El desarrollo de medicamentos que retrasen el curso de la enfermedad de Alzheimer ha sido notablemente difícil hasta ahora. Los científicos y desarrolladores de medicamentos creen que una gran parte del problema es que ponen a prueba estos fármacos demasiado tarde dentro de la progresión de la enfermedad, cuando los daños significativos en el cerebro hacen que la intervención sea mucho más difícil.
"Medicamentos como el inhibidor de la gamma secretasa de Lilly no funcionaron porque fueron probados en el grupo de pacientes equivocado", afirma Sangram Sisodia, director del Centro de Neurobiología Molecular de la Universidad de Chicago. La gente en las etapas medias o últimas de la enfermedad "están demasiado lejos, no hay nada que podamos hacer".
Un nuevo estudio de imágenes cerebrales podría ayudar a resolver ese problema. Dos estudios presentados en la conferencia de la Sociedad de Neurociencias en San Diego esta semana identificó una serie de cambios en los cerebros de las personas que llegan a desarrollar la enfermedad. Los investigadores esperan utilizar estos cambios en última instancia para seleccionar a los pacientes para los ensayos clínicos de nuevos medicamentos antes de que hayan desarrollado signos de demencia.
"Esperamos que aquellos cambios del cerebro que predicen la progresión nos permitan detectar la enfermedad temprano, antes de que haya causado un daño irreversible", señaló Sarah Madsen, estudiante de postgrado en la Universidad de California en Los Angeles, durante una rueda de prensa en la conferencia.
La investigación reciente se ha centrado en personas con un trastorno conocido como deterioro cognitivo leve, que implica la pérdida de memoria y otros problemas cognitivos, y puede ser precursora de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, no todas las personas con este trastorno llegan a desarrollar la enfermedad. Un método fiable para predecir quién desarrollará la enfermedad de Alzheimer podría permitir a los desarrolladores de medicamentos centrar con más precisión sus pruebas clínicas. Al probar los medicamentos sólo en este selecto grupo, los fabricantes de medicamentos lo tendrían más fácil para ver los beneficios potenciales de un fármaco experimental. También les ayudará a evitar someter a las personas a riesgos innecesarios para la salud.
Sarah George, estudiante de postgrado en el Centro Médico de la Universidad Rush, en Chicago, analizó los escáneres cerebrales de 47 personas con deterioro cognitivo leve, 22 de las cuales pasaron a desarrollar la enfermedad de Alzheimer durante los siguientes seis años. Se centró en una parte del cerebro llamada sustancia innominada, que es conocida por ser gravemente afectada por el Alzheimer. Los medicamentos existentes para el tratamiento del trastorno se dirigen a un mensajero químico, la acetilcolina, creado por las neuronas en esta parte del cerebro.
Mientras que George no encontró diferencias en el volumen de la sustancia innominada entre los dos grupos, sí encontró diferencias en las partes del cerebro a las que las neuronas se conectaban. La gente que pasó a desarrollar la enfermedad sufrió un adelgazamiento significativo en tres áreas conectadas de la corteza cerebral implicada en la memoria, la atención y la integración de la información sensorial y motora.
Los resultados son prometedores, afirma Sisodia. Señala que los resultados también podrían arrojar luz sobre los primeros momentos de progresión de la enfermedad. La investigación realizada en estudios con animales sugiere que las sinapsis—las conexiones entre las neuronas—son la primera parte del cerebro que sufre la enfermedad. Aunque sigue siendo sólo una teoría, es posible que las regiones cerebrales que reciben datos de la sustancia innominada se reduzcan antes que la región mismamente puesto que pierden sus sinapsis de entrada. Sin embargo, afirma, se necesitan estudios más amplios para determinar la precisión de un factor de predicción del Alzheimer como este.
En un segundo estudio, Madsen, desde la UCLA, analizó imágenes por resonancia magnética de 400 personas de edad avanzada, algunas sanas, algunas con deterioro cognitivo leve, y otras muy afectadas, que se habían sometido previamente a escaneos cerebrales, pruebas cognitivas, y otros tipos de exámenes médicos. Se centró en una región en forma de C en el centro del cerebro conocida como núcleo caudado, que desempeña un papel clave en el control motor y de la atención. Usando herramientas matemáticas para comparar el tamaño y forma del núcleo caudado en los diferentes grupos, encontró que el núcleo caudado se había reducido significativamente en la mayoría de las personas con la enfermedad de Alzheimer—era un 7 por ciento menor que en las personas sanas. Las personas con deterioro cognitivo leve también mostraron cierta disminución, alrededor del 4 por ciento en comparación con los controles. Dentro de este último grupo, los que finalmente desarrollaron Alzheimer al año siguiente tenían un caudado más pequeño que los que no.
Antes de que los desarrolladores de medicamentos puedan empezar a usar marcadores como estos en la selección de pacientes para los ensayos clínicos, los investigadores necesitan documentar mejor los cambios más iniciales asociados con la enfermedad, asegura Sisodia. Señala un ensayo en curso en Colombia, que implica el estudio de familias con una mutación genética que garantiza el desarrollo del Alzheimer. Debido a que los científicos saben aproximadamente el momento en que las personas con la mutación desarrollarán la enfermedad, se pueden analizar con cuidado sus cerebros para la detección de los primeros cambios.
"Antes de los ensayos con medicamentos, es necesario mejorar los datos", advierte Sisodia. "Es por eso que es tan importante hacer el estudio con los colombianos para estudiar la historia natural de la enfermedad. Se puede estudiar la evolución de un individuo normal con cognición perfecta hasta una cognición anormal, y buscar los correlatos celulares de la conducta".
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