Hay dos grandes clases de procesadores: los basados en la arquitectura x86 y los ARM. Todos los ordenadores de sobremesa, portátiles y muchos servidores funcionan con procesadores x86, fabricados por Intel o por AMD. Los Mac también están basados en x86 desde que Apple se pasó a Intel en 2006.
Los teléfonos inteligentes y multitud de aparatos electrónicos, en cambio, están basados en la arquitectura ARM. Los sistemas operativos Symbian, Android, Windows Phone y los del iPhone y BlackBerry trabajan sobre procesadores ARM fabricados por Qualcomm, Renesas, Samsung, ST, Conexant o nVidia, firmas poco conocidas porque no se han preocupado como Intel de potenciar la imagen de marca de un procesador, pero son igualmente importantes.
Este desarrollo paralelo de ambas arquitecturas se explica porque dan prioridad a aspectos diferentes. La arquitectura x86 es adecuada para procesar internamente muchos datos mientras que la ARM es óptima para la comunicación de datos con el exterior con poco consumo de energía.
En la era del PC y del móvil no había problema, cada aparato tenía su procesador. En la era actual de Internet y multimedia, las comunicaciones y el proceso de datos y gráficos son claves tanto en un portátil como en un teléfono inteligente.
Y en un aparato híbrido como un ordenador de bolsillo o una tableta incluso más, con lo que el conflicto a la hora de elegir está servido. No hay una solución ideal y con decenas de productos en el mercado es difícil que un concepto prospere.
Cada dos años se coloca el doble número de transistores o elementos básicos de información en una misma superficie de silicio o chip. El nivel de integración es ahora tan elevado que no solamente todo el procesador de datos está dentro de un solo chip sino que también se incluye una gran memoria intermedia y todo el proceso de gráficos, que es lo que anunciaron recientemente Intel y AMD.
Al poner tantas cosas dentro de un chip tan diminuto se reduce el número de elementos y su tamaño, y se optimiza su funcionamiento porque los datos no tienen que entrar y salir de distintos componentes.
En los teléfonos inteligentes ha ocurrido lo mismo: el módem, que es el componente básico de las comunicaciones, se ha integrado con el procesador de datos y gráficos en un mismo chip, aumentando su capacidad y con un consumo mínimo de energía.
La integración en ambos casos está tan optimizada que las fortalezas básicas de ambas arquitecturas son ahora muy difusas. Se puede fabricar un portátil completo con la arquitectura ARM y un teléfono inteligente con la x86.
De hecho, cuando Intel quiso entrar en los móviles desarrolló una arquitectura ARM específica, pero hace cinco años se dio cuenta del potencial que quedaba al x86 y la abandonó. La plataforma Atom de Intel está basada en x86 y sirve para los miniportátiles, tabletas o consolas de televisión, como señala Antonino Albarrán, especialista de Intel España.
Intel anunció la segunda generación de procesadores Core i3, i5 e i7 con mayor capacidad de gráficos integrada, entre otras cosas. También lo hizo AMD con la familia Fusion, que no distingue entre proceso de datos y gráficos, todo está unido.
Cruce de tecnologías
El consumo de energía es tan bajo que muchos fabricantes utilizarán la familia Fusion para los portátiles ultracompactos. Serán parecidos a los miniportátiles, pero con prestaciones completas de portátil, indica Ramón Abad, director de negocio de consumo de AMD.
Qualcomm ha presentado el procesador MSM8960 del tamaño de una tarjeta de memoria MicroSD que lo lleva todo dentro: módem de comunicaciones, proceso de datos y gráfica, y con un consumo ridículo de energía. Eso facilitará móviles más potentes y finos, señala Eloy Fustero, de Qualcomm. Con este y otros chips se podrán fabricar móviles, tabletas y todo tipo de aparatos de bolsillo con Internet.
La integración en un componente hace que distintos rivales deban ponerse de acuerdo con las patentes, porque ya nadie puede decir que toda la tecnología de un producto es suya. Por eso Intel pagará a nVidia 1.100 millones de euros por utilizar sus patentes. La proliferación de sistemas operativos ligados a distintas arquitecturas de procesadores supone un quebradero de cabeza para los fabricantes. Por eso Steve Balmer, jefe de Microsoft, ha anunciado que la próxima versión de Windows funcionará igual en móviles que en ordenadores.
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