'La inversión es muy baja y encima la participación del sector privado es poca', se quejó en una entrevista con Efe la jefa del Departamento de Innovación, Ciencia y Tecnología del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Flora Montealegre Painter. La alta funcionaria partió de Quito hacia Argentina, donde junto con el presidente del BID, Luis Alberto Moreno, participará en la Cumbre Iberoamericana, cuyo eje central será la educación.
Uno de los asuntos que se tratarán en esa cita será la ampliación de un proyecto de cooperación entre empresas ibéricas y centros de investigación latinoamericanos, de forma que se incorporen también compañías del continente americano, explicó Montealegre Painter.
Precisamente la colaboración entre el sector privado y las universidades, como ocurre Brasil, es una de las recomendaciones del BID para estimular la innovación. América Latina dedica el 0,6% de su producto interno bruto (PIB) a investigación y desarrollo, comparado con el 2,6% de los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), según Montealegre Painter, que visitó Quito para participar en un foro sobre el tema. Como ejemplo, recordó que en 1960 los ingresos per cápita de Corea del Sur y su inversión tecnológica eran similares a los de América Latina, mientras que 'ahora la brecha es enorme'.
En China y Corea del Sur ese tipo de inversión ronda actualmente el 4% del PIB y en Israel el 6%, señaló.
Uno de los problemas de América Latina es una visión cortoplacista del desarrollo, impulsada por Gobiernos que quieren presentar resultados inmediatos a los votantes. 'Si yo construyo una carretera, la carretera está ahí el mes que viene y es tangible y la gente la puede ver, y se hizo el puente y fui y lo inauguré', explicó la alta funcionaria del BID.
La inversión en nuevas tecnologías es menos palpable, pero tan importante como las infraestructuras, a juicio del Banco, con sede en Washington. Numerosos estudios apuntan a que la innovación fomenta la productividad, que es el motor más importante del crecimiento económico a largo plazo. Los países menos desarrollados no tienen que reinventar la rueda, sino aplicar avances tecnológicos que ya existen, en áreas como el mercadeo, en empaquetados y en la organización de los servicios, para dinamizar la economía, según Montealegre Painter.
La brecha tecnológica es visible también dentro de la región, donde Brasil está a la cabeza de la inversión en investigación y desarrollo, a la que dedica el 1% de su PIB, en áreas como los biocombustibles y las explotaciones petroleras en el mar. Le siguen los otros países del Cono Sur y México, después los andinos y en la cola están Centroamérica y el Caribe, según datos del BID.
Al contrario que en el resto del mundo, la mayoría de la inversión en la región la realiza el Estado, en lugar del sector privado, lo que la hace vulnerable a las condiciones fiscales de los Gobiernos. 'La inversión es muy baja para comenzar. No hay una inversión sostenida, está atada a política de Gobierno, más que de Estado. Se requiere una inversión sostenida de muchos años, porque el impacto es a largo plazo', explicó Montealegre Painter.
Asimismo, a menudo se dirige a proyectos muy académicos y no a la resolución de problemas, añadió.
Para estimular la inversión en tecnología, el BID aconseja a los Gobiernos latinoamericanos otorgar subvenciones al capital de riesgo o incentivos tributarios, así como realizar mejoras en el clima de negocios y en el marco regulador. También es necesario facilitar y abaratar el acceso a internet de banda ancha mediante la ruptura de monopolios u oligopolios en el sector de telecomunicaciones, que mantienen los precios muy altos, a juicio de Montealegre Painter. Por último, insistió en la defensa de la propiedad intelectual, porque si las empresas no pueden proteger sus avances 'no van a hacer la inversión que se requiere'.
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