Por Tom Colls / BBC Today
Si miras afuera de la ventana no verás autos voladores. La gente no camina vistiendo un traje especial de una sola pieza y es poco probable que uses un teletransportador para ir de un lugar a otro.
Estamos viviendo en una época con la que los escritores de ciencia ficción soñaban hace más de un siglo.
Pero, los escritores del género tienen que enfrentarse al hecho de que mundo no es precisamente como sus predecesores se lo imaginaron.
Las guerras no han desaparecido pero tampoco vivimos en guerra absoluta. No nos crían en tubos de ensayo, a pesar de todos los temores que genera la ingeniería genética, ni somos los esclavos de un mundo corporativo.
El futuro resultó siendo mucho más normal de lo que pensaron los escritores de ciencia ficción.
Lo que se hizo realidad
Tarjetas de crédito: "Mirando hacia atrás" (1888) de Edward Bellamy predijo las tarjetas de dinero.
Internet: Mark Twain , en "Desde los tiempos de Londres de 1904" (escrita en 1898) imaginó una red de comunicación en la que cualquiera podía hablar y ver a otros.
Circuito cerrado: El "Gran Hermano" te observa, advirtió George Orwell en su novela 1984 (escrita en 1949).
Exploración lunar: Johannes Kepler pensó en 1634 que esto podía ocurrir.
"Nadie tiene un buen historial en lo que a predecir el futuro se refiere; lanzando dardos es más posible atinar", afirma el escritor de ciencia ficción y editor del blog Boing Boing, Cory Doctorow.
"Nosotros, como sociedad, no somos mejores que otras sociedades a la hora de elegir cuál futuro adoptar".
Sin embargo, no se puede decir que no hubo excelentes predicciones en el catálogo de la ciencia ficción, dice Andy Sawyer, quien curó una exhibición sobre el tema que acaba de inaugurar la Biblioteca Británica.
En 1905, apenas dos años después del primer vuelo en avión con motor, Rudyard Kipling imaginó un mundo en el que las rutas comerciales de aviación estarían bajo el comando de controladores de tráfico aéreo. Esto, escribió, llevaría a la desaparición del Estado Nación y el fin de la guerra.
El libro "Cadete del Espacio" de Robert A. Heinlein, publicado en 1948, describe a un joven combatiente estrella utilizando un teléfono celular. Y la lúgubre novela "Fahrenheit 451", de Ray Bradbury, menciona cosas que se parecen mucho a los reproductores de mp3 y las gigantescas pantallas planas de televisión en espacios públicos.
¿Coincidencias?
Estas coincidencias, sin embargo, no son el objetivo de la ciencia ficción, de acuerdo con el tres veces ganador del premio Arthur C. Clarke de literatura de ciencia ficción, China Mieville.
Por ejemplo, mientras HG Wells parece haber pronosticado los vuelos espaciales en su obra de 1901, "El Primer Hombre en la Luna", la nave espacial que describe vuela gracias a una pintura que repele la gravedad. Uno no debería tomar en serio la primera parte de la idea, si leyó la segunda, opina Mieville.
El asunto es que el objetivo de la ciencia ficción nunca ha sido predecir el futuro. Si en el camino acierta en algunas cosas, fantástico, pero su intención es la misma que la de cualquier otro género literario: contar una buena historia.
"La ciencia ficción se conecta con el mundo real. Hasta cierto punto es literatura que trata sobre el ahora, no sobre el futuro", asegura.
Así que aunque algunos usen el libro "Mundo Ahogado" de JG Ballard -en el que Londres queda sumergida bajo el agua- como ejemplo sobre las consecuencias del calentamiento global, no es mejor o peor que otras de sus novelas como "El Mundo de Cristal", en la que las personas y las plantas se convierten en cristales.
Sí son oráculos
El científico de cibernética, Kevin Warwick no está de acuerdo. La cantidad de ideas casuales que aparecen primero en la ciencia ficción y sólo después son descifradas por científicos -como los vuelos espaciales y la robótica- demuestran que el género ha hecho un gran papel en lo que se refiere a predecir el futuro, argumenta el académico.
El profesor bien podría ser un personaje de ciencia ficción, después de haberse convertido en 1998 en el primer ciborg viviente tras implantarse un microchip bajo la piel.
"Como científico uno es un minipersonaje de ciencia ficción en todo caso", afirma al explicar que al construir una hipótesis científica, estás imaginando lo que podría ocurrir en el futuro para probar si estás en lo correcto o no.
Pero, aunque el profesor Warwick cree que algunos avances tecnológicos se han adelantado a su época, el gran problema tanto para científicos como para escritores de ciencia ficción es que nadie puede predecir cómo afectaran estos a la sociedad.
Y es en este tipo de predicción, la de cómo serán las sociedades del futuro, donde tanto la ciencia ficción como los científicos suelen meter la pata, pero eso no es tan importante, afirma Cory Doctorow.
"Los escritores de ciencia ficción te muestran cuáles son nuestras aspiraciones y miedos respecto a lo que la tecnología le va a hacer de la sociedad", explica.
La humanidad se mantienen a flote en un lugar muy peligroso gracias a una delgada balsa tecnológica, explica, y la ciencia ficción traslada esa relación "de lo abstracto a lo visceral".
"Examinando los futuros que predecimos, aprendemos más sobre qué pensamos que le está ocurriendo a nuestra sociedad que sobre cómo será el futuro", concluye.
