniciativa propia de Pauli, fundada en 1994 en la Universidad de Naciones Unidas en Tokyo.

Pauli es MBA de Insead, pero no está de acuerdo con el modelo tradicional que enseñan las escuelas de negocios.

En una extensa conversación con AméricaEconomía, durante su paso por Santiago -invitado porFundación Chile y la Universidad del Desarrollo-, asegura que se dio cuenta de que debía cambiar la teoría luego de haber montado dos empresas y quebrar. “El modelo existente no me daba la oportunidad de obtener el nicho de mercado que yo necesitaba”, dice.

Cuénteme sobre su filosofía sobre la economía como “sistema abierto y sistema ecológico cerrado”.

Todas las empresas tienen que ser ecológicas. Todas, sin excepción. No podemos permitirnos estar en un negocio que no sea bueno para el medioambiente. Y la única manera de imponer esta filosofía en el mercado es que el bien o servicio que ofrecemos tiene que ser más barato. Algo más costoso no puede ser standard de mercado, eso es para los ricos.

Si queremos tener una buena participación, tenemos que entregar un producto más barato, mejor y ecológico. Dsos son principios básicos. Y la única manera de llegar a eso es poniendo mucha más atención a la innovación. No sólo en la tecnología, sino que en el modelo de negocios.

¿Y cómo se debe innovar?

La filosofía de ganar es como la historia de David contra Goliat. David ganó porque decidió lanzar piedras, no hacer boxeo. Sabía que era más débil e iba a perder. Por eso decidió cambiar las reglas del juego.

No vale la pena hacer grandes análisis o estudios de mercado. Lo que tenemos que hacer es cambiar lo que está hoy en el mercado, hay que tener una vista de la totalidad.

Por ejemplo, en el caso del agua. Sabemos que ésta tiene un mercado garantizado, pero hay que repensar el modelo de negocio, hacer envases ecológicos, porque el polietileno es un desastre.

Históricamente se entiende que para reducir costos, lo más barato no es lo ecológico...

Esa filosofía está pasada de moda. Antes pensábamos en reducir costos, ahora pensamos en generar más ingresos. Y la única forma de hacerlo es teniendo mayor flujo de caja.

Fotografía: Miguel Candia, AméricaEconomía.

El problema es que fuimos formados por Harvard, Stanford, Insead, etc. Somos forzados a pensar en un solo negocio con una competencia central. Un Core Business. Y todo lo que no nos sirva para ese negocio lo eliminamos. No nos damos cuenta de que la basura es una gran oportunidad de hacer negocios innovadores.

Un ejemplo es lo que hemos hecho con mis estudiantes, que es cultivar hongos shitake con los residuos del café. Lo que se consume de café es el 0,2% del grano, y el 99,8% es basura.

¿En qué consiste ese proceso?

Hicimos un convenio con Starbucks. Les ofrecimos comprarles sus desechos por un precio menor al que ellos pagaban por llevarlos al vertedero. Vendemos nuestros hongos a los chefs más famosos y lo promocionamos como cultivados “en los desechos de Starbucks”, entonces también les cobramos por publicidad. Y con los desechos de los hongos, ricos en aminoácidos, tenemos alimento para gallinas. Con eso, un tercer flujo de caja.

Esta lógica es lo que necesitamos para nuestras empresas. El desecho de café es basura solo para el que quiere que su único negocio sea el café.

O sea que se puede hacer publicidad de la misma basura...

Dar branding a una basura nunca se ha hecho. Cuando la gente crea que
es posible hacer el bien con lo que consideramos mal, entonces se da
valor agregado, se genera flujo de caja.

Y con eso se crea también empleo...

Así es. Los estudiantes ganan un poco más de plata para la universidad. Yo tengo más de 10 mil empleados en el mercado del desecho de café, muchos de ellos discapacitados.

Eso es popular, social, ecológico y económico, pero además es un buen negocio. El cultivo comenzó en Madrid, se expandió a Berlín, La Haya, París, San Francisco, y ahora estamos en Colombia y Brasil, los auténticos mercados del café. Ya es una franquicia. Eso es lo que quiero como emprendedor.

¿Cómo fomenta estas ideas?

