Nokia y Fjord, mano a mano sobre la proliferación de nuevas posibilidades tecnológicas de localización y cómo éstas están cambiando nuestras vidas.
La geolocalización ha llegado para quedarse. La usamos para llegar al trabajo evitando las zonas con más tráfico, buscar un restaurante, publicar el lugar exacto en el que nos encontramos para compartirlo con nuestros contactos y otras muchas cosas. “¿Dónde quedamos para cenar?” Es una sencilla pregunta que hemos utilizado muchísimas veces. La novedad es que ya no necesitamos que la respuesta especifique la dirección del lugar para localizarlo. Ahora que la geolocalización se nos ha metido literalmente en el bolsillo, basta con sacar de él nuestro teléfono móvil con conexión a Internet para desplazarnos ‘a ciegas’, guiados por las instrucciones del GPS.
Sin embargo, esto no es nada comparado con lo que puede dar de sí la geolocalización. Es lo que creen Olof Schybergson, fundador y director general de Fjord, y Thom Brenner, vicepresidente de aplicaciones, localización y comercio en Nokia. Durante la V edición del Foro Internacional de Contenidos Digitales (FICOD), celebrado en Madrid (España) esta semana, ambos tuvieron la oportunidad de charlar sobre “el atractivo universal de la ubicación” y cómo la geolocalización está cambiando la manera en que nos comunicamos y vemos el mundo.
Aunque no nos demos cuenta, la localización es uno de los elementos más corrientes en nuestras conversaciones diarias. De hecho, es, según Schybergson, “uno de los tres parámetros principales que utilizamos para organizar nuestras vidas, junto con las personas y el tiempo”. La relación de esta tríada es clara: el tiempo programa y estructura nuestros días, que compartimos con familiares, amigos y compañeros de trabajo, y lo hacemos en lugares concretos.
La irrupción de los teléfonos inteligentes en nuestras vidas ha alterado en parte estos tres factores: el tiempo dedicado a la vida personal se entremezcla con el laboral y la geolocalización nos ayuda a llegar antes y mejor a los sitios, o nos indica cuáles son los lugares más populares, todo ello en un contexto de uso extensivo de las redes sociales. Para muestra un botón: las aplicaciones móviles más utilizadas son aquellas que nos conectan a alguna red social, según Schybergson.
Tampoco deja de crecer el número de usuarios de teléfonos inteligentes en el mundo. Más del 40% del total de terminales usados en el planeta son smartphones. Esta multiplicación de teléfonos inteligentes, tabletas y demás dispositivos con conexión a Internet, está impulsando lo que Schybergson y Brenner llaman la ‘universalización de la localización’. Un movimiento integrado por los usuarios y la información que intercambian entre ellos sobre lugares y puntos concretos. “Te pierdes en una estación de tren o en un museo y buscas ayuda compartiendo esa información con el mundo [universalizándola] porque siempre habrá alguien que pueda darte la respuesta que necesitas”, dice Brenner.
En contraste con esta universalización, la geolocalización también permite saber lo que está pasando cerca de nosotros. Los medios de comunicación llevan la batuta en este caso, ya que están aprovechando la oportunidad que les brinda esta tecnología para informar de lo que está sucediendo tan solo a unos metros de distancia. Ejemplos de ello son EveryBlock, un portal de noticias locales que muestra lo que ocurre en tu vecindario; oN0tice, un servicio informativo hiperlocal lanzado por el grupo mediático de The Guardian, que da a conocer todo aquello que está sucediendo, en tiempo real, en las inmediaciones de la comunidad local.
Algunas empresas también han sabido reconocer en la geolocalización una sustanciosa vía de negocio. Compañías como FourSquare han comprendido el atractivo de compartir y hacer pública la ubicación de usuarios y personas, identificando en estas actividades un modelo de negocio basado en promociones, ofertas locales, etc.
Otra de las puertas abiertas por la geolocalización (quizá de las más populares y relevantes en el ámbito de la web) es la posibilidad de conocer lo que otras personas piensan sobre un determinado lugar. Un ejemplo de ello es la proliferación en Internet de críticas o comentarios sobre lugares como restaurantes, bares u hoteles. “Cada vez es más común consultar en la web opiniones de otras personas antes de planificar una noche fuera o unas vacaciones”, dice Schybergson. En este sentido, otra manera de obtener información relevante es visitando álbumes de fotos publicados por otros en la web. Así, podremos ver imágenes de un lugar que no conocíamos, contactar con la persona que tomó las fotos y conocer sus impresiones y sugerencias.
Las tendencias en geolocalización se transforman y evolucionan a un ritmo frenético. Según cuentan estos dos expertos, la geolocalización ha atravesado varias fases. La primera consistió en desconectar los teléfonos de la línea, convirtiéndolos así en móviles y personales. “Ya no llamamos a lugares sino a personas”, dice Brenner, En la segunda fase, Internet se movilizó y ya no necesitábamos un ordenador para conectarnos a la red. Y en la tercera, en la que -según Brenner- nos encontramos en ahora, el objetivo es conectar a las personas con el mundo.
A pesar de estos cambios, Brenner asegura que “en el fondo, el objetivo de este tipo de comunicaciones seguirá siendo el mismo, pues no se tratará de informar de grandes cosas, sino hablar de lo que sucede en nuestras vidas, en nuestro entorno familiar, con nuestros amigos, o en el trabajo”. Eso es lo que la hace tan valiosa y, en gran medida, asegura su futuro. Según Schybergson, parece ser que solo lo hemos visto asomar una pequeña parte de su potencial y, aunque podamos creer que a estas alturas ya lo hemos exprimido todo, “solo estamos rozando la superficie de las posibilidades que ofrece”, sentencia el experto.
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