Deustsche Welle
El lanzamiento de un libro-revelación, escrito por el antiguo vocero de Wikileaks en Alemania, Daniel Domscheit-Berg, enfrentó a sus editores con no pocas críticas de los medios. El libro salió a la venta este viernes en Alemania, bajo un título que podría traducirse al español como “Inside Wikileaks: mi tiempo con Julian Assange en el sitio web más peligroso del mundo”.
Quizás por ello, la conferencia de prensa que acompañó a la presentación del texto del “delator” del más notable y polémico sitio web de delaciones en el mundo, tuvo lugar un día antes, en una recóndita sala de un edificio del siglo XVIII, en el histórico distrito de Berlín Mitte.
El autor, un antiguo programador de 32 años, fue un colaborador íntimo de Julian Assange hasta que dejó Wikileaks el pasado septiembre, luego de tensos desacuerdos entre ambos en torno al funcionamiento de la organización.
A raíz de su separación del proyecto, Domscheit-Berg creó un sitio web alternativo para filtraciones que, según él, se diferenciará de su antecesor por su real compromiso con la transparencia. “Wikileaks era una organización muy poco transparente, incluso para alguien como yo, uno de sus portavoces oficiales”, declaró Domscheit-Berg a Deutsche Welle tras la conferencia de prensa.
Pequeños, pero con poder
El libro ofrece un vistazo, desde adentro, a la elusiva presencia virtual de Wikileaks, así como a la carismática y polarizadora figura de su fundador, Julian Assange. Domscheidt-Berg, que se incorporó al equipo de Wikileaks a finales de 2007, revela detalles de conversaciones confidenciales con Assange, así como la fascinación que le causó entonces la cruzada del hacker australiano contra las conductas inadecuadas de corporaciones y gobiernos.
“Fue sencillamente increíble tenerlo cerca, porque yo sabía que él estaba luchando por la misma causa que yo”, escribe Domscheit-Berg. “Porque yo sabía que él pretendía remover la sociedad, golpear a los bastardos en la cabeza, como dijo una vez”, agrega el autor.
Entonces vino la filtración mayor en 2008. Aquellos documentos, que revelaban acusaciones de actividades ilegales en una operación off-shore del banco suizo Julius Bär, colocaron a Wikileaks en el mapa de la industria, los políticos, los medios y la opinión pública internacional.
“Julius Bär era una casa bancaria con recursos ilimitados, con una poderosa y agresiva representación legal, pero no pudieron hacer nada frente a nosotros y nuestro inteligentemente estructurado sistema”, recuerda Domscheit-Berg, quien utilizó el seudónimo de Daniel Schmitt durante su paso por Wikileaks. “Eso nos hizo sentir orgullosos”, afirma y asegura que entonces hicieron creer a los medios que Wikileaks era mucho mayor de lo que realmente era: “sólo un par de tipos con un pequeño y viejo servidor”.
Éxitos y peleas
El libro se torna pesimista en la medida en que el propio crecimiento de Wikileaks incrementa la presión sobre el grupo y conduce a desacuerdos entre Assange y Domscheit-Berg sobre el tipo y la frecuencia de filtraciones, las finanzas y la transparencia de su funcionamiento.
Domscheit-Berg describe una pelea desesperada de último minuto en 2010 para borrar los nombres en los 91.000 documentos secretos de la guerra de Afganistán, luego de que Assange lo mantuviera desinformado sobre detalles cruciales del acuerdo negociado con tres medios de prensa.
“Nos habíamos vuelto demasiado grandes y nuestros casos demasiado serios para tomárnoslo todo tan a la ligera. Él (Assange) era adicto a los estados de emergencia. Todo tenía que ser tan extremo, devastador e importante como fuese posible”, comenta Domscheit-Berg en su libro.
Assange falló en su liderazgo en un momento crítico, cuando el sitio web se inundó con filtraciones aún más explosivas y una presunta fuente fue arrestada en los Estados Unidos, lamenta el autor. “En algún momento, él comenzó a describir a las personas como “bienes’, semejante a un hombre de negocios que habla de “recursos humanos’ o a un militar que se refiere a sus tropas”, se lee en el libro. “Esto mostró que él veía a nuestra gente como carne de cañón”, recrimina Domscheit-Berg.
