Por Monica Langley
MENLO PARK, California— Travis Kalanick es el fundador de una empresa nueva que permite a los usuarios usar una aplicación o enviar un mensaje de texto para pedir un radiotaxi desde un celular. Ahora, varias firmas de capital de riesgo importantes compiten para financiar a Uber.
Mientras Kalanick, de 34 años, estaba presentando su plan de negocios en las oficinas de Benchmarck Capital, se excusó por unos minutos para llamar por teléfono a otros tres potenciales inversionistas. Su mensaje: debían actuar con rapidez.
Un socio de Benchmark, Bill Gurley, no lo toleró. "No hace falta que hables con esa gente", le dijo a Kalanick. "Cerremos el acuerdo aquí". Luego de dos días de cortejo, Benchmark desembolsó casi US$12 millones por una participación de 20% en Uber, lo que valora la empresa en unos US$60 millones.
Este es sólo un ejemplo de la reciente fiebre del oro que arrasa Silicon Valley, donde las firmas de capital ahora se pelean por populares empresas recién creadas y las compañías pueden permitirse el lujo de elegir entre inversionistas dispuestos a inyectar efectivo en ellas. La situación está alimentando una ola de envidia y comentarios malintencionados, pintando un panorama del centro neurálgico de la tecnología como un lugar donde abundan las maniobras de poder, las enemistades personales y las guerras territoriales entre banqueros de Wall Street, especuladores multimillonarios y veteranos de la inversión de capital de riesgo.
"De repente, todos quieren invertir en Silicon Valley", afirma Gurley.
En 2010, las inversiones de capital de riesgo subieron por primera vez en tres años, a US$21.800 millones desde un mínimo de 12 años de US$18.300 millones en 2009, afirma la National Venture Capital Association. Durante el primer trimestre de 2011, indica la asociación, fondos de capital de riesgo de EE.UU. levantaron más de US$7.000 millones, un alza de 76% frente al primer trimestre de 2010.
La demanda de acciones de empresas tecnológicas también está en auge. En un período de 90 días hace un año, SharesPost Inc., un activo mercado secundario, administró unas 20 transacciones por cinco empresas, según su fundador y presidente Greg Brogger. En los últimos 3 meses, la firma ha supervisado más de 300 transacciones en alrededor de 40 empresas.
En lugar de esperar hasta la fase de la oferta pública inicial para ganar dinero, ahora sobran los banqueros de Wall Street. Goldman Sachs Group Inc. anotó un tanto en enero, cuando su acuerdo de financiación con Facebook estableció una valoración de la firma de capital cerrado de US$50.000 millones. Un mes después, J.P. Morgan Chase & Co. lanzó su Fondo de Crecimiento Digital para invertir de forma exclusiva en el sector de tecnología de punta.
A algunos inversionistas, este ambiente les recuerda al de 1995, cuando la salida a bolsa de Netscape desató el frenesí de las puntocom, lo que desembocó en la burbuja tecnológica. Esa burbuja reventó en 2000 y llenó la industria de la tecnología de empresas quebradas y números rojos.
¿Auge sustentable?
Otros creen que el auge actual es más sustentable. "Hay un puñado de inversionistas y firmas con dinero que subsidian a emprendedores del sector tecnológico, pero esta vez los emprendedores son mejores", afirma David Lee, socio gerente de SV Angel, que provee dinero para poner en marcha nuevas empresas tecnológicas. "Estas compañías tienen millones de usuarios o incluso ganancias reales. No es sólo dinero casual que se pone sobre la mesa".
Twitter, cuyos pretendientes ayudaron a duplicar su valoración en cuestión de meses, es un emblema del nuevo frenesí. La firma de capital de riesgo Kleiner Perkins Caufield Byers le entregó al servicio de redes sociales alrededor de US$200 millones en diciembre luego de acordar una valoración de US$3.700 millones. Dos meses más tarde, el fondo de tecnología de J.P. Morgan compró 10% de Twitter de manos de otros accionistas, a una valoración de US$4.500 millones.
Este mercado está creando un efecto selectivo. AngelList, un sitio web donde se establecen conexiones entre emprendedores e inversionistas, afirma que ha rechazado 3.000 potenciales inversionistas en el último año.
"No aceptamos 'ángeles' nuevos que no sean miembros confiables de la comunidad", señala su director, Naval Ravikant. Sostiene que esa exclusividad ayuda a proteger a los emprendedores de inversionistas que presionan en busca de conseguir un retorno rápido.
Pero no todo el mundo está entusiasmado con este mercado hiperactivo. "No he cerrado ningún acuerdo" en el primer trimestre de este año, "porque ahí fuera es la locura", dice Mike Maples, uno de los primeros inversionistas en Twitter. "Es una auténtica fiebre del oro californiana".
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