La costumbre adquirida por algunas empresas debloquear ciertos servicios de Internet, como Facebook o Twitter, para que los empleados no pierdan el tiempo, puede llegar a ser contraproducente. Un artículo en The New Yorker pone en duda la creencia de que la productividad se ve afectada porque se realiza un uso impropio de estas herramientas.
En las oficinas de muchas empresas existe un Internet restringido. Sin embargo, ciertos servicios que el personal directivo o de recursos humanos seleccionan como perjudicial para la productividad de la empresa puede que no lo sea tanto.
El uso constante de Facebook, Twitter u otras redes sociales, así como portales de juegos y demás formas de entretenimiento reduce la productividad sin lugar a dudas. Pero en el artículo In Praise of Distraction, escrito por Nick Bilton, en The New Yorker, se cuestiona si realmente estos medio constituyen un elemento de distracción mayor para los empleados.
Un estudio de la Universidad de Copenhague pidió a los participantes en el mismo que realizaran una tarea simple: ver vídeos de gente pasando pelotas y contar el número de pelotas. Además se dividió a la muestra en dos grupos. A unos se les puso a ver un vídeo gracioso y a otros se les puso un mensaje que afirmaba que verían un vídeo gracioso si hacían clic, pero se les dijo que no lo vieran. El grupo que vio el vídeo tuvo más aciertos a la hora de contar el número de pelotas.
Se podía pensar que los que tuvieron más distracción, viendo el vídeo gracioso, fueron quienes pero resultado obtendrían, pero fue al revés. Esto pone de relieve que quienes teóricamente no estaban distraídos fueron menos eficientes que los que sí lo estaban.
El artículo en The New Yorker señala que restringir el acceso a la web “crea un entorno tiránico de trabajo” que puede afectar a la moral de los empleados, para los que Internet y las redes sociales ya se han hecho un elemento hacbitual de sus vidas. Además existe la posibilidad de utilizar smartphones que funcionan fuera de la red corporativa.
Si se quiere evitar por todos los medios que los empleados accedan a las redes sociales y otros sitios web que podrían afectar a su rendimiento habría que establecer unas medidas restrictivas tan severas que enrarecerían el ambiente de trabajo. Por no hablar de que los bloqueos impiden el acceso libre a todo Internet y, por tanto, a información que en determinados contextos podría resultar valiosa para la compañía.
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