Huyendo ¿de pequeños Julianes?
Harald Schummann, periodista del berlinés diario Tagesspiegel, quien conoció a Domscheit-Berg y Assange en una conferencia de prensa en Islandia el pasado año, confirma que ya entonces los ánimos estaban caldeados entre ambos. “Assange me pareció una persona emocionalmente distante”, recuerda, “era un paranoico, en cierto sentido, como un hombre que siempre está huyendo”.
Pero la descripción que Domscheit-Berg hace de la actitud de Assange hacia las mujeres, es quizás lo más llamativo, en este momento en que el australiano de 39 años lucha contra su extradición a Suecia bajo acusaciones de haber cometido allí delitos sexuales. A Julian parecía divertirle la idea de dejar pequeños Julianes en cada continente, y decía haber trabajado en ello, pues creía que sus genes merecían reproducirse, asegura Domscheit-Berg. “Si se ocupaba o no de esos supuestos hijos es otro asunto”, agrega.
A finales de 2010 Assange suspendió a Domscheit-Berg por “deslealtad”. Tras discrepancias en torno a la estrategia de manejo de documentos el alemán y otros colaboradores se fueron alejando del proyecto, llevándose consigo un buen volumen de material, para asegurar que estuviese a salvo, insiste Domscheit-Berg.
¿Un mejor Wikileaks?
Por su parte, el antiguo vocero no sólo se llevó la experiencia de Wikileaks sino además a otros cinco colegas, incluido uno de los principales técnicos. Juntos, los ex miembros de Wikileaks han creado un sitio alternativo que entrará en funcionamiento el próximo verano boreal: “Openleaks”.Openleaks aspira a hacer más seguro y extendido el manejo de filtraciones. Se trata de una versión refinada, “confiable y creíble” de Wikileaks, asegura el blogger y activista de Internet germano Markus Beckendhal. La plataforma, con “una robusta infraestructura técnica para proteger a sus fuentes”, dice Beckendhal, no publicará documentos originales sino que conectará a las fuentes de filtraciones con medios, organizaciones de derechos humanos, asociaciones empresariales, entre otras instituciones.
Quizás por ello, la conferencia de prensa que acompañó a la presentación del texto del “delator” del más notable y polémico sitio web de delaciones en el mundo, tuvo lugar un día antes, en una recóndita sala de un edificio del siglo XVIII, en el histórico distrito de Berlín Mitte.
El autor, un antiguo programador de 32 años, fue un colaborador íntimo de Julian Assange hasta que dejó Wikileaks el pasado septiembre, luego de tensos desacuerdos entre ambos en torno al funcionamiento de la organización.
A raíz de su separación del proyecto, Domscheit-Berg creó un sitio web alternativo para filtraciones que, según él, se diferenciará de su antecesor por su real compromiso con la transparencia. “Wikileaks era una organización muy poco transparente, incluso para alguien como yo, uno de sus portavoces oficiales”, declaró Domscheit-Berg a Deutsche Welle tras la conferencia de prensa.
Pequeños, pero con poder
El libro ofrece un vistazo, desde adentro, a la elusiva presencia virtual de Wikileaks, así como a la carismática y polarizadora figura de su fundador, Julian Assange. Domscheidt-Berg, que se incorporó al equipo de Wikileaks a finales de 2007, revela detalles de conversaciones confidenciales con Assange, así como la fascinación que le causó entonces la cruzada del hacker australiano contra las conductas inadecuadas de corporaciones y gobiernos.
“Fue sencillamente increíble tenerlo cerca, porque yo sabía que él estaba luchando por la misma causa que yo”, escribe Domscheit-Berg. “Porque yo sabía que él pretendía remover la sociedad, golpear a los bastardos en la cabeza, como dijo una vez”, agrega el autor.
Entonces vino la filtración mayor en 2008. Aquellos documentos, que revelaban acusaciones de actividades ilegales en una operación off-shore del banco suizo Julius Bär, colocaron a Wikileaks en el mapa de la industria, los políticos, los medios y la opinión pública internacional.
