El reinado de los teléfonos inteligentes está cambiando la forma en la que se distribuye el contenido que se difunde en la web.
La información a la que se puede acceder hoy en día desde una computadora depende únicamente de que el usuario cuente con un navegador que pueda leer la página. Si ésta tiene un formato que el programa no reconoce, basta con descargar otro navegador en forma gratuita.
Pero una nueva ola está surgiendo en la red. Cada vez más usuarios acceden a la información a través de las apps que instalan en sus teléfonos inteligentes.
El problema es que no todas las apps están disponibles en todos los teléfonos. Algunas son exclusivas para iPhone, otras sólo para Android, unas cuantas para BlackBerry.
Bienvenidos a la era de la fragmentación del contenido.
Cuando un programador elige desarrollar una app para un teléfono inteligente tiene que pensar para qué plataforma lo hará primero. El sistema operativo se ha convertido en una declaración de personalidad por lo que el elegir a uno por encima de otro puede ser tomado por los usuarios que prefieren otra opción como una ofensa personal.
El problema para los creadores de contenido es que desarrollar una app no es hornear un pastel.
Programar para iOS del iPhone y el iPad es escribir en un lenguaje muy diferente al que se encuentra en Android o en los teléfonos Windows. Como los creadores de"Can I Haz Cheese Burguer"decían a la agencia de noticias Reuters, a veces los sitios web cuentan con un equipo pequeño y recursos limitados como para lanzar múltiples apps por lo que deben elegir a un sistema sobre otro.
Pero ¿cuál elegir primero?
A principios de 2012 -según la firma de investigación IDC- los teléfonos con Android de Google o iOS de Apple representaban ocho de cada diez dispositivos en el mercado. Los dos sistemas operativos son vistos como los líderes en innovación.
Los analistas coinciden en que para que dicho éxito se mantenga, ambas empresas requieren mantener la lealtad tanto de usuarios -quienes compran sus teléfonos- como de programadores que -con sus apps- hacen a sus dispositivos más atractivos.
Entre más entusiasmo muestren los programadores por un sistema operativo y sus apps, "más probable será su éxito", dice IDC.
BlackBerry, por ejemplo, ha sufrido en la atención de quienes desarrollan aplicaciones. No todas las empresas del ramo desarrollan programas para ellos y el mercado corporativo que antes dominaban ha visto la llegada de cada vez más aparatos de Apple y Google.
Windows Phone por su parte muestra una tendencia interesante. Los programadores aún no parecen decidir si vale la pena apostar o no por el sistema operativo en gran medida porque su éxito aún está por comprobarse. La mayoría están arriesgándose ahora, pero la apuesta tendrá que pagar pronto.
Una encuesta de la empresa de análisis de celulares Zokem encontró que Apple cuenta con la mayor lealtad entre sus usuarios con un 70%, seguido de Google con casi un 50%. BlackBerry se ubicaría en 25% y Windows Phone en 15%.
Bajo esta lógica no es de extrañar que iOS y Android acaparen el corazón de los programadores. Pero eso no hace que estén exentos de tener que desarrollar la misma app en varios idiomas.
Cada vez más la gente accede a contenido a través de su teléfono celular.
El World Wide Web Consortium (W3C) cree que hay otro camino.
El organismo que promueve las mejores prácticas para la web cree firmemente que HTML5 es la respuesta para evitar la pulverización de las apps.
El lenguaje permite la reproducción de contenido multimedia, transmisión de datos, etc, con sólo usar un navegador. Se trata del lenguaje que ahora posibilita ver videos sin necesidad de contar con Flash.
El WC3 lo ha estado impulsando para que sea el lenguaje que se use por defecto en las aplicaciones móviles. Así, aseguran, los programadores sólo tienen que preocuparse por diseñar una app y ésta podrá ser utilizada por igual en un iPhone o en un teléfono Windows.
Pero no todos están convencidos. Varias empresas que diseñan apps -entre ellas Facebook- aseguran que cuando lo intentaron la experiencia fue muy pobre para sus usuarios.
El lenguaje, dicen, aún esta en pañales. Según ellos una aplicación diseñada en HTML5 se queda muy corta respecto a lo que una construida en el lenguaje que cada sistema operativo puede ofrecer.
Bajo esta óptica HTML5 ahorra tiempo, pero reduce calidad.
Por ahora los programadores parecen dispuestos a tener que elegir entre uno de los sistemas o gastar tiempo, dinero y esfuerzo en programar varias apps.
Eso, a pesar de que dicho camino los lleve a sortear problemas como las estrictas reglas que Apple impone a sus aplicaciones, la fragmentación de Android entre versiones de su software y cantidad de distintos teléfonos, o el naciente ecosistema de Windows.
Mientras tanto, los usuarios tenemos que cruzar los dedos para que el contenido que nos gusta llegue a una app para nuestro teléfono o para que HTML5 evolucione lo suficiente para que se convierta en un estándar.
¿Qué ocurrirá primero?
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