jueves, 22 de septiembre de 2011

Cribando datos para mejorar la medicina


Los problemas de salud informatizados de millones de personas abren un mundo de posibilidades en la investigación virtual.

La comercialización del antidepresivo Paxil se aprobó en 1992; la del Pravachol, un medicamento que reduce los niveles de colesterol, en 1996. Las farmacéuticas realizaron las pruebas requeridas para demostrar que cada uno de estos medicamentos eran eficaces y seguros por sí mismos. ¿Pero, qué pasa cuando se toman juntos?
Al estudiar decenas de miles de historias clínicas informatizadas, investigadores de la Universidad de Stanford (EE.UU.) descubrieron rápidamente una respuesta inesperada: quienes toman ambos medicamentos tienen niveles más altos de glucosa en sangre. El efecto era aún mayor en el caso de los diabéticos, para quienes un exceso de azúcar en la sangre es un grave riesgo.
Esta investigación es un ejemplo de que los científicos lo tienen cada vez más fácil a la hora de analizar historiales clínicos informatizados como las pruebas de glucosa y los medicamentos recetados a cada paciente, para descubrir patrones ocultos. “No te ves limitado por la necesidad de reunir a los pacientes en una prueba clínica que sería increíblemente cara”, explica Russ Altman, director de programa de Informática Biomédica de Stanford y cuyo grupo publicó el resultado sobre el Paxil y el Pravachol en la revista Clinical Pharmacology and Therapeutics el pasado mes de julio. “Hicimos el grueso de este artículo en un mes aproximadamente”, afirma Altman.
La generalización del uso de historias clínicas informatizadas con toda la información disponible para leer por los ordenadores está abriendo nuevas posibilidades en el análisis de estadísticas médicas. En vez de verse limitados a estudios cuidadosamente planificados llevados a cabo sobre voluntarios, los científicos pueden, cada vez más, llevar a cabo investigaciones virtuales analizando montones de datos de los experimentos no planificados de la vida real, tal y como se detallan en los historiales de numerosos hospitales.
Estas técnicas están permitiendo a los investigadores hacer preguntas que eran inimaginables en el momento de la aprobación de un medicamento, tales como cómo puede afectar éste a etnias concretas. También se están usando para revelar la existencia de problemas económicos, como facturas infladas y procedimientos innecesarios. El análisis de los historiales médicos “va a producir avances en la investigación, pero también mejorará la eficacia del sistema de salud”, sostiene Margaret Anderson, directora ejecutiva de FasterCures, un think tank de Washington D.C. (EE.UU.).
Algunos hospitales grandes que usan historiales clínicos informatizados ya tienen contratados a equipos de investigación de bases de datos a tiempo completo. Laurence Meyer, jefe adjunto de personal de investigación en el Hospital de Veteranos de Salt Lake City (EE.UU.), afirma que sabe de más de 100 proyectos de investigación que están usando los historiales electrónicos de los seis millones de pacientes de la Administración de Veteranos, a los que se atiende en 152 hospitales y 804 ambulatorios a lo largo de todo el país.
“Si estudias los casos de un único hospital de, por ejemplo, miocardiopatía hipertrófica,  quizá encuentres 20 o 30 a lo largo de 10 años, mientras que ahora, de repente, tenemos delante miles de casos”, cuenta Meyer.
Según los investigadores, para poder llevar a cabo este tipo de estudios, es fundamental contar con grandes cantidades de historiales clínicos. En 2002, en el caso más conocido de un descubrimiento médico surgido de una base de datos, investigadores de la mutua sanitaria con base en California Kaiser Permanente, ayudaron a demostrar que en analgésico Vioxx, con ventas por valor de 2.500 millones de dólares anuales, estaba matando a gente al provocar infartos. El efecto quedó claro solo después de que Kaiser peinara los historiales de sus ocho millones de pacientes. En consecuencia, Vioxx fue retirado del mercado.
El grupo de Altman en Stanford está desarrollando herramientas para filtrar los datos del Sistema de Información sobre Efectos Adversos de la Agencia Estadounidense del Medicamento, que contiene varios millones de informes de medicamentos que han resultado dañinos para los pacientes. Los investigadores diseñaron un algoritmo que buscaba a pacientes que tomaran medicamentos recetados habitualmente y que tuvieran efectos secundarios similares a los síntomas de los diabéticos. Apareció una  fuerte señal de la combinación de Paxil y Pravachol que, por sí solos, nunca se habían ligado con cambios en los niveles de azúcar en sangre.
Para confirmar la pista, el equipo de Altman analizó historias clínicas informatizadas para identificar a personas que hubieran tomado uno de los medicamentos y después ambos y cuyos niveles de azúcar en sangre se hubieran medido. Cuando aparecieron solo 12 casos con estas características entre los registros de Stanford, los investigadores acudieron a hospitales en las Universidades de Harvard y Vanderbilt (EE.UU.) para conseguir más historiales. Altman afirma que su equipo acabó por encontrar a 239 pacientes, la cantidad suficiente para un ensayo clínico virtual que demuestra que esta combinación de medicamentos sube los niveles de azúcar en la sangre y podría resultar peligrosa para los diabéticos.
A pesar de este tipo de éxitos, Altman y otros investigadores médicos dicen que la investigación basada en análisis de datos se ve frenada por obstáculos de tipo práctico. La mayor parte de la información médica permanece atrapada en historiales en papel y notas escritas a mano por lo que es difícil que la lean los ordenadores o la puedan compartir los investigadores. Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, en 2009 menos de uno de cada cuatro médicos usaba historiales clínicos informatizados. Incluso cuando existen dichos historiales, diferencias en las formas de cada hospital de describir las mismas condiciones pueden provocar dolores de cabeza a los investigadores.
En otros casos, datos que serían valiosos no se hacen públicos por cuestiones relacionadas con la intimidad o la legalidad. Este año, el periódico Wall Street Journal puso una demanda para que se hicieran públicos los datos de facturación del gobierno para Medicare, el sistema de salud para los pensionistas, afirmando que el análisis de dichos datos podría revelar indicaciones claras de que ha habido fraude. En este caso, la preocupación del gobierno es proteger la intimidad de los médicos, pero muchas veces el derecho a la intimidad de los pacientes también impone límites a la investigación.
Los defensores de los pacientes creen que el uso de los datos informatizados debería ser una prioridad mayor para la medicina. “Hay un amplísimo abanico de posibilidades de investigación usando la suma de todos estos datos”, sostiene Anderson de FasterCures y continúa diciendo “nuestra pregunta es: ¿por qué no estamos prestando un poco más de atención a eso?”.
Copyright Technology Review 2011.

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