Por JAMES R. HAGERTY
En la lista de tareas de Andrew Liveris hay dos que el presidente ejecutivo de Dow Chemical Co. considera que están estrechamente ligadas: hacer que las ganancias en la empresa química global sigan creciendo y arreglar la economía de Estados Unidos.
El australiano de 57 años, al frente de Dow desde 2004, publicó un libro este año llamado Make It in America (algo como Hazlo en EE.UU.), en el cual ofrece recetas para impulsar la manufactura de alta tecnología, incluidos acuerdos de libre comercio y regulaciones más simples.
En junio, el presidente estadounidense, Barack Obama, lo nombró copresidente de la junta directiva de la Sociedad de Manufactura Avanzada, un programa gubernamental para alentar el desarrollo de tecnologías que crean empleo.
Liveris afirma que abogar por políticas económicas más efectivas en EE.UU. es "sinónimo" de los intereses de Dow, que tiene unos 24.500 empleados en ese país, alrededor de la mitad de su total global.
Luego de recibirse de ingeniero químico en la Universidad de Queensland, Liveris se unió a Dow en 1976. Ocupó puestos en Australia, Tailandia, Hong Kong y EE.UU. antes de ser nombrado presidente ejecutivo. En una entrevista con The Wall Street Journal, Liveris habló sobre sus objetivos y los incentivos gubernamentales para corporaciones. Los siguientes son pasajes editados.
WSJ: ¿Por qué decidió hacer pública su agenda política?
Liveris: Crecí con Dow en Asia, y en Asia se trabaja con los gobiernos. La gente de negocios como yo está muy acostumbrada a preguntarles a los gobiernos qué necesitan para crear empleos. La idea surgió en Dow. En vez de sólo dar discursos y escribir columnas de opinión esporádicamente, ¿por qué no lo ponemos todo en un libro? Las únicas dos reservas que tenía eran que no me distrajera de mi trabajo diario, y que cualquier ganancia fuera donada a fines benéficos. Lo importante era abrir un debate nacional.
WSJ: Su receta de más intervención gubernamental y subsidios a la inversión al estilo de Singapur o Alemania podría ofender a algunos de sus clientes y accionistas que tienen ideas políticas distintas. ¿Le preocupa eso?
Liveris: No pedí subsidios. Pedí incentivos. ¿Cuál es la diferencia? Es un reconocimiento de que compañías y países trabajan juntos para decir: ¿para qué soy bueno?
Cuando Alemania reconstruyó su economía luego de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un país de ingeniería, y preservó su excelencia en ese campo, por ejemplo, a través de incentivos a las escuelas de comercio y reembolsos para empleadores para implementar programas de capacitación.
No me preocupa el efecto de mis opiniones sobre Dow Chemical si son explicadas bien. Sólo señalo que no es un campo de juego parejo, que otros países ofrecen estos subsidios e incentivos fiscales y atraen inversiones. No vivamos en un mundo de fantasía. Tenemos que abrir los ojos y entender por qué otros países están captando empleos.
WSJ: ¿Cuánto tiempo le dedica a este rol de promoción pública?
Liveris: En cuanto a asistir a reuniones de comités y conferencias telefónicas, quizás un par de días al mes.
Cuando viajo por el mundo, las políticas públicas están en mi agenda: reducir las barreras comerciales, recibir un tratamiento consistente en políticas energéticas, trabajar con gobiernos para concretar empresas conjuntas, en países como Arabia Saudita y Brasil. La intersección de gobierno y negocios es casi total.
WSJ: ¿Hay algún riesgo de que todo esto vaya a distraerlo de su trabajo en Dow Chemical?
Liveris: No que yo haya visto o sentido. El minuto en que sienta que es así, me retiraré de los comités. No cuento las horas. Cuento la producción.
WSJ: Obtienen alrededor de dos tercios de sus ventas fuera del mercado estadounidense. ¿Puede tener éxito incluso si EE.UU. no lo tiene?
Liveris: Otra vez somos un inversionista en EE.UU. con US$4.000 millones en apuestas al gas de esquisto en Texas y Louisiana.
Tres cuartos de la investigación de Dow se realizan en EE.UU. La creatividad del país aún está viva y bien.
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