Las tácticas casi de guerrilla empleadas por los estudiantes británicos en sus protestas contra la subida de tasas universitarias a las puertas del Parlamento en Londres no pasaron desapercibidas.
No eran casualidad. Se lo iban contando todo en internet con mapas actualizados en tiempo real y un hilo constante de información acerca de la situación de las fuerzas policiales.
Es decir, los llamados hashtag de Twitter.
Así fue que las iniciativas de los diferentes grupos aparentemente no coordinadas estaban lejos de ser decisiones desinformadas.
Paso uno: agitación
Cualquier movimiento subversivo que se preciara requería del panfleto. Una hoja volante convenientemente imprimida, casi siempre en un sótano oscuro.
Eso, hasta que llegó la fotocopiadora, invención que facilitó muchísimo la labor, pero no evitó que siguiera siendo una estrategia lenta a la hora de llegar al mayor número de personas.
La fotocopia y el panfleto, por supuesto, no han dejado de existir, pero no es muy atrevido decir que son ya un anacronismo.
El siguiente gran paso en la agitación llegó con el mensaje de texto en el teléfono celular, el "pásalo". Tal vez inútil para explicar sesudas doctrinas, pero de inigualable eficacia para saber dónde y cuando se va a montar una protesta.
Pero ahora asistimos a la revolución del teléfono inteligente. La información está en la red y el agitador puede acceder a ella, compartirla, actualizarla. Buena prueba, los manifestantes de este jueves en Londres.
Parecían desorganizados, pero aparecían manifestantes por distintos flancos, casi siempre donde flaqueaba la presencia policial.
Paso dos: organización de la protesta
Tradicionalmente cualquier protesta requería un liderazgo claro, un catalizador que encarnara las inquietudes de quienes estaban dispuestos a salir a manifestarse. Alguien a quien seguir, un personaje carismático capaz de movilizar, casi siempre un buen orador.
Los ejemplos en la historia son numerosos.
En las protestas del siglo XXI, los líderes continúan jugando un papel preponderante, pero, como demostraron esta semana los estudiantes en Londres, lo que mejor funciona es el trabajo en red, el "networking".
Uno de los participantes en las protestas, el estudiante Aaron Peters, apunta en su cuenta de Twitter que el uso de las redes sociales es capaz de crear eventos impredecibles para sorprender a las fuerzas del orden.
En las protestas antiglobalización de 2001, hubo un intento de convocar movimientos con el "pásalo", pero fracasó. Según Peters, con las posibilidades que dan los teléfonos inteligentes, las cosas han cambiado.
Paso tres: los titulares
En los viejos tiempos, era el cronista, un periodista el que le ponía un titular a la protesta para que a la mañana siguiente los ciudadanos se enteraran de lo que pasó, con los testimonios de los actores más relevantes, siempre la policía y los políticos.
Los ideólogos de una marcha casi siempre terminan indignados cuando todo un día de marchas se ve reducido en un diario a una foto de una manifestante bonita con un cartel ingenioso.
En 1999, el lanzamiento del medio de comunicación alternativo Indymedia cambió las cosas. Pero ahora, Indymedia también se ha visto eclipsado por los teléfonos inteligentes y herramientas como Flicker o la popularidad de algunos blogs.
De hecho, los estudiantes que mantienen ocupada la University College de Londres tienen su propio sitio en internet. "Todo el mundo es un colaborador potencial en un acto masivo de uso de fuentes múltiples", dice Sam, uno de los programadores de la página.
Con todo, parece que asistimos al nacimiento de una nueva forma de salir a la calle a protestar, ¿es la revolución del teléfono inteligente conectado a internet?
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