Niño con una máscara de Guy Fawles, símbolo de los activistas de Anonymous.
Por David Cuen / BBC Mundo
"El hacker se inflitró a la computadora y reveló la verdad, ¡qué bueno que es!", "el hacker se metió al servidor y robó información, ¡piratas que no tienen nada más que hacer".
Los hackers son como los fantasmas. Todo el mundo habla de ellos, pero muy pocos los han visto.
En los últimos días, semanas y meses la palabra hacer ha sido empleada y desempleada, usada y desusada con una frecuencia nunca antes vista.
Los hackers de pronto son criminales, a ratos activistas, en ciertos periodos héroes y en algunas ocasiones unos perfectos deconocidos.
La palabra hacker tiene una concepción positiva y otra negativa.
Yo inició la conversación y ustedes me corrigen o le agregan más elementos en los comentarios ahí abajo, ¿les parece? Yo pongo la mesa y los ingredientes y ustedes hacen la ensalada.
El término hacker se usa por doquier sin darle el debido contexto. Ha pasado en muchos lugares, incluido BBC Mundo. Suele equiparársele, por ejemplo, con pirata cibernético aun y cuando el diccionario define a la piratería como "robo o destrucción de los bienes de alguien".
Pero el término hacker no tiene una definición concreta. El diccionario Mirriam-Webster, por ejemplo, le da al menos dos acepciones diferentes en lo que a la tecnología se refiere: a) "un experto en programación y resolución de problemas con una computadora"; b) "una persona que en forma ilegal obtiene acceso y a veces manipula la información en el sistema de una computadora".
Una definición tiene una concepción positiva y otra negativa.
La palabra en su origen -mucho antes de su empleo en el mundo informático- significaba que "alguien" transformaba "algo" como un juego para conseguir un "fin". Los llamados hackers musicales -como los Gregory Brothers por ejemplo- suelen transformar un video de noticias o de acontecimientos reales en una canción con el único fin de divertirse.
El problema es que a través de las décadas y con ayuda de la industria del entretenimiento, la palabra hacker se ha transformado en una figura solitaria que se esconde por los rincones mientras golpea su teclado y roba información de otras personas.
De hecho varios de los expertos en computación insisten en diferenciar a los hackers en sombreros negros o sombreros blancos. Los primeros alteran sistemas de información con fines criminales, los segundos con fines éticos o de diversión.
Pero una acepción más común, aunque no por ello más usada, es la de referirse a los criminales que irrumpen en computadoras y sistemas con malas intenciones como crackers.
Los hackers, así, son buenos, divertidos, éticos y responsables. Los crackers, bajo esta óptica, son criminales.
Pero las diferencias no terminan ahí. En el mundo de los hackers hay también un importante número de subgrupos como los hackers de élite -aquellos tan avanzados que son los primeros en descubrir vulnerabilidades en sistemas- o los llamados hacktivistas, que utilizan sus habilidades informáticas para irrumpir en programas o lanzar ataques de negación de servicio con el objetivo de apoyar una causa como ocurrió con Wikileaks.
Más allá de estas definiciones, sin embargo, lo cierto es que la definición que ha privado en los medios es la de llamar hacker a cualquiera que hace algo sin permiso en la red o en computadoras, ya sea por diversión, malicia, o buenas intenciones.
Y quizá si entre todos colaboramos al debate podamos ir cambiando esta percepción.
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