Por Wharton Es posible que el mejor ejemplo del despertar de América Latina como fuerza económica en los últimos años sea la forma en que la región reaccionó ante la crisis mientras el resto del mundo se desmoronaba. La crisis financiera de 2008-2009 golpeó a varios países que todavía no han logrado recuperarse del todo de la caída sufrida. Sin embargo, las economías latinoamericanas y del Caribe salieron en gran medida ilesas del golpe. De 2010 a 2011, la región creció en torno a un 5,5% y millones de personas salieron de la pobreza. "Conseguimos atenuar el impacto de la crisis financiera internacional y también parte de la volatilidad que hemos experimentado en el transcurso de los últimos meses", observa Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo Económico. "Conseguimos no sólo recuperarnos de la crisis, sino también crecer [...] ayudando al mundo a escapar de la recesión". ¿Será América Latina capaz de repetir la hazaña? Esa es la pregunta en la mente de muchos que trabajan con pronósticos y que ven el futuro de la economía global, en la mejor de los casos, como incierto. Esta vez, las amenazas son diferentes: el consumo de China, que elevó los precios de las commodities sudamericanas, está en fase de desaceleración. La zona del euro se hunde cada vez más en la crisis que se ha adueñado de la región. Y la recuperación de la economía americana, importante socio de América Latina, continúa siendo lenta. Para los economistas, el crecimiento disminuirá un 3,6% este año en América Latina y en el Caribe en general. Sin embargo, la desaceleración en China y la crisis en Europa, sumadas al desempeño de la economía americana —si este fuera peor que el previsto— pueden afectar de forma negativa al crecimiento. El Banco Interamericano de Desarrollo concluyó recientemente que los países de la región están bien posicionados para lidiar con la crisis. Pero puede haber problemas en un escenario bastante malo en que los precios de las commodities caerían, la crisis de la deuda de la zona euro aumentaría y EEUU estaría a punto de caer en una nueva recesión. Pocos prevén, sin embargo, que la situación acabe siendo tan grave. El crecimiento de China caerá hasta un 7,5%, lo que está lejos de la apatía, y Europa podrá volver a tener un crecimiento saludable en uno o dos años. "La recesión europea tendrá un impacto negativo. Eso es evidente", observa Mauro F. Guillen, profesor de Gestión de Wharton y director del Lauder Institute. "La situación de China no es tan grave, aunque la velocidad de crecimiento del país tal vez no sea la misma de los últimos años [...] En un escenario así, América Latina estaría bien". La última crisis puso en evidencia que la salud económica de América Latina es importante para la economía mundial. En 2010 y 2011, la región representó un 7,5% del crecimiento mundial. La población local es optimista respecto a su capacidad de reaccionar al peor escenario posible, en que China crecería lentamente y Europa entraría en una recesión profunda. Amenazas reales América Latina es menos vulnerable que otras regiones, como Asia, en lo que se refiere a la situación de Europa, dicen los especialistas. Pero como la crisis adquiere formas distintas casi a diario, pocos saben exactamente qué esperar. Lorenzo Bini-Smaghi, economista italiano y ex miembro del Banco Central Europeo, dice que, en un probable escenario, durante "los próximos tres o cuatro años tendremos un crecimiento lento y mercados volátiles". Y añade: "Creo que, en última instancia, hay una buena oportunidad de que en tres o cuatro años Europa resuelva sus problemas". Dependiendo de la gravedad de la crisis europea, los bancos, sobre todo los españoles, tal vez opten por deshacerse de sus activos extranjeros, o decidan disminuirlos, lo que reduciría la disponibilidad de crédito en América Latina. El problema de hecho es China. Como el gigante asiático ha asumido la posición de segunda mayor economía del mundo, después de la economía americana, su relación con América del Sur ha prosperado. "Si miramos hoy a Brasil, y observamos cómo ha florecido su comercio en los últimos diez años, vemos que ha sido consecuencia de la relación que el país mantiene con los chinos" y que ha impulsado su crecimiento, señala Felipe Monteiro, profesor de Gestión de Wharton y ex analista senior del Banco de Brasil. "En 2000, la relación con China era poco relevante. Pero eso ha cambiado hasta tal punto que China es actualmente el socio comercial más importante de Brasil". Para alimentar su crecimiento hasta los dos dígitos, China consumió de forma frenética minerales, petróleo crudo, granos y todas las principales exportaciones de