Rory Cellan-Jones / BBC Mundo
Es como romper los juguetes para ver cómo funcionan: la Raspberry Pi.
No es mucho más grande que un dedo y parece un residuo de una fábrica de electrónica, pero sus creadores creen que su equipo de US$25 podría ayudarle a una nueva generación a descubrir la programación.
El programador británico David Braben y sus colegas le mostraron a la BBC algo que se llama Raspberry Pi ("Frambuesa Pi").
Es un equipo completo en una pequeña placa de circuito, compuesto por un procesador ARM, un puerto USB y una conexión HDMI.
En un extremo, se le puede conectar un teclado y en el otro una pantalla.
El resultado es una computadora que funciona con el sistema operativo Linux, a un costo mínimo, y que, como los equipos para armar uno mismo de los años 70 y 80, podría alentar a los usuarios a jugar con las partes y a aprender un poco de programación.
"Perder el tiempo"
Es como romper los juguetes para ver cómo funcionan: la Raspberry Pi.
No es mucho más grande que un dedo y parece un residuo de una fábrica de electrónica, pero sus creadores creen que su equipo de US$25 podría ayudarle a una nueva generación a descubrir la programación.
El programador británico David Braben y sus colegas le mostraron a la BBC algo que se llama Raspberry Pi ("Frambuesa Pi").
Es un equipo completo en una pequeña placa de circuito, compuesto por un procesador ARM, un puerto USB y una conexión HDMI.
En un extremo, se le puede conectar un teclado y en el otro una pantalla.
El resultado es una computadora que funciona con el sistema operativo Linux, a un costo mínimo, y que, como los equipos para armar uno mismo de los años 70 y 80, podría alentar a los usuarios a jugar con las partes y a aprender un poco de programación.
"Perder el tiempo"
Y es un anhelo de volver a días como esos lo que está impulsando a Braben y a otros entusiastas a convertir este prototipo incompleto en un producto que pueda ser entregado a todos los niños en el Reino Unido.
Ellos consideran que lo que los escolares aprenden hoy en día en las clases de tecnologías de la información y la comunicación los deja sin inspiración e ignorantes sobre cómo funcionan las computadoras.
Braben dice que, la manera como se imparte la asignatura en la actualidad, le recuerda las clases de mecanografía cuando él estaba en la escuela: tal vez sean útiles, dice, para preparar a los alumnos para trabajos de oficina, pero no fomentan la creatividad.
Raspberry Pi es una empresa sin fines de lucro, cuyos fundadores en su mayoría forman parte del floreciente sector tecnológico vinculado a la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido.
Su esperanza es que los maestros, los programadores y el gobierno busquen una vía para poner el dispositivo en las manos de los niños que no pueden tener acceso a una computadora en casa o cuyos padres no les permiten "perder el tiempo con ella".
Un Portátil por Niño
De alguna manera, el plan se asemeja al proyecto de Un Portátil por Niño (OLPC, por sus siglas en inglés), que buscaba crear una computadora para los niños en el mundo en desarrollo a un costo de US$100.
OLPC tuvo éxito en promover la idea de la computación económica, generando un gran número de imitadores, pero le ha resultado difícil alcanzar el precio tan bajo que prometió y convencer a los gobiernos a apoyar la idea.
El camino de Raspberry Pi todavía podría ser largo. El equipo de voluntarios tiene que producir un prototipo que funcione mejor, debe demostrar que realmente se puede fabricar por cerca de US$25 y tiene que llamar la atención de las autoridades educacionales que decidirán si le dan el visto bueno.
Por eso, no hay garantía de que una nueva generación descubrirá que una computadora se puede usar para otras cosas más allá de encenderla, actualizar el estado de Facebook y hacer una presentación en Powerpoint.
Pero ¿no sería genial si una idea concebida por un grupo de entusiastas de Cambridge termina inspirando a los jóvenes del Reino Unido y tal vez de otras partes del mundo a relacionarse con las computadoras de una forma distinta?
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