Por STEPHANIE BANCHERO y STEPHANIE SIMON
Cerca de la hora del almuerzo, un jueves reciente, Noah Schnacky, alumno de noveno grado de Windermere, Florida, no quería asistir a clase de álgebra, así que no fue.
Reclinó la silla y estudió la pantalla de la computadora con la lista de las lecciones que supuestamente debía completar esa semana para su escuela secundaria pública, cuyas clases son totalmente en línea. Noah hizo clic en una lección de estudios globales para desplegar un artículo sobre la escasez de recursos al que le echó un rápido vistazo. Luego, alternó entre un cuestionario de respuestas múltiples y el texto original hasta que se distrajo y fue a la cocina a buscar algo de comer.
El joven terminaría el cuestionario más tarde, en el marco de las tres horas que reserva cada día para la escuela. También escuchó la mayor parte de una clase en línea dictada por su maestra de inglés. Podía escucharla pero no verla mientras explicaba el concepto de un protagonista a 126 alumnos de noveno grado conectados desde diversas partes de Florida. Nunca llegó a la clase de álgebra.
Su hermana Allison, entretanto, pasó dos horas trabajando en un ensayo en la cocina. La joven descubrió una nueva apreciación por la historia. En su vieja escuela, dice, el maestro se paraba delante del tablero y hablaba con monotonía, e historia era "la clase más aburrida de todas". Ahora, gracias a los videos que ha estado mirando sobre el antiguo Egipto, adora la materia.
En una reformulación radical de lo que significa ir a la escuela, estados y distritos de todo Estados Unidos están lanzando colegios públicos en línea que permiten a los estudiantes desde el jardín infantil hasta el último año de secundaria tomar la mayoría de las clases desde sus cuartos, salas y cocinas. Otros estados y distritos están ofreciendo educación en escuelas regulares, pero con clases basadas en gran medida en computadoras y guiadas por el propio estudiante.
En apenas los últimos meses, el estado de Virginia ha autorizado 13 nuevas escuelas en línea. Florida comenzó a requerir que todos los estudiantes de secundaria tomen al menos una clase en línea, en parte para prepararlos para los cibercursos universitarios. Idaho pronto requerirá dos. En Georgia, una nueva aplicación permite que los estudiantes secundarios descarguen cursos completos en sus iPhones y BlackBerrys. Treinta estados permiten ahora que los estudiantes tomen sus cursos en línea.
En todo EE.UU., unos 250.000 estudiantes están matriculados en escuelas virtuales de tiempo completo, un aumento de 40% en los últimos tres años, según Evergreen Education Group, firma consultora que trabaja con escuelas en línea. Más de dos millones de alumnos estadounidenses toman al menos una clase en línea, según la Asociación Internacional de Aprendizaje en Línea Escolar, un gremio con sede en Washington.
Aun cuando algunos estados y distritos locales operan sus propias escuelas en línea, muchos contratan corporaciones con fines de lucro como K12 Inc., de Virginia, y Connections Academy, de Maryland, filial de la compañía de servicios educativos y tecnología Pearson PLC. Estas empresas contratan docentes, proveen programas, supervisan el desempeño de los estudiantes y hacen campaña para expandir la educación pública en línea.
Es parte de un nuevo experimento en la educación pública, atizada parcialmente por las crecientes presiones presupuestarias, por la insatisfacción de los padres con las escuelas de sus hijos y por la incapacidad de incluso los mejores alumnos estadounidenses de igualar el desempeño de otros de países industrializados. En las ciudades más grandes de EE.UU., la mitad de los estudiantes de secundaria nunca se graduará.
Los partidarios dicen que la escolarización en línea puede ahorrar dinero de las arcas públicas, ofrecer programas adaptados a cada estudiante y dar a los padres una mayor opción en materia educativa.
Sin embargo, algunos estados han descubierto que los estudiantes matriculados en escuelas virtuales de tiempo completo tienen un rendimiento significativamente inferior en las pruebas estandarizadas, y tienen un menor progreso académico de año a año, frente a sus pares. A los críticos les preocupa que los niños en las clases en línea no aprendan a relacionarse con los demás o a participar en discusiones en grupo. Algunos partidarios de la educación virtual dicen que los resultados decepcionantes se deben en parte a que algunos de los estudiantes han tenido problemas en escuelas tradicionales y llegan con resultados de pruebas inferiores al nivel de aprobación en una o más materias.