las grandes economías latinoamericanas. Los precios de las commodities llegaron a su punto máximo en los últimos años. El índice de Commodities Dow Jones-UBS, que comprende una amplia serie de precios del segmento, alcanzó su valor máximo en junio de 2008, y ha estado cayendo desde entonces, lo que llevó al Wall Street Journal, en diciembre, a cuestionar si el boom de las commodities estaba llegando a su fin o simplemente estaba haciendo un alto en el camino. La demanda china, que sola consume más de un tercio de los minerales de la región y más de la mitad del mineral de hierro, ya está en declive. "Lo que China está intentando hacer, según el primer ministro chino, es desacelerar el crecimiento hasta un 7,5%", ante la expansión del 9,2% registrada por el país el año pasado, dice Eswar Prasad, presidente del sector de comercio y economía internacional del Instituto Brookings de Washington. "Además, el superávit económico del país ha estado cayendo desde 2007". Eso podría afectar a las economías dependientes de commodities. Ocho países latinoamericanos dependen de commodities en más del 50% de sus exportaciones, según datos del Bando Interamericano de Desarrollo. El efecto de la desaceleración de la economía china tal vez sea más pronunciado en los precios de los minerales, que podrían caer un 30% en los próximos años, dicen los economistas. Las importaciones chinas de mineral de hierro, usados para la fabricación del acero empleado en la construcción de nuevos edificios y ciudades, se dispararon en los últimos años, pero hace seis meses alcanzaron su nivel más bajo. Los productores de acero del país dijeron que sus reservas eran suficientes para atender la demanda local. Eso es motivo de preocupación para Brasil. En 2010, el mineral de hierro representó un 43% de las exportaciones brasileñas a China, su mayor socio comercial. Otros minerales deberían correr una suerte semejante, lo que puede ser motivo de preocupación para los productores latinoamericanos. Chile, por ejemplo, produce más de un tercio del cobre de todo el mundo. Los precios récords de 2011 hicieron que el valor de sus exportaciones llegara a US$ 42.620 millones, según datos del Banco Central del país. Pero con el enfriamiento de la economía china, los precios cayeron cerca de un 12% y los economistas prevén que la tendencia continúe. No todas las commodities están en la misma situación. Aunque la demanda y los precios de los minerales caigan, la nueva clase media urbana china seguirá necesitando comer, y eso significa que la demanda de productos agrícolas seguirá siendo fuerte, lo que beneficiará a los productores de granos, como Argentina y Brasil. Potencia brasileña "Al examinar más de cerca la relación de Brasil con China, queda claro que no es correcto decir que se trata de una relación basada exclusivamente en commodities", dice Monteiro. "No lo es". La población de Brasil (con cerca de 203 millones de habitantes, representa más de un tercio de la población de la región) y el tamaño de su economía (el PIB de Brasil es mayor que el PIB del resto de todas las economías latinoamericanas juntas) convierte al país en una potencia económica regional. Durante la última crisis económica, Brasil tuvo suficiente margen de maniobra fiscal para recortar impuestos de las rentas individuales y de varios bienes de consumo. Además, el país aumentó también los beneficios de desempleo a los trabajadores despedidos a causa de la crisis. Esta vez, el Gobierno parece igualmente posicionado para intervenir en caso de que la economía se desacelere. En febrero, las reservas en moneda extranjera del país sumaron US$ 365.000 millones, más del doble de las reservas que tenía en 2007. La deuda pública continúa siendo baja, en torno a un 40% del PIB. "No creo que Brasil sea inmune" a una crisis, dice Monteiro. "Pero no hay duda de que su situación es bastante sólida [...] Su mayor problema actualmente es el sobrecaliento de la economía". El fuerte crecimiento económico permitió a Brasil crear la mayor clase media de su historia. Se estima que en la última década 20 millones de personas han salido de la pobreza. El año pasado, la presidente Dilma lanzó un programa que ayudará a millones de personas a salir del umbral de pobreza. Cerca de 16 millones de brasileños aún viven en esta situación. Al igual que en China, el crecimiento de la clase media brasileña ha generado un mercado doméstico de peso que está consumiendo más productos de Brasil y del exterior, dice Monteiro. "Estamos hablando de un país de más de 200 millones de habitantes, y la macrotendencia indica que hay sólo otro país con un perfil demográfico mejor: India. Hay mucha gente