“Julius Bär era una casa bancaria con recursos ilimitados, con una poderosa y agresiva representación legal, pero no pudieron hacer nada frente a nosotros y nuestro inteligentemente estructurado sistema”, recuerda Domscheit-Berg, quien utilizó el seudónimo de Daniel Schmitt durante su paso por Wikileaks. “Eso nos hizo sentir orgullosos”, afirma y asegura que entonces hicieron creer a los medios que Wikileaks era mucho mayor de lo que realmente era: “sólo un par de tipos con un pequeño y viejo servidor”.
Éxitos y peleas
El libro se torna pesimista en la medida en que el propio crecimiento de Wikileaks incrementa la presión sobre el grupo y conduce a desacuerdos entre Assange y Domscheit-Berg sobre el tipo y la frecuencia de filtraciones, las finanzas y la transparencia de su funcionamiento.
Domscheit-Berg describe una pelea desesperada de último minuto en 2010 para borrar los nombres en los 91.000 documentos secretos de la guerra de Afganistán, luego de que Assange lo mantuviera desinformado sobre detalles cruciales del acuerdo negociado con tres medios de prensa.
“Nos habíamos vuelto demasiado grandes y nuestros casos demasiado serios para tomárnoslo todo tan a la ligera. Él (Assange) era adicto a los estados de emergencia. Todo tenía que ser tan extremo, devastador e importante como fuese posible”, comenta Domscheit-Berg en su libro.
Assange falló en su liderazgo en un momento crítico, cuando el sitio web se inundó con filtraciones aún más explosivas y una presunta fuente fue arrestada en los Estados Unidos, lamenta el autor. “En algún momento, él comenzó a describir a las personas como “bienes’, semejante a un hombre de negocios que habla de “recursos humanos’ o a un militar que se refiere a sus tropas”, se lee en el libro. “Esto mostró que él veía a nuestra gente como carne de cañón”, recrimina Domscheit-Berg.
Huyendo ¿de pequeños Julianes?
Harald Schummann, periodista del berlinés diario Tagesspiegel, quien conoció a Domscheit-Berg y Assange en una conferencia de prensa en Islandia el pasado año, confirma que ya entonces los ánimos estaban caldeados entre ambos. “Assange me pareció una persona emocionalmente distante”, recuerda, “era un paranoico, en cierto sentido, como un hombre que siempre está huyendo”.
Pero la descripción que Domscheit-Berg hace de la actitud de Assange hacia las mujeres, es quizás lo más llamativo, en este momento en que el australiano de 39 años lucha contra su extradición a Suecia bajo acusaciones de haber cometido allí delitos sexuales. A Julian parecía divertirle la idea de dejar pequeños Julianes en cada continente, y decía haber trabajado en ello, pues creía que sus genes merecían reproducirse, asegura Domscheit-Berg. “Si se ocupaba o no de esos supuestos hijos es otro asunto”, agrega.
A finales de 2010 Assange suspendió a Domscheit-Berg por “deslealtad”. Tras discrepancias en torno a la estrategia de manejo de documentos el alemán y otros colaboradores se fueron alejando del proyecto, llevándose consigo un buen volumen de material, para asegurar que estuviese a salvo, insiste Domscheit-Berg.
¿Un mejor Wikileaks?
Por su parte, el antiguo vocero no sólo se llevó la experiencia de Wikileaks sino además a otros cinco colegas, incluido uno de los principales técnicos. Juntos, los ex miembros de Wikileaks han creado un sitio alternativo que entrará en funcionamiento el próximo verano boreal: “Openleaks”.Openleaks aspira a hacer más seguro y extendido el manejo de filtraciones. Se trata de una versión refinada, “confiable y creíble” de Wikileaks, asegura el blogger y activista de Internet germano Markus Beckendhal. La plataforma, con “una robusta infraestructura técnica para proteger a sus fuentes”, dice Beckendhal, no publicará documentos originales sino que conectará a las fuentes de filtraciones con medios, organizaciones de derechos humanos, asociaciones empresariales, entre otras instituciones.
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