jueves, 28 de julio de 2011

¿Necesita Estados Unidos una estrategia de tecnología de manufactura?


La salud económica del país depende de un plan federal para apoyar la reactivación de la manufactura avanzada, según el presidente de un 'think tank' con sede en Washington.

Por Robert D. Atkinson (*)


La manufactura en EE.UU. tiene problemas. La innovación tecnológica, particularmente en nuevas tecnologías de proceso, puede desempeñar un papel clave en el estímulo de una reactivación, aunque eso no será posible sin una estrategia nacional de tecnología de manufactura que sea coherente y esté bien financiada.

En primer lugar, repasemos algunos antecedentes. Desde enero del año 2000 a enero del 2010, el número de empleos en la manufactura en EE.UU. se redujo en 6,17 millones, un 34 por ciento. Esta pérdida de empleo no se debe exclusivamente a una mayor productividad. La producción también disminuyó. De 2000 a 2009, 15 de los 19 sectores de fabricación de EE.UU. se redujeron en términos de valor añadido real (producción bruta menos el coste de los insumos), y la producción global se redujo en un 10 por ciento durante un período en el que el PIB de EE.UU. creció un 15 por ciento. Si la producción prodecende de fabricación hubiera mantenido su participación en el PIB, se habrían generado dos millones más de empleos de manufactura y ocho millones más de puestos de trabajo en general.

Esta tendencia no sólo refleja la pérdida de manufactura de baja tecnología a medida que se produce la transición a un futuro de alta tecnología. De hecho, el déficit comercial de EE.UU. en los productos manufacturados no se ve sólo en productos de tecnología baja a media; la nación publicó un déficit comercial de 81 mil millones de dólares (casi 56 mil millones de euros) en productos de tecnología avanzada en el año 2010, el más grande de su historia.

Uno podría pensar, teniendo en cuenta este lamentable rendimiento, que las campanas de alarma deberían estar sonando en Washington. No obstante, en realidad, la élite de Washington ha justificado este descenso como natural o irrelevante, alegando que el sector manufacturero está cayendo en todas partes o que Estados Unidos está desarrollando una economía postindustrial superior. Otros sostienen que se podría perder la fabricación pero mantener la innovación. Sin embargo, como sucintamente afirma el director general de Dow Chemical, Andy Liveris: "Allí donde va la manufactura, la innovación inevitablemente sigue sus pasos".

Estados Unidos no puede esperar competir frente a países con salarios bajos sin realizar grandes esfuerzos para impulsar la productividad y estimular el desarrollo de productos complejos que sean difíciles de producir allí. Este es el camino que se ha seguido en Alemania, donde los salarios siguen siendo altos. Ese país posee un superávit comercial de manufactura, en parte porque si bien ha perdido puestos de trabajo en los sectores manufactureros de bajo valor añadido, lo que se ha compensado con ganancias en sectores de mayor valor añadido y alta productividad.

Hay quienes pueden argumentar que una estrategia nacional de tecnología de manufactura no es necesaria puesto que "el mercado" se hará cargo de todo. Pero la realidad es que las fuerzas del mercado se han traducido en pérdida de empleos y pérdida de competitividad. Por otra parte, una estrategia nacional se ve justificada por dos razones. En primer lugar, otros países ya poseen estrategias de tecnología de manufactura bien elaboradas y bien financiadas, y si no se responde de la misma manera, se producirán pérdidas aún mayores en la manufactura. En segundo lugar, una estrategia nacional puede ayudar a superar los fallos del mercado y las externalidades que inhiben la innovación en la manufactura. Cuando las empresas invierten en innovaciones de productos y procesos, los efectos secundarios pueden beneficiar a otras empresas y a la economía en su conjunto. No obstante, las empresas no pueden capturar todos los beneficios de sus propias inversiones en I+D y nuevo equipo de capital, lo que significa que se acaban quedando solas y producen mucha menos innovación y productividad de la que es óptima para la sociedad. Esta es la razón clave para el apoyo del Gobierno a la investigación de la tecnología de manufactura y a políticas tales como el crédito fiscal de I+D y la amortización acelerada de las inversiones en nuevos equipos. Por otra parte, los fabricantes pequeños y medianos a menudo carecen de recursos para mantenerse al tanto de las tecnologías y procesos innovadores que constantemente surgen en todo el mundo.

Una estrategia de manufactura nacional incrementaría la inversión pública en I+D de relevancia industrial, apoyando la transferencia de tecnología desde las universidades a la industria, así como otros programas diseñados para mejorar la innovación y la competitividad de pequeños y grandes fabricantes de EE.UU. por igual. Tal y como expone la reciente Asociación de Manufactura Avanzada de la administración Obama, una serie de tecnologías clave, como la robótica y los nanomateriales, serán fundamentales para el futuro de la manufactura en EE.UU.. Sin embargo, no bastará simplemente con financiar la investigación universitaria en estas áreas. Hay que apoyar la creación de consorcios de tecnología liderados por la industria. Un modelo bueno, pero con financiación insuficiente, es el nuevo programa de Consorcios de Tecnología de Manufactura Avanzada del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es proporcionar fondos a colaboraciones de investigación de manufactura lideradas por la industria. También es necesario ampliar el apoyo al programa de Asociación de Extensión de Manufactura del NIST, que ayuda a los pequeños fabricantes a adoptar nuevas tecnologías.

El objetivo de Washington es la reducción del déficit presupuestario, algo que es importante pero no es la acción política más urgente que deba tomarse en este momento para devolver la salud económica a Estados Unidos. Por el contrario, hay que centrarse en la restauración de la competitividad de la manufactura. Sólo mediante la recuperación de un sector manufacturero competitivo se podrán reducir los desequilibrios comerciales históricos, reducir el desempleo y estimular un crecimiento económico suficiente para generar los ingresos fiscales que, en última instancia, ayudarán a revertir el déficit presupuestario.

(*) Robert D. Atkinson es el fundador y presidente de la Information Technology and Innovation Foundation, un think tank de política tecnológica con sede en Washington.

Copyright Technology Review 2011.

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