Las grandes farmacéuticas occidentales están adoptando una nueva estrategia para los mercados asiáticos, que crecen con rapidez: crear medicamentos para enfermedades que están más extendidas allí.
En el último año, Pfizer Inc., la mayor farmacéutica del mundo en términos de ventas, comenzó a desarrollar en China un complejo anti-inflamatorio para tratar enfermedades del hígado, un gran problema en Asia. El gigante de productos para la salud y cuidado personal Johnson & Johnson anunció en noviembre una colaboración con una universidad en Beijing para investigar enfermedades infecciosas que amenazan la región. También en noviembre, Bristol-Myers Squibb Co. anunció una alianza con Simcere Pharmaceutical Group, con sede en Nanjing, para desarrollar un tratamiento contra el cáncer.
Giro histórico
Este enfoque marca un giro frente a la historia de la industria que solía concentrarse en diseñar medicinas para pacientes en Occidente. Mientras las farmacéuticas multinacionales ponían a prueba medicinas experimentales en pacientes asiáticos, las empresas usaban los resultados de las pruebas clínicas para obtener la aprobación regulatoria en Estados Unidos y Europa.
Los fabricantes de medicamentos occidentales a menudo pasaron por alto condiciones médicas específicas de Asia. Enfermedades del hígado, ciertos cánceres y algunas enfermedades infecciosas prevalecen más en países como China y Tailandia debido a diferencias en el medio ambiente, factores genéticos y algunos comportamientos.
Las farmacéuticas ahora acuden en masa a los mercados asiáticos con la esperanza de que el crecimiento allí las ayude a compensar las presiones sobre los precios y los productos que maduran en EE.UU. y Europa. Cada vez hay más asiáticos que pueden permitirse comprar medicamentos occidentales. Alrededor de US$40.000 millones en medicamentos que requieren receta médica se venden en China, por ejemplo, y el mercado crece alrededor de 25% al año, según David Maris, un analista de CLSA, un grupo de inversión enfocado en Asia, con sede en Hong Kong. El mercado farmacéutico en EE.UU. y Europa crece entre 2% y 5% cada año.
Considerando el tamaño del mercado, más ejecutivos del sector comienzan a ver las necesidades médicas específicas de la región como potenciales fuentes de ganancias. Los fabricantes de medicamentos estadounidenses y europeos han invertido más de US$1.000 millones el último año para incrementar las capacidades de investigación y desarrollo y de manufactura en la zona, según CLSA.
Y se avecinan más inversiones. Al anunciar recortes de empleos en noviembre, Bayer AG indicó que quería usar los ahorros para la "expansión de capacidades en Asia", incluyendo la creación de 2.500 empleos en mercados emergentes.
Pfizer abrió instalaciones de investigación en Shanghai hace cinco años y estableció una red de médicos y académicos para estudiar las necesidades clínicas de los pacientes allí. La empresa de Nueva York vio una oportunidad en el complejo anti-inflamatorio que pareció prometedor para tratar las enfermedades del hígado. La enfermedad puede producirse tras una infección con el virus de la hepatitis B, que es mucho más común en Asia que en Occidente. Alrededor de 70% a 90% de la población en China y algunos otros países asiáticos están infectados con hepatitis B para cuando tienen 40 años, comparado con un porcentaje inferior a 20% en América del Norte y Europa Occidental, según la Organización Mundial de la Salud.
La colaboración de Johnson & Johnson con la Universidad Tsinghua (una de las mejores universidades de Beijing cuyo campus está repleto de relucientes centros de investigación y rodeado de las oficinas chinas de los gigantes de la tecnología estadounidenses Google y Microsoft) sugiere la creación de alianzas para la investigación y desarrollo de medicamentos. La meta de las primeras etapas de trabajo de laboratorio del proyecto es comprender mejor enfermedades como la hepatitis B, la tuberculosis y la gripe aviar, lo que abriría la puerta a nuevas terapias.
J&J está involucrada desde 2008 en otra sociedad con la Universidad Médica de Tianjin para mejorar el tratamiento de algunas variantes de cáncer más extendidas en Asia.
Bristol-Myers está adoptando un enfoque diferente, al licenciarle a una firma china el desarrollo de un complejo que parece tener potencial para tratar cánceres gástricos, de esófago y pulmonar.
La farmacéutica de Nueva York vendió los derechos de desarrollo y marketing del complejo chino tras decidir que una empresa local podría hacer el trabajo de forma más eficiente. Bajo los términos del acuerdo, Simcere dirigirá y financiará la investigación hasta la etapa media.
Todos los medicamentos que apuntan a combatir enfermedades extendidas en Asia tardarán años en ver la luz. Sin embargo, su desarrollo puede arrojar dividendos inmediatos al forjar una imagen de buena voluntad con los pacientes y los gobiernos asiáticos, impresionados por su dedicación a las necesidades médicas locales, indicó Sati Sian, director general en China de IMS Health, una consultora de la industria farmacéutica.
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