incorporándose a la edad de trabajar que hoy alimenta parte del consumo doméstico", dice. "No creo que haya algún cambio significativo para bien o para mal en los próximos años. Brasil no tendrá un crecimiento en la zona de los dos dígitos [...] pero debería crecer a tasas del 4% al 5%". El crecimiento de la clase media brasileña tiene su réplica en la región. En total, 73 millones de latinoamericanos han salido del umbral de pobreza. Eso significa que hay un mercado creciente en la región. El crecimiento ha beneficiado a gente como José Marti, que después de alquilar durante muchos años su camión a las constructoras de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, decidió montar un negocio propio en 2009: un modesto salón de belleza, dirigido por su esposa, y un negocio de entregas. "Las cosas van bien, mejor de lo que yo esperaba", dice. Marti contrató tres trabajadores el año pasado. Él añade que buena parte de su negocio está constituido por dominicanos que están mejorando sus casas y comprando productos y materiales que antes no podían comprar". No hay duda de que la clase media está creciendo, y la demanda de coches y bienes de consumo en general también", observa Andrew Powell, investigador jefe del Banco Interamericano de Desarrollo. "La integración también es mayor en América Latina [...] La demanda interna es mucho mayor que en el pasado". Según observadores, eso ayudará a la región a mantener su crecimiento. El Fondo Monetario Internacional cree que América Central debería crecer un 4% en 2012 y 2014; el Caribe, un 3,5% y un 3,3%, y América del Sur, un 3,8% y un 4,3%, respectivamente. Si la región alcanza, o no, esas metas dependerá de lo que suceda en los próximos meses. Pero la actitud local parece ser la siguiente: "Ya hemos pasado por eso antes". "Tenemos mucha experiencia en reaccionar a los choques externos", dice Fernando Lorenzo, ministro de Economía de Uruguay. "Creo que la región está mejor preparada que en el pasado". Margen de maniobra Procedente de una región que siempre ha sido sinónimo de inestabilidad económica, ese optimismo puede parecer fuera de lugar. Fue en América Latina, a fin de cuentas, donde tuvimos una crisis de crédito tan severa a finales de los años 70 que acabó desembocando en la infame "década perdida". De forma más reciente, el efecto Tequila, ocasionado por el colapso del peso mexicano, provocó serios estragos en la segunda mayor economía de la región. Los días de gastos abusivos y contrataciones excesivas de préstamos parecen ser cosa del pasado. La deuda pública típica de los países latinoamericanos y del Caribe era del 42% del PIB en 2010, lo que representa una caída acentuada respecto a hace algunos años. En 2003, un país típico de la región tenía una deuda del 57% del PIB. Además, los gobiernos hicieron reservas. En toda la región, los niveles de reservas son un 60% más elevadas que antes de la crisis de 2008-2009, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo. Eso deja a los gobiernos un espacio de maniobra para introducir estímulos que alivien el malestar que puede causar una desaceleración financiera mundial. Durante la crisis de 2008-2009, 13 países introdujeron medidas, desde aumentos del salario mínimo en Honduras hasta infraestructura pública e inversión en vivienda en Chile, para contrarrestar los efectos de la crisis mundial. "El cambio en América Latina se reflejó en la balanza de pagos. Hay, en general, una deuda pública externa mucho menor y mayor volumen de reservas", observa Powell. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que de ocho a 19 países tengan capacidad fiscal para poner en marcha algún tipo de programa de estímulo dependiendo del desempeño de la economía mundial. "Aún en un escenario negativo, en que el problema sea más grave, América Latina está en posición de responder con las mismas políticas a las que recurrió en 2008 y 2009". El hecho es que los gobiernos de la región ya afirmaron que están bien posicionados para reaccionar a una crisis. En una reunión del Banco Mundial el mes pasado, representantes de México, Argentina y Uruguay dijeron que sus países están mejor preparados fiscalmente para enfrentarse a una posible crisis de lo que estaban en 2007. "Tenemos cerca de tres meses de liquidez", dijo José Meade, secretario de Finanzas y de Crédito Público de México en la mencionada reunión. "Nuestra posición es mejor [...] Tenemos una balanza que nos permite lidiar mejor con la crisis". | ||
viernes, 8 de junio de 2012
América Latina se prepara para enfrentarse a una economía global inestable
Etiquetas:
América Latina,
Economía
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