Con casos de estudio. Hay muchos, uno tras otro, y todos han llevado a la creación de nuevas empresas. Cuando la gente ve los resultados de esta forma de emprender, dice “yo también quiero”.

Pero la gente está formada con otra mentalidad, por eso lo que yo hago es difundirlo, para que todos lo vean y lo entiendan. Publicarlo en internet, que es open source. Se trata de exponer mis casos de negocios, no imponerlos. Yo los muestro, para que la gente conozca las oportunidades que hay.

Usted está constantemente creando nuevos emprendimientos. ¿Cuáles son sus planes actuales?

Zapatos. Nadie quiere tocar ese mercado porque es difícil competir con Nike y con Puma, que ya lo han dominado. Yo trabajo mucho con seda, y los gusanos de seda producen su capullo, que es de un material fantástico, antibactericida y antihongos.

La seda la utilizamos para producir un material, que sustituye al titanio, y el capullo es desecho. En el mundo hay un millón de toneladas, y queremos ocuparlo para hacer suelas de zapatos.

El problema de los zapatos deportivos son los hongos, el 30% de las personas tiene Pie de Atleta. y con esa suela antifungicida podríamos eliminar ese problema. Además es muy resistente, flexible e impermeable. Aún está en etapa de idea, pero ya estamos trabajando con la zapatera española Camper y ya tenemos la técnica para eso.

Mi objetivo es hacer zapatos más sostenibles. Y serán suelas hechas de la basura. Puedo generar un valor agregado muy alto, y puedo ofrecer al campesino productor de seda un mayor ingreso, porque sabemos que la plusvalía de los zapatos es muy alta.

También estoy trabajando en bioplásticos. En Bután, el único país donde la riqueza no se mide en dinero sino que en felicidad, se cosecha el sarraceno, un trigo libre de gluten. Nosotros compramos el trigo y también su desecho, que convertimos en bioplásticos. Al cliente en Suecia le vendemos el trigo, empacado en el bioplático. Y el campesino tiene el doble de ingresos.

¿Cuál es la importancia del comercio justo para el campesino?

Yo me preocupo mucho del campesino, porque el futuro de la vida depende de los proveedores de comida. Yo no quiero comer algo que está genéticamente manipulado, no quiero algo con antibióticos, y mucha gente comparte el mismo pensamiento.

Veo que los campesinos pequeños no tienen mercado, y no se puede dar subsidios a ellos porque los gobiernos están quebrados, pero sí se puede generar más ingresos, y así ganamos todos.

¿Es la sustentabilidad una especie de nueva religión?

Como los mayores no han reservado casi ninguna atención para el entorno, querían más material, más ingreso, más crecimiento, es obvio que la juventud reacciona. Tiene la libertad y el derecho de hacerlo. Pero yo pienso que la sostenibilidad no es lo único que necesitamos.

Lo primero que tenemos que buscar es la salud, nuestra y del medio ambiente. Y cuando estamos dispuestos a enfocar nuestra energía emprendedora y la inversión en buscar la salud, vamos a cambiar la mentalidad, porque todo lo que es saludable es también sostenible.

No se habla mucho de la salud por ignorancia. Porque no sabemos lo que está mal, y cuando lo sabemos, es tarde. Por ejemplo, el PH del cuerpo es alcalino, pero después de tomar café es ácido. Y el cáncer vive en un ambiente ácido, no alcalino. El cardamomo convierte el PH del café en alcalino. Los árabes lo hacen desde 1250. Pero eso no nos lo enseñan en el colegio.

¿Cuál es su opinión sobre los proyectos hidroeléctricos en tierras vírgenes de América Latina?

La gente no está informada de las alternativas. No hay que enfocarse en un sí o un no rotundo. Yo propongo algo más barato que la energía eólica o solar, ¿cómo hacerlo más barato? Esa es la innovación. Por ejemplo, a las torres de transmisión de electricidad se les puede poner adentro turbinas verticales generadoras de electricidad.

Con 50 mil torres, tengo el equivalente a una central nuclear. Eso ya está comprobado y ahora aprobado en Alemania para hacerlo en todo el país (que acaba de abandonar la energía nuclear). Si fue aprobado allá y en la India, ¿por qué no en Chile? A un costo de 2 centavos kw/hr. Las torres ya las tienen, y no es necesario inundar la Patagonia.


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