Las escuelas experimentales atraen a un grupo diverso. Algunos estudiantes recibieron previamente su educación en la casa, algunos son alumnos de alto desempeño y otros tienen horarios erráticos debido a entrenamientos deportivos o problemas de salud. Muchos son niños que no prosperaron en escuelas tradicionales o cuyos padres los quieren proteger de compañeros que los intimidan o presionan. Sin embargo, es menos probable que sean pobres o tengan más necesidades especiales que la población general de escuelas públicas, según datos de funcionarios educativos estatales y escuelas en línea.
Una modalidad prometedora, dicen muchos expertos, son las escuelas híbridas, que combinan el estudio en línea con la interacción cara a cara con los docentes.
En California, Rocketship Education, una cadena de escuelas públicas híbridas que sirve a niños en su mayoría pobres y de minorías, ha producido resultados de pruebas estatales comparables con los de algunas de las escuelas más ricas del estado. Los estudiantes de Rocketship pasan hasta la mitad de la jornada escolar en laboratorios informáticos con juegos matemáticos y de alfabetización que se ajustan a la capacidad de cada estudiante.
Las universidades estadounidenses han ofrecido cursos en línea por décadas. La práctica apareció por primera vez en escuelas secundarias a comienzos de los años 90, cuando algunos estados empezaron a ofrecer cursos avanzados virtuales y clases de idiomas en línea. Las ciberclases también fueron promocionadas como una forma conveniente para que los estudiantes que habían reprobado una materia compensaran con créditos.
La cantidad de interacción con los profesores varía. En las escuelas en línea, los docentes responden preguntas por e-mail, teléfono o videoconferencias. Los estudiantes a menudo conocen en persona a sus maestros y compañeros en excursiones opcionales y durante los exámenes estandarizados. A veces, los profesores ofrecen instrucción individual, pero la mayoría del aprendizaje en línea es autónomo.
Alberto Carvalho, superintendente de las escuelas de Miami dice que no ve el objetivo en obligar a la "generación iPod" a adaptarse a un modelo de salón de clases que ha cambiado poco en 300 años.
La campaña por reinventar la escuela también ha desencadenado un choque explosivo con sindicatos de docentes y los partidarios de una educación más tradicional. En parte, es una división filosófica. Los críticos dicen que las ciberescuelas convierten la educación en un fin mayormente utilitario: aprenda contenido y haga clic. Lamentan la falta de diálogo, temen que los estudiantes no serán retados a asumir riesgos y les preocupa que se devalúen las aptitudes secundarias aprendidas en las aulas.
"Las escuelas enseñan a la gente las aptitudes de la ciudadanía: la forma de relacionarse con otros, de razonar y deliberar, de tolerar diferencias", dice Jonathan Zimmerman, profesor de historia educativa de la Universidad de Nueva York.
Dennis Van Roekel, presidente de la Asociación de Educación de EE.UU., el mayor sindicato docente de ese país, dice que su organización se opone a las escuelas en línea de tiempo completo pero apoya integrar las lecciones virtuales a las aulas. "Obviamente, todos queremos ahorrar dinero", dice. "Pero reemplazar docentes con aprendizaje en línea es un error".
Los partidarios de las clases en línea observan que los docentes aún están involucrados, ofrecen clases en línea electivas y responden a preguntas por teléfono, mensajes de texto y correo electrónico.
Rupert Murdoch, presidente ejecutivo de News Corp., propietario de The Wall Street Journal, ha sido un partidario de la educación digital. El año pasado, compró 90% de Wireless Generation, una compañía de tecnología educativa que vende computadoras portátiles a docentes para supervisar el desempeño de los estudiantes.
Al final de cuentas, la escolarización virtual "termina siendo lo que uno hace de ella", dice Rosie Lowndes, maestra de estudios sociales de Georgia Cyber Academy. Los niños que trabajan estrechamente con sus padres y docentes tienen un buen desempeño, agrega. "Pero, dejar que un niño se eduque a sí mismo, no será una buena experiencia educativa". La computadora, dice, no puede hacerlo por sí sola.
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