La señal que nuestro teléfono móvil recibe normalmente proviene de un gran transmisor-receptor de microondas a pocos kilómetros de distancia. Ahora esa señal puede ser suministrada—a rango corto, al menos—por un dispositivo del tamaño de una memoria USB.
Dos empresas del Reino Unido—PicoChip y Ubiquisys—han desarrollado estos dispositivos USB de tamaño de bolsillo, que se conectan con los teléfonos móviles cercanos usando las mismas frecuencias que una torre convencional. Los gadgets utilizan la conexión a Internet de un ordenador u otro dispositivo para conectarse de nuevo a la red móvil más amplia y retransmitir llamadas o datos. El de PicoChip es del tamaño de una memoria USB, mientras que el diseño de Ubiquisys es del tamaño de un pequeño teléfono móvil.
Los dispositivos son una forma contraída de "femtocélula", una antena de telefonía móvil a escala reducida que algunos operadores móviles han impulsado en los últimos dos años como solución para aquellas personas con mala recepción en el hogar. Además, cada vez son más utilizadas como forma de aumentar las tasas de datos. Hasta ahora, no obstante, las femtocélulas han sido significativamente más grandes—generalmente de tamaño similar a un módem de banda ancha de línea fija; también requieren su conexión de alimentación propia.
"Esta es la estación base 3G más pequeña del mundo", afirma Andy Gothard desde PicoChip, que proporciona los chips incluídos en la mayoría de femtocélulas vendidas en todo el mundo, incluyendo el MicroCell de AT&T. PicoChip fue capaz de crear femtocélulas más pequeñas rediseñando el chip principal y reduciendo su consumo de energía a 4,5 voltios suministrados por una conexión USB, afirma Gothard. La generación más reciente de chips de PicoChip en producción mide dos centímetros por un lado, y se fabrica con un proceso que crea características no menores de 65 nanómetros. La nueva generación es de sólo 12 milímetros cuadrados y está hecha con características que alcanzan los 40 nanómetros.
"Hemos recibido interés por parte de compañías que ofrecen líneas fijas de banda ancha y televisión por cable", asegura Gotardo. Estas compañías podrían distribuir femtocélulas en nombre de un proveedor de telefonía móvil a cambio del pago por el uso de Internet de los dispositivos.
Ubiquisys, que proporciona femtocélulas a varias compañías, incluyendo a SoftBank en Japón, creó una femtocélula alimentada por USB que permite a los clientes eludir el alto coste del roaming en las redes internacionales. Funciona de forma muy similar al dispositivo de PicoChip, aunque viene con una funcionalidad adicional para hacer frente a la complejidad de las diferentes leyes del espectro inalámbrico en los distintos países.
"Una vez conectado a un ordenador, combina la escucha de las estaciones base más cercanas y la búsqueda de la dirección IP de la conexión a Internet para averiguar en qué país está", afirma Keith Day, vicepresidente de Ubiquisys. El dispositivo necesita saber donde está porque tiene que obedecer las leyes que rigen el espectro inalámbrico y evitar interferencias con otros dispositivos inalámbricos.
"Para cumplir con todo esto, pueden hacer sus emisiones sólo a un alcance muy corto", afirma Day, "tal vez menos de un centímetro". En este caso, el usuario debe poner su teléfono en la parte superior del dispositivo para mantener la conexión y usar un auricular o altavoz para hacer y recibir llamadas. Hasta ahora, se han desarrollado y probado prototipos que permiten a un teléfono europeo ser utilizado en los EE.UU., explica Day.
"Tomar la estación base completa y ponerla en una memoria USB es un paso adelante significativo", advierte Aditya Kaul, director de práctica de redes móviles en ABI Research. "Son dispositivos más baratos, más compactos, que pueden ser distribuidos a los clientes e instalados por ellos más fácilmente".
La idea de Ubiquisys de llevar femtocélulas través de las fronteras para evitar las tarifas de roaming beneficiará tanto a los clientes como a las compañías telefónicas, añade Kaul. El usuario podría evitar las elevadas tarifas de roaming, mientras que la empresa fomentaría un uso del teléfono que de otra manera no ocurriría.
Sin embargo, aún hay que superar considerables desafíos regulatorios. "Los operadores deben ser capaces de garantizar que el dispositivo esté funcionando legalmente, y los reglamentos inalámbricos son muy complejos", afirma Kaul. "Serían necesarios unos cuidadosos acuerdos para cada país". Japón ofrece un ejemplo particularmente difícil: la ley exige que un ingeniero esté presente en la instalación de cualquier dispositivo tipo torre móvil, sin importar su tamaño. "Hoy día no hay forma de que el dispositivo de Ubiquisys pudiera operar allí", afirma Kaul.
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