Si miras afuera de la ventana no verás autos voladores. La gente no camina vistiendo un traje especial de una sola pieza y es poco probable que uses un teletransportador para ir de un lugar a otro.
Estamos viviendo en una época con la que los escritores de ciencia ficción soñaban hace más de un siglo.
Pero, los escritores del género tienen que enfrentarse al hecho de que mundo no es precisamente como sus predecesores se lo imaginaron.
Las guerras no han desaparecido pero tampoco vivimos en guerra absoluta. No nos crían en tubos de ensayo, a pesar de todos los temores que genera la ingeniería genética, ni somos los esclavos de un mundo corporativo.
El futuro resultó siendo mucho más normal de lo que pensaron los escritores de ciencia ficción.
Lo que se hizo realidad
Tarjetas de crédito: "Mirando hacia atrás" (1888) de Edward Bellamy predijo las tarjetas de dinero.
Internet: Mark Twain , en "Desde los tiempos de Londres de 1904" (escrita en 1898) imaginó una red de comunicación en la que cualquiera podía hablar y ver a otros.
Circuito cerrado: El "Gran Hermano" te observa, advirtió George Orwell en su novela 1984 (escrita en 1949).
Exploración lunar: Johannes Kepler pensó en 1634 que esto podía ocurrir.
"Nadie tiene un buen historial en lo que a predecir el futuro se refiere; lanzando dardos es más posible atinar", afirma el escritor de ciencia ficción y editor del blog Boing Boing, Cory Doctorow.
"Nosotros, como sociedad, no somos mejores que otras sociedades a la hora de elegir cuál futuro adoptar".
Sin embargo, no se puede decir que no hubo excelentes predicciones en el catálogo de la ciencia ficción, dice Andy Sawyer, quien curó una exhibición sobre el tema que acaba de inaugurar la Biblioteca Británica.
En 1905, apenas dos años después del primer vuelo en avión con motor, Rudyard Kipling imaginó un mundo en el que las rutas comerciales de aviación estarían bajo el comando de controladores de tráfico aéreo. Esto, escribió, llevaría a la desaparición del Estado Nación y el fin de la guerra.
El libro "Cadete del Espacio" de Robert A. Heinlein, publicado en 1948, describe a un joven combatiente estrella utilizando un teléfono celular. Y la lúgubre novela "Fahrenheit 451", de Ray Bradbury, menciona cosas que se parecen mucho a los reproductores de mp3 y las gigantescas pantallas planas de televisión en espacios públicos.
¿Coincidencias?
Estas coincidencias, sin embargo, no son el objetivo de la ciencia ficción, de acuerdo con el tres veces ganador del premio Arthur C. Clarke de literatura de ciencia ficción, China Mieville.
Por ejemplo, mientras HG Wells parece haber pronosticado los vuelos espaciales en su obra de 1901, "El Primer Hombre en la Luna", la nave espacial que describe vuela gracias a una pintura que repele la gravedad. Uno no debería tomar en serio la primera parte de la idea, si leyó la segunda, opina Mieville.
El asunto es que el objetivo de la ciencia ficción nunca ha sido predecir el futuro. Si en el camino acierta en algunas cosas, fantástico, pero su intención es la misma que la de cualquier otro género literario: contar una buena historia.
"La ciencia ficción se conecta con el mundo real. Hasta cierto punto es literatura que trata sobre el ahora, no sobre el futuro", asegura.
Así que aunque algunos usen el libro "Mundo Ahogado" de JG Ballard -en el que Londres queda sumergida bajo el agua- como ejemplo sobre las consecuencias del calentamiento global, no es mejor o peor que otras de sus novelas como "El Mundo de Cristal", en la que las personas y las plantas se convierten en cristales.
Sí son oráculos
El científico de cibernética, Kevin Warwick no está de acuerdo. La cantidad de ideas casuales que aparecen primero en la ciencia ficción y sólo después son descifradas por científicos -como los vuelos espaciales y la robótica- demuestran que el género ha hecho un gran papel en lo que se refiere a predecir el futuro, argumenta el académico.
El profesor bien podría ser un personaje de ciencia ficción, después de haberse convertido en 1998 en el primer ciborg viviente tras implantarse un microchip bajo la piel.
"Como científico uno es un minipersonaje de ciencia ficción en todo caso", afirma al explicar que al construir una hipótesis científica, estás imaginando lo que podría ocurrir en el futuro para probar si estás en lo correcto o no.
Pero, aunque el profesor Warwick cree que algunos avances tecnológicos se han adelantado a su época, el gran problema tanto para científicos como para escritores de ciencia ficción es que nadie puede predecir cómo afectaran estos a la sociedad.
Y es en este tipo de predicción, la de cómo serán las sociedades del futuro, donde tanto la ciencia ficción como los científicos suelen meter la pata, pero eso no es tan importante, afirma Cory Doctorow.
"Los escritores de ciencia ficción te muestran cuáles son nuestras aspiraciones y miedos respecto a lo que la tecnología le va a hacer de la sociedad", explica.
La humanidad se mantienen a flote en un lugar muy peligroso gracias a una delgada balsa tecnológica, explica, y la ciencia ficción traslada esa relación "de lo abstracto a lo visceral".
"Examinando los futuros que predecimos, aprendemos más sobre qué pensamos que le está ocurriendo a nuestra sociedad que sobre cómo será el futuro", concluye.
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