El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer el pasado 11 de abril el informe "Perspectivas de la Economía Mundial: Las tensiones de una recuperación a dos velocidades", en el cual aumentaba sus previsiones de crecimiento económico para América Latina y el Caribe, desde un 4,3% a un 4,7% al término de este año. Una excelente noticia para la región, pero que desafortunadamente, no tiene visos de durar mucho. En el mismo informe el FMI encendía la luz roja para advertir que las naciones denominadas “Exportadoras Financieramente Integradas de Materias Primas" (FICE), grupo en el que la entidad monetaria incluye a Perú, Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, presentan "signos de un potencial sobrecalentamiento, y donde los flujos de capital ya han causado tensiones".
Germán Sanhueza, profesor del Departamento de Administración de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), coincide con el escenario expuesto por el FMI y señala que el aumento del gasto público y el incremento del consumo interno, lo que a su vez ha elevado los precios domésticos de los productos, impactando en un mayor nivel de inflación, son los responsables directos de este sobrecalentamiento. Su colega Francisco Castañeda, de la misma universidad, añade que, “lo anterior implica serios riesgos para la región, como por ejemplo: una potencial y brusca contracción del PIB en el corto plazo, y una serie de restricciones a la política fiscal, que hasta ahora continúa siendo expansiva en la mayoría de los países latinoamericanos”.
Las razones del sobrecalentamiento
No obstante, las razones que explican el sobrecalentamiento económico en América Latina, asevera Igal Magendzo, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, en Chile, tienen su verdadero origen en la rápida recuperación económica que evidenció la región, tras sufrir los embates de la crisis financiera internacional de 2008.
Tras el estallido de la debacle económica, dice, “Latinoamérica logró salir adelante y de forma veloz gracias al elevado precio de los commodities que exporta al resto del mundo (cobre, hierro, zinc, celulosa, café, trigo, salmón y soja, entre otros alimentos), dando pie al actual boom exportador y a un notable aumento en los ingresos de la región”. Y agrega que detrás del atractivo aumento en el precio de las materias primas, está el buen desempeño de China, dado que la potencia asiática se ha consolidado como el principal demandante de los productos básicos que exporta la región.
Además, comenta Magendzo, los países asiáticos y exportadores de petróleo siguen destinando importantes recursos al ahorro, “y en un escenario global donde el mundo desarrollado es percibido con mucho riesgo y poco dinámico, Latinoamérica aparece como un destino muy atractivo para estos ahorros”.
Sin duda, los problemas que ha enfrentado Estados Unidos, país que aún no supera del todo la crisis subprime y otras naciones de Europa como Grecia, Irlanda y Portugal, que deben hacer frente a un complejo escenario financiero, acota Guillermo Paraje, profesor Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, han hecho redireccionar los capitales extranjeros hacia América Latina, “y ello se ve reflejado en los buenos resultados de las bolsas de valores de las naciones latinoamericanas; casi todas acumulan ganancias”.
Todo lo anterior ha redundado en un significativo crecimiento económico de la región, recalca Paraje, “sobresaliendo Perú que en 2010 creció un 8,9%, seguido por Brasil que se expandió en un 7,5%. Chile no lo hizo nada de mal y creció un 6% el año pasado. Sin duda, éstas son tasas de crecimiento comparables a los de los países asiáticos”.
Pero pese a este auspicioso panorama, Magendzo advierte que Latinoamérica “no puede dormirse en los laureles” y seguir confiando en la alta cotización de las materias primas en el mercado internacional, y menos descansar en los generosos flujos de capitales extranjeros para sostener su crecimiento, “ya que éstas son situaciones transitorias”.
Sanhueza va aún más lejos y alerta que existe la posibilidad de que en un momento dado China enfrente una tasa de inflación más alta y tenga que subir sustancialmente sus tasas de interés. “Y cuando esto suceda, existen grandes posibilidades de que caigan los precios de los productos básicos que exporta la región a nivel global”.
El caso particular de Perú
Los expertos señalan que quizás Perú sea uno de los países latinoamericanos que está más expuesto a que su economía se sobrecaliente más allá de los niveles saludables, considerando el acelerado ritmo con el que viene creciendo -8,9% en 2010- y el preocupante aumento de la tasa de inflación.
"Hace ocho meses ésta estaba en torno del 0,5% anual, mientras que ahora bordea el 2,5% anual", señala Waldo Mendoza, profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. A pesar de ello, Mendoza, se apresura a aclarar que Perú ya ha tomado ciertas medidas, y que el Banco Central ya ajustó la tasa de interés fijándola en un 4% desde un 3,75%. “El ministerio de Economía y Finanzas ha puesto en marcha una política contractiva”, añade. Por lo que, en su opinión, la política del Banco Central sumada a la de la cartera de Economía, impedirán que la inflación siga escalando a tasas del 5% o 6% anual.
Además, este año está marcado por los resultados electorales para elegir al sucesor del Presidente Alan García, destaca Efraín Gonzáles, profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, “escenario del cual debiéramos esperar algunos ajustes a la actual política económica”.
El candidato presidencial y ex militar izquierdista, Ollanta Humala, se enfrentará en una segunda ronda electoral contra la hija del ex Presidente Alberto Fujimori, la populista de derecha, Keiko Fujimori, el 5 de junio. El diario local El Comercio informó recientemente que Humala acapara el 42% de las preferencias de los votantes, ante el 36% que concentra Fujimori, siendo Humala partidario de lanacionalización de los hidrocarburos y de incrementar el royalty minero –impuesto a la renta de las empresas mineras-.
