Andreessen comenzó a jugar por sus propias reglas, maniobrando para participar en colocaciones privadas a un costo enorme
Por Carla Martínez Guillén / Reforma
Como un nuevo inversionista de capital de riesgo, Marc Andreessen quería hacer algo grande. Del tamaño de una ballena, como dice el cofundador de Netscape, el icónico navegador de los años 90.
Al igual que otros inversionistas de Silicon Valley, ha estado en busca de compañías de Internet de crecimiento explosivo y poderío global.
Pero adquirir las acciones de titanes como Facebook no es nada de fácil.
La mayoría son de capital cerrado y no cotizan en bolsa. No es cuestión de llegar y comprar.
Andreessen comenzó a jugar por sus propias reglas, maniobrando para participar en colocaciones privadas a un costo enorme.
Sus tácticas no les cayeron muy bien a algunos de sus rivales, quienes pusieron el grito en el cielo por los precios exorbitantes que pagó y por haber quedado al margen.
"Que me detesten todo lo que quieran", responde imperturbable Andreessen.
La embestida comenzó en agosto, cuando Andreessen y sus socios, Ben Horowitz y John O'Farrell, elaboraron una lista de blancos para "arponear".
Durante un lapso de seis meses, Andreessen recurrió a su formidable red de contactos en Silicon Valley para adquirir participaciones en la red social Facebook, el sitio de ofertas Groupon, el servicio de microblogueo Twitter, el desarrollador de juegos sociales Zynga y la compañía de telefonía por Internet Skype.
La oleada de compras ayudó a desatar el más reciente boom de Silicon Valley que, esta vez, ha sido protagonizado por empresas que aún no cotizan en bolsa.
El martes, sin ir más lejos, Andreessen Horowitz, su firma de capital de riesgo, habría triplicado su inversión de US$50 millones en Skype, dijo una fuente cercana, luego de que Microsoft comprara a la telefónica por alrededor de US$8.500 millones.
"Queríamos hacer estos negocios porque teníamos una firme corazonada de que el mercado se 'calentaría' rápido", dijo Andreessen antes del acuerdo entre Microsoft y Skype.
"A la hora de la verdad, ¿acaso no es mejor estar entre los ganadores?".
Hace una década, Silicon Valley creó millonarios gracias a una fórmula comprobada para los capitalistas de riesgo: invertir barato en una compañía que recién nacía y capturar una parte importante de la empresa.
El siguiente paso era expandirla y prepararla para una salida a bolsa, momento en el cual recuperaban con creces su inversión.
Ahora, inversionistas como Andreessen están desafiando esta ecuación.
Las ofertas iniciales de acciones han sido obstaculizadas por temas regulatorios y por la cautela de los emprendedores que quieren ahorrarse los dolores de cabeza vinculados a la gestión de una empresa que cotiza.
El año pasado, hubo 46 salidas a bolsa respaldadas por capital de riesgo, por debajo de los 210 de 2000, durante el apogeo de la burbuja tecnológica.
Empresas como Facebook han proclamado a los cuatro vientos que no tienen prisa por abrirse a la bolsa.
El que tiene apuro es Andreessen, de 39 años. En noviembre, Andreessen Horowitz invirtió US$50 millones en acciones de Facebook en un acuerdo privado que valoró a la red social en US$35.000 millones, por encima de la valuación de US$10.000 millones de 2009.
A diferencia de las ofertas iniciales de acciones, en las cuales cualquier inversionista puede participar, estos acuerdos privados tienden a ser orquestados por terceros que tienen acceso a las acciones de la compañía.
Tampoco están sometidos a los requerimientos normales de información, dado que la compañía no cotiza en bolsa.
Los inversionistas pueden obtener una ganancia cuando la compañía sale a bolsa o es vendida, o si venden sus acciones a otros interesados a un precio más elevado.
El ingreso de Andreessen a la propiedad de Facebook marcó un punto de inflexión. En pocas semanas, por ejemplo, Goldman Sachs y un grupo de inversionistas pusieron US$1.500 millones, lo que le dio a Facebook una valuación de US$50.000 millones.
Andreessen Horowitz prosiguió su ofensiva. En diciembre, invirtió US$50 millones en una ronda de financiamiento de Groupon que valuó a la empresa en un poco menos de US$5.000 millones.
En enero, compró acciones de Twitter por US$80 millones en una transacción privada que le dio un valor a la compañía de alrededor de US$4.000 millones, por encima de los US$1.000 millones de 2009.
Sus detractores acusan a Andreessen en privado de inflar el precio de los acuerdos y de acceder a acciones gracias a su extensa red de relaciones.
Otros dicen que Andreessen Horowitz podría perder dinero dados los altos precios que paga para adquirirlas.
"No apostaría contra ellos, pero probablemente tampoco apostaría con ellos", dice Mac Hofeditz, de Probitas Partners, una empresa de servicios de capital privado.
Andreessen, por su parte, desestima la idea de que pueda haber pagado de más en algunas transacciones. "Sabemos que tenemos que mostrar retornos...", dice.
Cree que compañías como Facebook y Groupon tienen espacio para crecer porque recién se empiezan a expandir en mercados grandes como China y Brasil.
A diferencia de lo ocurrido con la explosión de las empresas de Internet hace una década, el actual frenesí se ha limitado a grandes inversionistas con acceso a compañías como Groupon y Twitter.
De hecho, Andreessen está en el centro de las redes tejidas en Silicon Valley y forma parte de las juntas directivas de empresas como Facebook, eBay y HewlettPackard.
También es famoso por actuar como mentor de emprendedores como el presidente ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg.
Para diversificar sus apuestas, Andreessen y sus socios también están invirtiendo en firmas de tecnología ayudándolas con fondos para su desarrollo.
Al mismo tiempo, le han dicho a sus inversionistas que esperan al menos triplicar el dinero que pusieron en Facebook y otras empresas de Internet.
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