Los instrumentos a la mano
Pero, ¿qué deben hacer los países de la región para enfriar un poco sus sobrecalentadas economías? Para Mendoza esto representa un enorme desafío, aunque especifica que, "en el caso de Perú es más fácil, porque con un crecimiento anual cercano al 10%, enfriar un poco el sistema económico no resulta tan dañino, y perfectamente el Banco Central puede elevar un poco la tasa de interés para que el país crezca a un 8% o a un 7% anual”.
En cambio, dice, en otras naciones latinoamericanas, donde el crecimiento es menor, es más difícil emprender políticas fiscales y monetarias contractivas. “Posiblemente, ese sea el caso de Venezuela que actualmente atraviesa una recesión, Ecuador es otro país que tampoco está creciendo mucho”. Mientras que en Brasil, Chile y Colombia, comenta Mendoza, donde las tasas de crecimiento están por encima de su tendencia normal, las herramientas clásicas de estabilización como alza de tasa de interés y restricción del gasto público, pueden ser óptimos instrumentos para evitar que la inflación se desborde”.
Sin embargo, éstas no son las únicas estrategias a las que puede echar mano la región latinoamericana, y de hecho, hay otros mecanismos que pueden ayudar a contrarrestar este excesivo dinamismo económico.
Castañeda plantea que “cuando se disparan los precios de los commodities, ello propicia el escenario para que los países guarden estos excedentes fiscales en forma de fondos soberanos. Esta política fiscal contracíclica, denominada Superávit Fiscal Estructural, permite moderar la demanda interna al no gastar todos los excedentes fiscales y analizar el gasto desde una perspectiva de mediano plazo, asociado al comportamiento macroeconómico”.
En ese sentido, lo que está haciendo Chile con suFondo de Estabilización del Cobre (FEC), que acumula las utilidades generadas a partir de las exportaciones de cobre, es razonable y sensato, ejemplifica Paraje, detallando que “el principal objetivo del fondo es mantener la estabilidad de los ingresos del Gobierno, a raíz de cambios repentinos en los precios de las materias primas”.
“Pero claramente esta medida es insuficiente”, sentencia, “dado que sólo hay que imaginar cuál sería la situación de Chile si el actual precio del cobre (4,26 dólares la libra de cobre en la Bolsa de Metales de Londres) cayera a 2,0 dólares la libra. En otras palabras, está bien exportar materias primas, el problema está en basar todas la perspectivas de crecimiento sólo en este ítem”.
Por lo tanto, afirma Paraje, hay que diversificar la base productiva del país, aunque no hay una receta clara para lograrlo, “pero si los países del sudeste asiático han sido bastante exitosos en lograr el objetivo de exportar commodities y además agregar valor a su cadena productiva, ¿por qué Latinoamérica no puede también hacer lo mismo?”.
El problema es que hasta ahora Latinoamérica no ha tenido la visión de impulsar políticas industriales orientadas al desarrollo de clusters, "tal cual lo hicieron Taiwán, Corea y posteriormente China", sentencia Sanhueza.
Al aprendizaje fiscal y monetario
Paraje opina que, aunque Latinoamérica aún no ha extraído lecciones concretas de las épocas de bonanza, "como el actual boom exportador que estamos viviendo", a lo largo de los años la región ha tenido cierto aprendizaje en materia macroeconómica, especialmente en cuanto al comportamiento fiscal y a la disciplina monetaria".
Y en este punto Mendoza saca a relucir el caso de Perú, comentando que “cuando estalló la crisis asiática de 1998 [crisis financiera que comenzó con la devaluación de la moneda tailandesa y que por efecto dominó alcanzó a Malasia, Indonesia, Filipinas, Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur]. Esta hizo que el tipo de cambio en Perú subiera un 20% en sólo cuatro meses, provocando el deterioro de los bancos, la caída en los salarios reales y la respectiva recesión. El Banco central en ese momento sólo se limitó a mirar la crisis”.
Por contra, dice, cuando se desencadenó la debacle internacional de 2008, el choque externo fue mucho más duro comparado con la crisis de 1998, pero la diferencia fue que, en 2008, el Banco Central reaccionó de forma inmediata “y colocó 11.000 millones de dólares en el mercado, inyectando así de recursos al sector bancario con el propósito de que éste tuviera liquidez. Nadie se dio cuenta de que había una crisis, porque el tipo de cambio permaneció fijo y estable, y las empresas tuvieron fácil acceso al préstamo”.
De igual forma, las políticas de disciplina fiscal que apuntan a moderar los impulsos de la demanda interna, ya sea a nivel del gasto público y privado, están yendo en la dirección correcta, acota Castañeda.
Sin embargo, para Mendoza “hay una miopía de las clases políticas dirigentes de la región, para dar el peso que corresponde a la política relacionada con la distribución del ingreso, la que en el caso del Perú es muy desigual, y han habido muy pocos avances en esta materia”.
Paraje salta a la escena para enfatizar que “América Latina es una de las regiones con peor distribución del ingreso del mundo” y la gran desigualdad de condiciones sociales y económicas existentes, afectan el acceso de la población a la educación, la capacitación y la especialización. “No existen estrategias para desarrollar un adecuado capital humano y ésta es la deuda que por años han arrastrado los gobiernos latinoamericanos y que deberían asumir como eje central de sus políticas económicas”.
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